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EL MINUTERO

Superiberia
  • Por Andrés Timoteo / columnista


 “Yo, Arturo, un hombre común. Hijo de Fructuoso Lona y Dolores Reyes, oriundo de Aguascalientes, sigo a Jesucristo como sacerdote y obispo crítico, soy fruto del mundo cristiano de mi familia, de la formación que recibí, del ser misionero que el Espíritu Santo engendró en mí y me condujo hasta los indígenas. Mi catolicidad es tolerante, incluyente y completamente universal, colegiada y Crística -de Cristo-.
Consciente de mi condición, con toda la libertad que me da la experiencia del amor y servicio a mis hermanos como maestro, profeta y pastor, cediendo mi voluntad a Dios y al hombre pobre, me pongo en las manos del Padre. Conscientemente escogí para mi consagración total la fiesta de la Asunción proclamando junto con todas las generaciones las obras grandes que Dios ha hecho por medio de la sencillez de María.
Hice mío su cántico como un himno de libertad para el pobre, el oprimido, el indígena pobre entre los pobres y de repudio al egoísmo que hace más grande la brecha entre pobres y ricos, más pobres cada vez más empobrecidos y menos ricos que cada día acumulan más. Soy de condición agradecida, por eso, de rodillas te doy Gracias Señor del cielo y de la tierra, Creador y Libertador, Compasivo y Misericordioso, Dios de vivos, Dios de lo imposible, Corazón del cielo y de la tierra,
Dador de la vida.
Agradecido por haberme invitado a participar en su obra desde cuando era un niño de ocho años y a media misa dominical el Padre Daniel gritó mi nombre, ¡Arturo! Pensé que la llamada era para otro, pero me señaló…de entre unos 400 niños en el interior del templo y desde ese momento me sentí invitado, no supe responder allí, pero me sentí invitado a participar como hijo en su Reino de Amor, Paz, Libertad,
Justicia y Verdad.
También quiero pedir perdón si he sido piedra de escándalo y por lo que haya causado por pequeño que sea el daño a cualquier hermano o hermana. Perdono a quienes se opusieron a mi trabajo evangelizador y a quienes me quisieron arrancar la vida en tantos atentados que tuve. Gracias, hermanos, porque sabemos perdonarnos y así nos estamos liberando del dolor.
Por Gracia de Dios he sido Pastor 40 años, he trabajado a tiempo y a destiempo por la construcción del Reino, he colaborado con Cristo en su misión que el Padre le encomendó. Lo he hecho con mis hermanos y
hermanas, con los hombres: varones y mujeres de mi época, yo no cambiaría mi época por otra, no la cambio por nada.
A lo largo de estos cuarenta años pareciera que fui contra la corriente, pero así es la cruz de Cristo que para algunos es locura, (pero) para nosotros salvación, la cruz es incómoda para el poder, la injusticia institucionalizada, la corrupción, para las instituciones que no aceptan el cambio, para el fanatismo.
 
SE LO LLEVÓ LA PESTE
 Soy hombre en continuo proceso de humanización en el servicio incondicional al pobre, al indígena, me siento con la libertad de decir que los amo a todos, y que amo las diferentes culturas indígenas con las que he convivido, las de México y del mundo. Es un privilegio servir e intercambiar, compartir en la diversidad de culturas en las que han germinado las
semillas del Verbo. 
Por la gracia de Dios soy padre y pastor antes que teólogo, la Pastoral Indígena es prioridad diocesana desde los inicios de mi gestión. Por gracia de Dios también soy profeta, hombre desprendido, porque quiero seguir a Cristo. En ese camino de la esperanza, hice mía la opción preferencial por los pobres, una opción irreversible, profundamente evangélica, formulada, eptada y llevada a la práctica entre nosotros.
El sistema en que vivimos polariza las relaciones de los hombres haciendo más profunda la división entre pobres y ricos, es un modelo muy diferente al del Indígena pobre entre los pobres, de una iglesia que aprende a caminar en comunión y participación. El sistema económico no tiene la
última palabra, es de Dios quien nos ha dado su
palabra.
Me gustan los retos. Si un obispo del tercer mundo lo logró (acciones como el combate a los caciquesdespojo de tierras, encarcelamientos injustos y el descuido a las comunidades en servicios públicos) qué sería si los hermanos obispos de la región o del mundo nos organizáramos para combatir prácticamente la injusticia.
Los amo y termino invitándoles a amar, no tengamos miedo de lanzarnos a vivir el amor, es la más grande de las aventuras de los hombres. Realmente nunca pensé llegar a ser un anciano, a ser un obispo, llegar hasta el día de hoy y repetirles hasta el cansancio: los amo. Su hermano: Padre Obispo Arturo Lona. Sábado 24 de septiembre de 2011”.
Lo anterior es parte del Testamento Pastoral que el obispo emérito de Tehuantepec, Oaxaca, hizo público hace nueve años (https://n9.cl/5nhi). Don Arturo, llamado “el obispo de los pobres” murió el fin de semana y con él se apagó uno de los faros de la Teología de la Liberación en México. Él pertenece a esa saga de pastores que defienden su rebaño de los lobos y a la que pertenecieron Samuel Ruiz, obispo de San Cristóbal de las Casas, Sergio Méndez Arceo de Cuernavaca y José Alberto Llaguno Farías de la Tarahumara. Vivo de ese linaje solo queda Raúl Vera, obispo de Saltillo.
Son pocos y se van yendo esos pastores que tanta falta hacen. Lona fue pastor hasta sus últimos días. Sobreviviente a 12 atentados, nunca se arredró en la denuncia pública de las injusticias y la defensa de los derechos humanos. Aún como obispo emérito continuaba asistiendo a presos en los reclusorios. Al obispo tehuano no lo mataron los caciques ni los gobernantes corruptos, pero sí un minúsculo virus, de la Covid-19.
Se lo llevó la enfermedad tan negada por el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, a quien apoyó abiertamente y al que llamaba “mi candidato, hombre de Dios que ayudará y cambiará a México”. Nunca había votado por ningún partido, pero que en 2018 lo hizo por López Obrador y Morena porque representaban “sin duda la esperanza para México frente al desastre del país”, según lo anticipó desde 2017.
El 28 de febrero de 2019, el obispo visitó al tabasqueño en Palacio Nacional pensando que ocupando el poder presidencial en verdad iba a traer justicia al país. Vaya, Don Arturo se murió por esa peste que ya ha matado a casi 100 mil mexicanos, la mayoría pobres -los que tanto defendió-, y que es minimizada por el caudillo al que confundió con un salvador, casi
mesiánico. Cruel ironía.
 
