
En una de las noches más épicas de la historia reciente de la Champions League, el Inter de Milán selló su clasificación a la final tras vencer 4-3 al Barcelona en tiempo extra, con un global de 7-6. San Siro fue el escenario de una batalla monumental entre dos gigantes del fútbol europeo, que dejó a los aficionados al borde de la emoción hasta el último segundo.
INTER PEGÓ PRIMERO EN EL DUELO
El encuentro comenzó con un ritmo frenético, y apenas al minuto 21, Lautaro Martínez abrió el marcador con un gol bien ejecutado tras una gran asistencia de Denzel Dumfries. La ventaja parecía ser sólida para los italianos, pero lo mejor estaba por venir. Poco antes del descanso, tras una revisión del VAR, el árbitro señaló un penalti a favor del Inter, que fue ejecutado con total frialdad por Hakan Calhanoglu, colocando el 2-0 y dejando al Barcelona al borde de la eliminación.
BARCELONA CONSIGUIÓ LA REMONTADA
Sin embargo, el Barça no se rendiría tan fácilmente. En el segundo tiempo, el espíritu de las grandes remontadas se apoderó de los catalanes. Primero fue Eric García, luego Dani Olmo, y finalmente Raphinha, quienes lograron dar vuelta al marcador y poner al Barcelona 2-3 arriba. El Inter sufría y el guardameta suizo Sommer se convirtió en un auténtico muro, evitando que la ventaja del Barcelona fuera aún mayor. Sin embargo, la defensa italiana comenzó a flaquear ante la avalancha ofensiva de los blaugranas.
INTER FORZÓ LOS TIEMPOS EXTRA Y SELLÓ SU PASE A LA FINAL
El tiempo se agotaba y la clasificación parecía estar al alcance del Barcelona, pero el Inter aún tenía una última carta que jugar. En el último suspiro del tiempo reglamentario, Francesco Acerbi, tras un centro de Dumfries, empató el encuentro, desatando la locura en San Siro y forzando la prórroga. Ese gol fue un golpe emocional devastador para el Barcelona, que vio cómo se esfumaba su sueño de llegar a la final.
Con el desgaste físico y mental de los 90 minutos anteriores, el Inter no dio tregua. En el minuto 99, el recién ingresado Davide Frattesi aprovechó un balón suelto en el área y, con gran clase, definió el 4-3 que acabaría siendo definitivo. A partir de ahí, la resistencia del Inter se convirtió en una muralla infranqueable. Sommer volvió a brillar al detener dos remates peligrosos de Lamine Yamal, y el reloj se convirtió en el aliado perfecto de los locales.
El Barcelona lo intentó hasta el último segundo, pero las desatenciones defensivas en ambos partidos fueron su perdición. A pesar de la dignidad con la que lucharon hasta el final, los culés se quedaron con la amarga sensación de haber estado a un paso de la final.
El Inter de Milán, por su parte, regresa a la final continental después de una eliminatoria que quedará grabada en la memoria de todos. En un fútbol donde las tácticas dominan a menudo, esta semifinal fue un recordatorio de que, a veces, el fútbol se trata de pasión, lucha y, sobre todo, goles. San Siro fue testigo de una guerra futbolística digna de su leyenda.
