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EL MINUTERO

Superiberia
  • Por Andrés Timoteo / columnista

BUEN VIAJE
Querida Angélica, desde ayer eres plena de tu nombre: un ángel. Vuela libre, lejos del dolor terrenal. Descansa y goza del cielo que ahora es tuyo. Buen viaje con cariño.

JONATHAN Y EDUARDO
Tezonapa, Amatlán de los Reyes, Omealca y Coatzacoalcos son los puntos de Veracruz en los que se palpó la brutalidad de la policía estatal en los días recientes. En estos cuatro lugares, los efectivos de la Secretaría de Seguridad Pública no solo han demostrado que actúan de forma similar a la delincuencia organizada, sino -lo que es peor- que lo hace al amparo del esquema gubernamental. Es pocas palabras, los policías veracruzanos son criminales con licencia para golpear, secuestrar y matar.
En La Patrona, poblado de Amatlán de los Reyes, se confirmó que los adolescentes -niños en realidad- Jonathan Herrera Aguilar y Eduardo Jiménez Aguilar de 13 y 15 años, no murieron por estar en el lugar y la hora equivocados cuando había una persecución a balazos entre delincuentes y policías como difundió palacio de gobierno. No, ellos víctimas de una ejecución extrajudicial el pasado viernes.
Familiares y lugareños de La Patrona desmintieron la versión gubernamental que busca criminalizar a los primos y justificar la acción ilegal de la llamada Fuerza Civil. Ayer, en una carta pública, los habitantes de la comunidad afirmaron que “no hubo tal persecución ni enfrentamiento con ningún grupo delictivo” y que ambos estudiantes de secundaria fueron asesinados a mansalva por los policías al mando del neoleonés Hugo Gutiérrez Maldonado.
“El viernes a las 14 horas, elementos de la Fuerza Civil allanaron un domicilio particular en el centro de nuestra comunidad, disparando, rompiendo puertas y candados, resultando en la muerte de estos dos adolescentes en el interior de la vivienda”, relatan los lugareños. “Lo que constatamos fue la entrada de la Fuerza Civil a la comunidad, sin ninguna orden judicial; disparando, ocultando información y negando el reconocimiento de los cuerpos de los adolescentes a sus familiares”.
Es decir, no solo los mataron dentro de la vivienda, sino que después manipularon los cadáveres y la escena del crimen, los “sembraron” en el exterior para hacerlos pasar como “daño colateral” de una inexistente refriega con malhechores. Y no pararon ahí, pues los uniformados luego matraquearon a los lugareños que se manifestaron bloqueando la carretera federal que comunica al poblado con la cabecera municipal y marchaban hacía la autopista Córdoba-Veracruz para exigir justicia por el doble asesinato.
“La respuesta llegó aproximadamente a las 16:00 horas del 3 de julio con policía antimotines agrediendo a automovilistas, camiones de pasaje y manifestantes, con golpes, gases lacrimógenos y disparos tanto en la autopista como en la entrada a Amatlán de Los Reyes, así como en la región de Tezonapa”, acusan los amatecos en su carta.
Durante el fin de semana, desde Comunicación Social del gobierno estatal se desvivieron por dispersar la versión de que Jonathan y Eduardo había sido “víctimas colaterales” y hasta montaron un tinglado dando el nombre de un supuesto capo que habría sido el responsable de la muerte de los niños. Se dijo es un tal Gregorio Arenas apodado “El Wester”, cabecilla regional de un cártel del narcotráfico, pero ayer lo desmintieron los mismos pobladores de La Patrona. Las balas que mataron a Jonathan y Eduardo no fueron disparadas por la mafia, sino por la policía del estado, reprocharon.
Y el famoso “Werter” sería un ‘chivo expiatorio’ para sacar el apuro a los policías de Gutiérrez Maldonado. Es el mismo guión que se utilizó en el 2019 tras la masacre en el bar “Caballo Blanco” de Coatzacoalcos, cuando el gobierno estatal difundió que el autor del ataque en el que perecieron 26 personas era Ricardo Romero, alias “La Loca”, un sicario de la misma organización criminal -¿casualidad o indicio?- a la que ahora ligan al “Wester”, pero resulta que este individuo estaba fuera de la entidad y la mentira oficial se cayó.
Ah, y la ejecución extrajudicial en La Patrona también recuerda a otra que cometieron los policías estatales el 12 de enero del 2020, cuando allanaron una vivienda en Atzalan para saquearla. Allí mataron a balazos a don Bellarmino Cardeña y a su nieta, María Magdalena de 11 años. No olviden que en ese entonces, el propio gobernante en turno, Cuitláhuac García, criminalizó al anciano y a la niña acusándolos de ser miembros de una peligrosa banda delictiva. Todo para tapar los crímenes de su policía.

