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EL LODAZAL

Superiberia

Por: Andrés Timoteo / columnista

Uno le grita: “¡ladrón!” y el otro le responde: “¡lagarto!”. Uno exhibe videos de sus “recaudadoras” de dinero ilícito y el otro le saca una “carpeta azul” con denuncias penales y el listado de propiedades inmobiliarias, producto de un presunto enriquecimiento ilícito –la misma carpeta que canturreaba Javier Duarte en su momento-. Uno lo reta a debatir en público y lo pica aludiendo a la cobardía –”no le saques”, le arenga- y otro responde: “zafo, me vaya a robar la cartera”.

Se trata de la enésima escaramuza verbal entre el fundador y dirigente del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador  y el gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, quienes en los últimos tres días han estado enfrascados en puyas discursivas y mensajes en las redes sociales para descalificarse mutuamente. La última gira del tabasqueño por la Entidad tuvo dos finalidades: desmentir que se recaude dinero a su nombre y responsabilizar a Yunes de esa exhibición.

 El duelo no llegó a las manos -pese a que ambos estuvieron como ‘gallos de pelea’- y quedó en mera finta el reto de un debate para ayer domingo en la ciudad de Córdoba. López Obrador escurrió el bulto con la misma excusa que ocupó el  23 de febrero y el 9 de marzo, cuando Yunes le hizo el mismo desafío. Puente de plata al enemigo que huye, reza la sabiduría popular.

 Algunos han calificado como protagonismo ocioso el de Yunes Linares, por enfrascarse en una guerra verbal contra el dirigente de un partido político. Dicen que pierde el tiempo en cuestiones electorales cuando debería estar ocupado en los asuntos estatales. Es verdad, pero más allá de eso, en el actual contexto político de Veracruz no hay  otro líder con el tamaño para enfrentar al tabasqueño.

 Ya se ha dicho que ni el líder estatal del Partido Acción Nacional (PAN), José Mancha, ni el del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Alberto Velásquez -¿quién es?, ¿alguien lo conoce?- ni el secretario general de Gobierno, Rogelio Franco, que, se supone, es el segundo personaje en importancia en el Gobierno veracruzano,  tienen estatura para contestar y cuestionar a López Obrador. Mucho menos los inexpertos diputados Locales y Federales de ambos partidos que están coaligados. O sea, no hay uno sólo que se pueda ocupar de la salpicadera de lodo.

 También la escaramuza declarativa de Yunes y López Obrador refleja que el blanquiazul y Morena son las dos fuerzas que disputan en realidad  la mayoría de las 212 presidencias municipales. El ingrediente adicional son los alcances nacionales de la reyerta, en la cual el Peje lleva la de perder porque le echan montón por todas partes. Lo exhiben en Veracruz con video-escándalos y la polémica se replica en el altiplano con gusto, tanto por el PAN como por el PRI y todos los satélites. En resumen, Yunes Lanza el lodo y los otros prenden el ventilador.

Dice López Obrador que sale inmune a la injuria y que su plumaje es como las aves que relataba el poeta Salvador Díaz Mirón, que “cruzan el pantano y no se manchan”, pero si lo fuera no estuviera a la defensiva ni hubiera recurrido a la misma cantaleta de Duarte de Ochoa con su carpeta de denuncias. Echar mano del mismo discurso de Duarte contra Yunes es dramático y por supuesto, amplía la sospecha que muchos le achacan: de estar en sintonía con el preso de Guatemala.

A su vez, es cierto lo que muchos dicen, Yunes Linares distrae su quehacer de gobernante y se asumió como operador de electoral. Atacar al tabasqueño le da réditos en el altiplano, se congracia con Los Pinos y recibe buenas-atenciones y manga-ancha en su operatividad a  favor de su partido a nivel local, pero a los veracruzanos, sus gobernados, nos les aporta ningún beneficio. Así, el lodazal es conveniente para proyectos personales y familiares no en el quehacer de Hombre de Estado. ¿Quién extraña a los que se fueron?

 Por cierto, el gobernador Yunes Linares tiene memoria de teflón, ya que ayer se paseó del brazo con el gobernante de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera. Ambos tocayos anunciaron un programa electoral en materia de salud. “Voto a tu puerta”… digo…”Medico a tu puerta”, se llama el entuerto. Es grave que en Veracruz se reciba a Mancera como un activo electoral y le hagan caravana cuando fue quien en su momento  protegió a Duarte de Ochoa.

Mancera ordenó retorcer las investigaciones judiciales por el asesinato del fotorreportero Rubén Espinosa y la activista Nadia Vera, perpetrado en la colonia Narvarte, en agosto del 2015, para darle impunidad a Duarte. Entonces, debería ser declarado persona “non grata” en Veracruz en lugar de quemarle incienso.  De pilón, al fiscal aldeano Jorge Winckler le dio amnesia y se olvidó de llamar a Mancera y a su procurador, Rodolfo Ríos, “bola de corruptos” por proteger a Duarte. Unos son corruptos y otros no, a contentillo y conveniencia  de los funcionarios locales.

 

IGUALES  QUE ‘EL CHIVO’

La semana pasada se dio una especie de catarsis sobre los excesos nominativos que se dieron en el sexenio anterior, la mayoría de las veces por una conveniencia malsana de sus promotores y una megalomanía de quienes estaban embriagados de poder.  En el Sur de la Entidad, concretamente en la congregación Villa Allende de Coatzacoalcos, retiraron el nombre de la exprimera dama, Karime Macías Tubilla, a una clínica.

