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El legado de Prisca Awiti impulsa a nuevas generaciones del judo mexicano

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La histórica medalla de plata que Prisca Awiti consiguió en el tatami parisino de la Champ-de-Mars Arena durante los Juegos Olímpicos de París 2024 no solo quedó grabada en la memoria del deporte mexicano, sino que encendió una chispa en las nuevas generaciones. Dos jóvenes promesas, María Cruz y Rafael Ramírez, demostraron que la inspiración también se traduce en resultados, al conquistar medallas de bronce en los Juegos Panamericanos Junior, en las categorías -63 y -73 kilogramos respectivamente.

Para Rafael, oriundo de Puebla, el recuerdo es vívido: en 2024, con apenas 16 años, veía por televisión la hazaña de Prisca junto a sus hermanos y amigos. Aquella histórica primera medalla olímpica de judo para México reafirmó su pasión y lo llevó a soñar con su propia participación en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028. “Prisca es un ejemplo a seguir, nos demuestra que sí se puede. Además de ser una gran competidora, es una persona humilde que me motiva a ser mejor”, comentó el joven judoca, quien se llevó su presea tras vencer en tiempo extra al estadounidense Anthony Farnot.

Por su parte, María Cruz vivió una competencia intensa, quedándose con la espina de no alcanzar el oro. Sin embargo, su victoria frente a la cubana Wendy Martínez le dio el bronce y la cuarta medalla para México en judo durante esta justa. “La medalla de Prisca fue un gran impulso para el judo mexicano. Tenerla como referente me inspira muchísimo. Somos atletas junior que soñamos con Mundiales, Olímpicos y cosas grandes”, señaló.

Ambos atletas comparten un mismo destino: seguir escalando en el mundo del judo con la vista puesta en Los Ángeles 2028, llevando consigo el ejemplo de Prisca Awiti y el orgullo de representar a México en lo más alto del podio.

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