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El debate

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Será el próximo lunes, en la ciudad de Nueva York. Por primera vez, frente a frente, Hillary Clinton y Donald Trump, le hablarán más que a un país, a un planeta entero que está expectante de lo que sucederá en la elección presidencial de EU. Por la admiración que le tengo a la exsecretaria de Estado, me cuesta trabajo verla en una campaña que habríamos pensado le sería mucho más sencilla. Se habrá confiado, habrá dicho que lo que tantos pensamos: ¡ah, es Donald Trump! Pero el empresario y su tramposa improbabilidad de, primero ser candidato, ahora de ganar la elección, nos engañó a todos. ¡Era un chiste, carajo! ¿En qué momento ésta se convirtió en una competencia tan cerrada? Muchos coinciden en que la culpa es de Hillary y creo que tienen razón.

A ella se le reconoce su carrera política. Sí, fue primera dama, pero también Senadora y una pieza fundamental en el primer mandato de Barack Obama. Es una mujer brillante, pero su personalidad no ha sido capaz de brillar de tal forma que ciegue a su oponente. Trump es un showman, con personalidad más propia para un reality que para la política, pero logró seducir a una mayoría dentro del partido que hoy lo abandera. Es un virtuoso de la mentira: de esos que engañan sin pudor, pero con una fuerza que es capaz de noquear con el puño de la sorpresa sin sentido. Clinton, en contraparte, tuvo una batalla bastante competida durante la precampaña demócrata junto a Bernie Sanders.

Contrario a lo que habríamos imaginado hace unos meses, cuando Trump era esa mala broma de la que nos reiríamos cuando él estuviera de regreso en alguna de sus ostentosas torres, derrotado, los números de las encuestas no dan respiro tranquilo a Hillary. Hasta ayer, en el portal RealClearPolitics.com (que condensa todas las encuestas publicadas en todos los medios de EU) se leían los números de varias encuestas. McClatchy/Marist ponía a Clinton con 41.8%, a Trump con 39.7%; Rasmussen Reports, Clinton 39% y Trump 44%;

Economist/YouGov, Clinton 40% y Trump 38%; NBC News/Wall Street Journal, Clinton 43% y Trump 37; Reuters/Ipsos, Clinton 37% y Trump 39%; Associated Press-GfK, Clinton 45% y Trump 39%; NBC News/SM, Clinton 45% y Trump 40%; FOX News, Clinton 41% y Trump 40%; CBS News/NY Times, Clinton 42% y Trump 42%; Quinnipiac, Clinton 41% y Trump 39%. O sea, los números brutos de las encuestas muestran básicamente un empate técnico. Pero tomando en cuenta que el sistema electoral estadunidense estipula que el ganador de una elección depende del número de “votos electorales” (canicas, por decirlo de otra forma) que junte cada candidato, y que cada Estado de la Unión Americana tiene un número determinado y distinto de “canicas”, las probabilidades de Hillary siguen siendo más altas de ganar la Presidencia, según el análisis de prospectiva del propio New York Times.

Aunque las últimas semanas han sido pesadas para Clinton. El asunto de la neumonía de hace un par de semanas, y que detuvo sus actividades por unos días, fue muestra de lo confiados que se encuentran al interior de la demócrata, pues esto se juntó además con aquella declaración de Clinton sobre los “deplorables” que son quienes votarán por Trump y que le ganó una lluvia de críticas tan fuerte que la llevó a disculparse. ¿En serio? ¿“Deplorables”? Eso fue ponerse al nivel discursivo de Trump, sin duda. Y él, sin hacer un sólo movimiento verdaderamente rescatable, sólo vio sus números subir.

Se espera que el debate del próximo lunes, que se celebrará en la Universidad de Hofstra, será el más visto de la historia. Un evento televisivo apenas a la altura del Super Bowl. La expectativa es demasiada, porque lo que muchos (pensaría que la mayoría) de los estadunidenses esperan es ver por fin a una Hillary Clinton capaz de hacer frente, en vivo y por televisión, a un personaje que ha demostrado que su personalidad es de esas que arrasan en los realities. No se duda de la capacidad discursiva, de su inteligencia, de que sepa qué responder sobre un tema en específico. Hillary no recurre al escándalo ni a la frase populista vacía. Su trabajo político está probado. Pero el lunes se trata de un show de televisión, en lo que Trump sí tiene experiencia. Hace unos días en la entrega del Emmy, Jimmy Kimmel, el anfitrión, hacía una broma sobre que todo había empezado en The Apprentice, aquel reality en el que Trump despedía a diestra y siniestra a practicantes que aspiraban a dirigir alguna de sus compañías. Eso fue en el 2004, hoy, doce años después, compite en una carrera muy cerrada contra una de las líderes más importantes de los últimos años. Es momento de que Hillary Clinton empiece con el show, sus tablas políticas están probadas. Yo sólo espero que ella, con las dotes histriónicas que aunque le han costado ha logrado adquirir en estas últimas fechas, termine el debate diciéndole a Donald Trump: “You’re fired!”.

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