 Según el reporte del periódico capitalino Eje Central, en la misma ciudad sureña hay un albergue para ancianos con el nombre de la esposa de Javier Duarte de Ochoa y Las Choapas, un municipio cercano, la casa de atención a la mujer se llama igual. En la conurbación Veracruz-Boca del Río,  los farisaicos que integran el patronato de la Feria Ganadera Ylang-Ylang cubrieron con un trapo el nombre de “Javier Duarte Franco” colocado en el 2014 en el recinto que alberga el evento.

 Hace tres años, los hipócritas ganaderos –muchos de ellos metidos a la política- aplaudían a rabiar a Duarte y le hacían la corte, perpetuando el nombre de su familiar en su sede. Hoy se avergüenzan de esa infamia y la cubren con lienzos. Nadie dude que el año próximo sustituyan el nombre de “Javier Duarte Franco”  por el de “Miguel Ángel Yunes Linares”, pues la  lambisconería de los líderes de la asociación ganadera local es  patética.

Los ‘barberos’ tienen crisis  de conciencia y están retirando la nomenclatura de la vergüenza, bajo la reflexión convenciera de: ¿cómo esos  lugares, algunos de beneficencia y otros de representación gremial –en este caso ganadera- pueden llevar el nombre de una ladrona y del padre de un ratero? Pero eso no es nada nuevo, pues hay otros insultos públicos que siguen ahí, vigentes.

 Por ejemplo, en el puerto de Veracruz y en el municipio de Pajapan, hay colonias que se llaman “Rosa Borunda de Herrera”, otra saqueadora del erario, y su propio marido, el innombrable,  tiene una estatua de pie en Tierra Blanca, y  en Xalapa y Tuxpan dos colonias llevan su nombre.   Durante los dos últimos sexenios en Veracruz la megalomanía de los gobernantes de la fidelidad  fue supina, una reedición de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, apodado “El Chivo”, en los años cuarenta.

 El déspota dominicano llegó a cambiarle el nombre a la montaña más alta del País, la cual se llamaba, Pico Duarte, vaya referencia infausta- por Pico Trujillo y a la capital Santo Domingo la nombró Ciudad Trujillo.  A nivel local no hay que olvidar, los puentes Fidelidad I, II, III y hasta el infinito, los programas públicos del mismo nombre, las coaliciones electorales y demás nomenclatura para el culto a la personalidad de quien se jactaba de tener “el pin… poder en la mano”.

 -La maldad enamora a ciertos personajes, como el Presidente de  Orizaba, Juan Manuel Diez Francos, quien mandó a levantar una estatua al sangriento dictador Porfirio Díaz, donde se arrodilla y  coloca ofrendas florales, símbolo de esa ultraderecha retardataria e intolerante que se impone porque el pueblo permite que los déspotas se hagan del mando-. Sin embargo, tarde o temprano esos nombres se caerán y las estatuas serán tumbadas. Se arrojarán  al basurero de la historia.

Empero, en el caso de los dos últimos exgobernantes veracruzanos,  hay una propuesta interesante: que a los penales veracruzanos donde lleguen a meter a se les rebautice con sus nombres. Por ejemplo, el reclusorio Dupor-Ostion en Coatzacoalcos bien podría llamarse centro penitenciario “Javier Duarte” y el de Pacho Viejo, reclusorio “Fidel Herrera”, para recordar que son sitios a donde van a parar los malhechores.  Magnífica idea.

 

COMO LOS TERRORISTAS

El tema de moda son las bandas de ‘chupaductos’ o ‘huachicoleros’, o sea, los que se perforan clandestinamente los oleoductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) para robarse el combustible, principalmente gasolina. El pasado 4 de mayo en Puebla hubo un enfrentamiento entre militares y huachicoleros que dejó un saldo de 11 personas muertas y el fin de semana se produjo una explosión en Tierra Blanca, a causa de una toma clandestina y que provocó cuatro decesos.

 El robo de combustible no es algo nuevo y siempre ha sido uno de los negocios más rentables del crimen organizado. En Veracruz tiene un  largo el historial de muerte y de daños ecológicos, pero el enfrentamiento en Puebla lo llevó a la palestra mediática. Hoy se debate -en la prensa solamente- sobre la operación del crimen organizado y la complicidad de empleados y funcionarios de Pemex en ese ilícito, así como  la insuficiencia de corporaciones policiacas y militares para resguardar las tuberías de la paraestatal.

No obstante, lo anterior no es el principal motivo para ese delito, sino la cadena de corrupción que lo acompaña, y en la que están inmersos empresarios gasolineros y transportistas. Mientras haya clientela para el combustible robado, siempre habrá organizaciones delictivas dispuestas a extraerlo y distribuirlo clandestinamente. 

 Para combatirlo también hay que meter a la cárcel a los propietarios de gasolineras que compran el combustible robado, así como los concesionarios de transportes de mercancía, autobuses de pasajeros y taxis que lo consumen, en el afán de tener ganancias fáciles. Al igual que la droga, el combustible robado es un negocio sin fin mientras haya consumidores dispuestos a pagar por esos productos.

Y guardando las distancias, la venta de gasolina robada es como el negocio que en países del Medio Oriente hace la organización terrorista Estado Islámico que controla pozos petroleros de Irak, Afganistán y Siria, y vende petróleo más barato a empresas transnacionales corruptas. De ahí proviene la mayor parte de sus ingresos –cientos de millones de dólares- para comprar armas, explosivos y costear actos terroristas. Es el círculo perfecto, tolerado por las autoridades porque los consumidores son gente pudiente o influyente y sin escrúpulos, igual que en Veracruz.

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