BORRACHÍN Y GOLPEADOR
 Hablando de paradojas -o “para-jodas” como dice la actriz Pilar Boliver- y de Morena, ésta pretende impulsar como candidato a la presidencia municipal de Córdoba a Rubén Ríos Uribe, quien es todo un catálogo de pillerías e incongruencias. Para empezar, el diputado local fue postulado por un partido confesional, el desaparecido Encuentro Social (PES), pero no practica la doctrina ni los valores católicos.
El señor es famoso por su afición al trago y -según se supo recientemente- a los narcóticos, como lo reveló su pareja sentimental, Andrea Ramírez Soto, quien la semana pasada denunció que fue golpeada salvajemente por este sujeto que también la amenazó de muerte y con echarle encima el aparato estatal si se atrevía a ir con las autoridades.
La víctima hizo público el tormento que vive al lado del legislador morenista quien “desde que asumió el cargo de diputado local llega con más frecuencia en estado de ebriedad y hasta drogado”, acusa. El episodio más reciente de violencia doméstica fue en días pasados cuando la agredió físicamente provocándole hematomas y desprendimiento de retina en un ojo.
“Me dio de patadas en el cuerpo, en la espalda y el abdomen y cada vez me golpea con más salvajismo y al otro día como si nada hubiese pasado”, relata. Pero esto no es algo nuevo pues las correrías y excesos de Ríos Uribe ya se sabían. Es más, en los corrillos políticos de la zona centro lo conocen como el “dipucheves” por su dipsomanía y arranques de violencia cuando está intoxicado.
Aquí, las preguntas obligatorias son: una, ¿los cordobeses y especialmente las mujeres de Córdoba votarán por Ríos Uribe para que se convierta en alcalde?, y la segunda: ¿la actual edil, Leticia López Landero quien agita la bandera del feminismo y la equidad de género le hará la campaña al morenista -como lo pactó con Palacio de Gobierno- a pesar de ser un borrachín y golpeador de mujeres? Ahí se medirá la calidad de las personas.
 
¿HABRÁ SUSTO O REGOCIJO?
 La primera semana de noviembre comienza con un acto de decisión importante para Estados Unidos, para México y para el mundo, que es la elección del presidente del vecino país. Como siempre, solo hay dos opciones, las de los partidos Demócrata y Republicano. El primero tiene a Joe Biden quien parece adelantado en las encuestas, pero la experiencia de hace cuatro años con Hillary Clinton llama a no confiarse y el segundo a Donald Trump, actual mandatario que busca la reelección.
Lo peor que le puede pasar a México y al mundo -que no a los estadounidenses que ya lo lidiaron- es un triunfo de Trump, enemigo jurado de los mexicanos y de los migrantes. Y otra vez, paradójicamente, el gobierno lopezobradorista promueve la reelección del gobernante gringo, cuando debería estar en su contra y del lado de los paisanos agredidos y vejados por ese gobernante despótico.
La encrucijada no es lejana a nuestro país ni menor pues en Estados Unidos vive un millón de veracruzanos. En términos políticos, una derrota de Trump sería el segundo descalabro electoral para el lopezobradorismo después del declive en Coahuila e Hidalgo. En fin, mañana martes se sabrá si hay susto o regocijo, si los electores estadounidenses rechazan o refrendan al autócrata anaranjado.

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