¿OTRA COMILONA?
Desde mitad de la semana pasada, en Tezonapa la policía estatal también dispersó a golpe de tolete un grupo de personas que protestaba por la detención de tres empleados municipales, a los que se les acusa del homicidio de un policía estatal, algo que niegan sus vecinos y allegados. En Omealca se desató la furia popular porque los efectivos policíacos llegaron a la comunidad Cruz Tetela a saquear viviendas e incendiarlas, golpeando a cuatro lugareños. Allí, los pobladores le hicieron frente a los agentes, les bloquearon los accesos carreteros y estos tuvieron que hacer disparos al aire para poder huir de la turba enardecida.
¿Y qué se dijo desde palacio de gobierno? Que los policías iban tras peligrosos delincuentes y fueron agredidos por los lugareños. Luego vino un desalojo violento donde se usaron gases lacrimógenos contra habitantes de Amatlán, Tezonapa y Omealca, que el sábado bloquearon diferentes puntos de la autopista Córdoba-Veracruz. Vaya, ¿dónde quedó esa promesa de que nunca utilizaría la fuerza pública contra el pueblo?
En Coatzacoalcos, al sur del estado, también la SSP realizó el desalojo con violencia de un grupo de personas que bloqueaba la carretera a Villahermosa, para exigir la presentación con vida de un joven, que horas antes había sido ‘levantado’ por la misma policía estatal -que no detenido, porque se lo llevaron sin orden judicial y con lujo de violencia- y de paso aporrearon a seis periodistas que cubrían el operativo policíaco.
En la prensa y redes sociales se exhibieron videos cuando los policía arremeten contra los reporteros, les quitan teléfonos móviles y cámaras, los agreden físicamente. Varios fueron detenidos, aunque liberados poco más tarde. No es la primera vez que agreden a los colegas, ésta es la más reciente y nadie dice nada. Los de la paquidérmica Comisión de Protección -risas- a Periodistas guardan un silencio vergonzante.
¿Qué harán estos zánganos que viven del erario? Seguramente convocar a otra comilona entre reporteros y el secretario Gutiérrez Maldonado como lo hicieron el pasado 20 de mayo, tres días después de que sus policías amenazaron y agredieron a varios reporteros y fotógrafos cuando cubrían el desalojo con violencia de maestros que protestaban frente a las oficinas de la Secretaría de Educación de Veracruz en Xalapa.
En lugar de emitir una recomendación, condenar los hechos y exigir castigo a los gorilas policíacos, los de la CEAP organizaron un convite en el que Gutiérrez Maldonado hasta repartió abrazos. Los comisionados son tan descarados que volverán a sentar al secretario con sus víctimas “para simular una reparación del daño”. Si no lo hacen, no los volverán a llevar a ese programa en la oficialista Radio Televisión de Veracruz (RTV), ¿cómo se llama?, ¿”Trece a la mesa y un chayo”? Ah, “Ocho Calumnias”, tan chafa y sobón que nadie ve.

CÁNCER, VENENO Y BALAS
Son dos historias que muestran el doble rasero del gobierno estatal para con los niños en desgracia. El viernes, el aparato estatal y sus repetidores en la prensa canturrearon que el pequeño Jacobo logró superar el grave cuadro de salud que sufrió por haber ingerido veneno. El niño de siete años había sido traslado vía aérea de Coatzacoalcos al puerto de Veracruz para ser tratado luego de que comió un pan envenenado en su domicilio de la comunidad San Antonio, en Soteapan, al sur de la entidad. Su hermanita, Adriana de 7 años, quien también consumió tóxico, no logró sobrevivir.
Pues bien, para el “alta” del infante y su retorno al sur se apersonó el mismo secretario de Salud, Roberto Ramos Alor, quien simuló revisarle sus signos vitales y de la mano lo subió a la aeronave. Obvio, todo fue fotografiado y difundido desde palacio de gobierno, aunque haya sido una pantomima, porque en realidad al infante soteapeño lo usaron como propaganda para evitar hablar de su negligencia criminal para con otros niños.
A una calles de donde Ramos Alor montaba el teatro, padres de niños con cáncer mantenían bloqueos intermitentes y el plantón frente a la llamada Torre Pediátrica porque no han llegado ni los medicamentos ni las fórmulas para las quimioterapias, a pesar de las minutas firmadas por los funcionarios federales.
Hay que recordar que en el 2009 el innombrable se fotografiaba y paseaba junto al -entonces- niño Edgar Hernández de Perote, considerado el ‘paciente cero’ de la pandemia de la gripe porcina AH1N1, pues tal cual lo hace Ramos Alor con el pequeño Jacobo. Este tipo de sujetos no ven a los niños como vidas salvadas ni acciones encomiables sino como meros instrumentos de publicidad morbosa y conveniente distracción.
Al final de todo se llega a una conclusión que pudiera sonar a una expresión burlona, pero en realidad es una síntesis de la tragedia en Veracruz: a los niños si no los mata el veneno o el cáncer, lo hace la policía cuitlahuista. Con ese adagio funesto terminó la semana y con el mismo inició la nueva.

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