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EL MINUTERO

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LA RANA Y EL ESCORPIÓN

Refundido por los electores a la tercera fuerza electoral y bajando, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) está ante la disyuntiva de continuar con su ortodoxia de obedecer ciegamente al presidente en turno, aunque no sea de su militancia, o erigirse como una oposición sino real al menos creíble. La iniciativa de reforma al sector eléctrico que el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador envió al Congreso de la Unión es la primera gran fragua para que el tricolor se
decante políticamente.

Es una reforma constitucional que mayoría calificada o sea las dos terceras partes de los votos en San Lázaro, pero a su partido, Morena, no le alcanzan las curules que posee ni con sus aliados el PT y el PVEM. Necesita como mínimo otros 71 votos que no se los van a dar ni el PAN ni el PRD y no se los puede aportar el Movimiento Ciudadano que lidera su antiguo aliado, el exgobernador Dante Delgado. El PRI es el único que le puede facilitar que esa modificación constitucional pasé la aduana
parlamentaria.

De entrada, todo parece indicar que la cúpula del tricolor liderada por Alejandro Moreno, también diputado federal, y el exgobernador de Coahuila, Rubén Moreira, el coordinador de los diputados tricolores, ya negociaron con el lopezobradorismo para hacer valer el llamado “PriMor” o sea la alianza de facto entre su partido y Morena. Pese a que el PAN y el PRD, sus aliados en las elecciones pasadas y con los que tienen un acuerdo legislativo, ya anunciaron que rechazarán la propuesta en el tricolor se niegan a hacerlo y anuncian foros y consultas a sus bases para
decidir.

Por supuesto que eso es una estrategia para dilatar la decisión o, en su caso, justificar el respaldo a la iniciativa presidencial pues en el tricolor nunca ha validado la democracia interna ni mucho menos la opinión de la militancia. Es posible que terminen votando a favor de la reforma eléctrica y queden sometidos a la voluntad presidencial aunque López Obrador no sea de su partido, como se dijo líneas arriba. A cambio, seguramente recibirán del régimen pagos en especie y en impunidad pues muchos de los mandamases priistas son tremendos delincuentes que tienen procesos
judiciales abiertos.

Lo harían sin chistar porque la vergüenza y el pudor político nunca ha sido su fuerte. Empero, la factura a pagar será alta porque el partido quedará totalmente desfondado frente a su militancia y a la ciudadanía que esperan una oposición rescatable, según coinciden casi todos los analistas. La sabiduría popular no se equivoca y todo apunta a que al PRI le pasará lo que al escorpión en aquella fábula popular que involucra a una rana.

El escorpión que trataba de cruzar el río le propuso a la rana que lo llevará en sus espaldas a la otra orilla. Al principio, la rana se negó porque se arriesgaba a que la picara y muriera. El escorpión prometió que no lo haría por lo que el batracio aceptó. A la mitad de la corriente, el alacrán no se pudo contener, encorvó la cola con el aguijón y pinchó a la rana. Ambos murieron antes de llegar a orilla: la rana envenenada y el
escorpión ahogado.

La moraleja es que así es la naturaleza del escorpión, no se puede resistir a hacer lo indebido aun cuando en ello le vaya la existencia. Todo indica que el PRI tampoco puede resistir a su naturaleza de sometimiento, aunque en este caso la “rana” no es ninguna ingenua y también tiene una trampa emponzoñada para el alacrán pues ayer, en su último día de gira por Veracruz, el tabasqueño López Obrador develó el enamoramiento que realiza sobre el tricolor para que vote su reforma.

Dijo que ese partido está ante “una oportunidad histórica” para decidir entre seguir con la política del salinismo -privatizadora y neoliberal- u optar por el camino de dos grandes expresidentes emanados de esa expresión, Lázaro Cárdenas y Adolfo López Mateos. Obviamente es una celada por ambos lados. Por uno, que el tricolor se olvide de ser oposición y por el otro que sea el tabasqueño quien decida o les ordene la doctrina interna como partido. Tal es el cortejo envenenado.

PAN ACEDO

Pero no solo el tricolor está en entredicho sino que la oposición política en general ha quedado a deber mucho. No hay figuras de valía en ella y sus dirigentes siguen apocados frente al maremágnum en que se convirtió López Obrador y su Morena. Arrastrando el repudio ciudadano por la corrupción que la distinguió durante sexenios y en especial por los presidentes surgidos de sus filas, esta oposición no ha sabido remontar el desprestigio.

Salvo la alharaca con críticas oportunistas hacia el tabasqueño, tampoco ha podido articular una propuesta seria para recuperar o al menos para reivindicarse ante los ciudadanos que la castigaron en las urnas electorales. Han pasado tres años del triunfo del lopezobradorismo y los opositores siguen “moralmente derrotados”, como bien se los dijo el aludido.

El PAN a pesar de que estadísticamente es la segunda fuerza política del país no se ha comportado a la altura de las circunstancias y vaya que éstas son apremiantes porque ante la decepción y locura política en que se convirtió el morenismo se requieren urgentemente de alternativas. Sin embargo, el blanquiazul no ofrece nada nuevo y tampoco presenta rostros frescos que inspiren la confianza ciudadana.

