

De la redacción
El Buen Tono
Córdoba, Ver.- La filtración del presunto gabinete de Manuel Alonso Cerezo ha encendido alarmas entre diversos sectores políticos y sociales de Córdoba. Más que un equipo de trabajo, la lista exhibe una estructura de compromisos, cuotas partidistas y nombres ligados históricamente a prácticas cuestionables. Todo apunta a que el poder real no recaerá en Cerezo, sino en su socio cercano y operador de vieja escuela, Luis Abella.

Entre los nombres que circulan están Virginia Medorio, Lauro Ramos, José Miguel Cobian, Aldo Valerio, Jesús Lazo, Ramón Estrada y Luis Díaz Barriga. Pero lo más preocupante no es la repetición de figuras desgastadas, sino la asignación de áreas estratégicas a perfiles ampliamente señalados.
La posible entrega de la Dirección de Obras Públicas a Vania López —afín al Partido Verde— no solo refleja un acuerdo político, sino una peligrosa señal de impunidad. López, quien públicamente se ha proclamado “la mujer más influyente de Córdoba”, carga con señalamientos por presuntos actos de corrupción y tráfico de influencias. Su llegada a una de las áreas con mayor presupuesto municipal confirmaría que el nuevo gobierno no viene a renovar, sino a repartirse el botín.

A esto se suma también Ramón Estrada, ex tesorero de Mansur quien tiene vinculos negros y tiene negro historial en el ayuntamiento de Fortín, al igual que la señora Medorio quien utiliza a taxistas para venderlos como botín político, sólo para ver su beneficio propio.
Juan Tress en Desarrollo Social, conocido por su cercanía con Luis Abella y al Facturero Manuel Alonso Cerezo y sus antecedentes robar a ciudadanos a través de sus autobuses, y acarrear a gente a eventos, además de tener familiares con vínculos con la delincuencia, igual que todos los mencionados, actuando como un grupo criminal

Lo que se perfila es un gobierno capturado desde antes de iniciar. Un gabinete donde prima el interés personal sobre el bien público, donde cada silla representa el pago de un favor político y no una apuesta por el servicio a la ciudadanía. La narrativa de cambio se desmorona ante la evidencia de un reciclaje de lo peor de la política local.
La corrupción no es una posibilidad futura: es una herencia que se pretende perpetuar. Si se concreta este equipo, Córdoba entrará en una etapa oscura, donde la toma de decisiones quedará subordinada a intereses ajenos al bienestar colectivo. Y la responsabilidad recae directamente en Manuel Cerezo “LAVADOR DEL CRIMEN”, por abrirle la puerta al control de un grupo, que ya ha demostrado no tener límites cuando de robar dinero y poder se trata.

Este gabinete, si se confirma, no será recordado como un equipo de trabajo, sino como una coalición de intereses privados incrustada en el aparato público. Córdoba merece mucho más que un gobierno títere.
