De la redacción
El Buen Tono
Orizaba, Ver.- Sin consulta pública, sin criterios históricos y sin un solo argumento de interés colectivo, el presidente municipal Juan Manuel Díez Francos consiguió que un puente recientemente inaugurado fuera rebautizado con su propio nombre. La acción, introducida a toda prisa y fuera del orden del día, exhibe nuevamente el síndrome de hubris que ha caracterizado a su gestión: una administración que opera bajo la lógica del culto personal y no del servicio público.
La propuesta no estaba contemplada en los puntos a tratar durante la sesión de cabildo de este jueves 11 de diciembre. Aun así, y sin mayor explicación, se presentó una “solicitud ciudadana” para cambiar el nombre de la sala Benito Juárez —sede de decisiones municipales— por el del propio alcalde. Durante la discusión se abrió la puerta para que cualquier obra del trienio pudiera llevar su nombre. La consecuencia inmediata: el recién inaugurado puente El Molino pasaría a llamarse Juan Manuel Díez Francos.