La prueba más reciente de eso es que pese a ser un tipo gris, muy limitado y sin autoridad política, el michoacano Marko Cortés acaba de ser reelecto como presidente de su Comité Ejecutivo Nacional y será el que sostenga las riendas panistas en la elección presidencial del 2024. ¿Qué se puede esperar de este tipo cuando ha hecho un papel terrible desde que asumió la dirigencia partidista en noviembre del 2018 justo en las vísperas de que comenzara el régimen lopezobradorista?

Algunos dirán que su mérito fue haber maniobrado para integrar la alianza “Va por México” juntando lo imposible de juntar: al panismo con el priismo para enfrentar al morenismo, pero eso no fue ni decisión ni hazaña de él sino una orden desde las cúpulas de los poderes fácticos que mandan en el país. Con Cortés repitiendo en la cabeza del panismo poco hay de atractivo para los electores. Lo peor, ¡no tuvo siquiera competencia al interior de su partido!, ¡fue candidato único!

El PAN está acedo. Y lo mismo pasa en Veracruz donde se prepara la renovación del comité estatal para finales de año, aunque tal relevo ya está pactado entre los mismos de siempre y no es nada bueno. Afirman los bien enterados que echarán de la dirigencia al tantoyuqueño, Joaquín Guzmán Avilés, cuestionado por su alianza subrepticia con el cuitlahuismo y por los desastrosos resultados electorales de este año, pero lo sustituirá quien ahora es su secretario general, el azuetense -que no terrablanquense- Tito Delfín Cano.

Delfín Cano es miembro de la corriente más corrupta del panismo, que lo mismo pactó con la fidelidad que con el duartismo. ¡Y ahora va con el yunismo!, para hacerse de la dirigencia partidista, aunque los yunistas se echaron un alacrán encima – ¿o fue a la inversa?- porque con Delfín y con su grupo político no hay nada seguro ya que si les abren la cartera desde palacio de gobierno traicionarán a quien se les ponga
enfrente.

Entonces, tanto los yunistas como sus nuevos aliados, los famosos ‘panistas rojos’, en el pecado llevarán la penitencia. La inercia local es igual a la nacional: los veracruzanos no esperen nada bueno del próximo dirigente panista y para el 2024 tampoco habrá rostros nuevos que los animen a votar por la opción azul. El PAN veracruzano también se acedó.

PIÉRDEME EL RESPETO

En otros tiempos, no muy lejanos, era dueño del discurso y de las asambleas masivas. La diatriba con micrófono en mano, el debate por lo regular álgido con sus adversarios y la fascinación al público lo distinguieron durante dos décadas. Ahora, el tabasqueño López Obrador se suma a la lista de presidentes que le tienen miedo al reclamo público, al cuestionamiento abierto y que no pueden pisar el recinto legislativo.

Tal pavor hizo que López Obrador desistiera de presentarse el próximo jueves en el Senado para entregar la Medalla Belisario Domínguez que en este 2021 la portará la economista, Ifigenia Martínez, uno de los pilares de la izquierda en México y protagonista de la lucha del cambio político desde 1988. Doña Ifigenia es fundadora del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y también de Morena – actualmente es senadora por éste último-.

Sin embargo, aun con el baluarte que representa para la izquierda mexicana y el apoyo que desde hace años ha dado al proyecto lopezobradorista, el presidente prefirió desairar a la senadora Martínez que enfrentar un supuesto reclamo que le harían los legisladores de oposición. Es la primera vez que un Mandatario no acude a otorgar dicho galardón y con ello también se vulnera el marco constitucional que contempla que éste deberá ser colocado por el presidente.

En su lugar irá otro López, también tabasqueño, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López. ¿Qué es lo que al primer López le hizo temblar las corvas y decidiera no acudir a la Cámara alta? Un tuit de la senadora Lilly Téllez que interpretó como una convocatoria “a que me falten el respeto”. ¿Qué dice ese mensaje en la red social de la legisladora sonorense? “El violador serial de la Constitución: el señor presidente López Obrador… vendrá al Senado la próxima semana; es preciso hacerle frente”.

Y un solo tuit de veinte palabras y escrito por una mujer que hasta hace poco era su aliada -no pierdan de vista esas tres condiciones- puso amedrentó al otrora dueño de la palabra y la tribuna. No irá pues al Senado y con esa decisión deberá comerse sus críticas hacia sus antecesores Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña de los que se reía hasta el cansancio porque no podían ni querían asistir a las sedes legislativas por temor al reclamo y los abucheos. Ellos tenían una suerte de veto autoimpuesto para presentarse en los recintos parlamentarios y ahora López Obrador terminó igual.

“Piérdeme el respeto/ déjate de cosas/ y hazme te lo ruego/ las proposiciones más indecorosas”. Este sainete como recuerda la canción interpretada por la veracruzana Paquita la del Barrio. “Piérdeme el respeto/ mi querido amigo/ que muero de ganas/ porque se apapachen tu cuerpo y el mío…” La dedicatoria de una al otro y viceversa. 

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