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El minutero: Bajo nivel

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BAJO NIVEL

 

Son signos de los tiempos que transcurren en Veracruz. El movimiento obrero de Río Blanco que junto con el de Cananea, en Sonora, fue la cuna de la defensoría de los derechos laborales en el país y antesala de la Revolución Mexicana quedó tan degradado que ya ni se honra a los héroes de esas gestas y ni siquiera sirven para la reivindicación de los derechos de los trabajadores sino que devino en escenario de pleitos intestinos entre organizaciones priistas de baja estola. 

Ayer, la ceremonia para recordar los 107 años de la huelga de la región fabril de Río Blanco y el martirio de cientos de obreros por parte de las fuerzas porfiristas en 1907, terminó en un zafarrancho entre dos grupos opositores de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), unos provenientes de la capital del país con la intención de arropar al dirigente nacional Isaías González y otro local, del eterno líder estatal, Tomás Tejeda Cruz, cuya permanencia ya es cuestionada por la misma dirigencia nacional. Ambos comenzaron con un enfrentamiento verbal que terminó en agarrón físico: patadas, escupitajos, cachetadas guajoloteras y pellizcos.

Los policías presentes en el lugar no pudieron controlar el jaloneo y terminaron como parte del teatro. Triste espectáculo pues apenas hace algunos años el evento servía de tribuna para exigir justicia a miles de obreros despedidos de las siete fábricas de la región textilera -que alguna vez fue llamada la Manchester Veracruzana por su alta producción y excelente calidad de telas- pero las causas justas se redujeron a la disputa por el control de la CROC una de las organizaciones obreras más corruptas, ligada, obviamente, al PRI.

 Vaya, tan pobre estuvo el evento que no  hubo representantes de primer nivel ni del gobierno federal, sólo enviaron a un subsecretario del Trabajo, Rafael Avante Juárez, ni de la entidad porque sólo acudió el secretario del mismo rubro, Marco Antonio Aguilar Yunes -el gobernante en turno, Javier Duarte de Ochoa, ni siquiera se molestó en presentarse a honrar a los llamados Mártires de Río Blanco, a los cuales seguramente ni conoce- Ambos funcionarios se escondieron debajo de las sillas cuando comenzó el pleito y en cuanto pudieron,  salieron huyendo en sus camionetas blindadas.

 Tan escaso fue el tiempo que nadie puso atención a los discursos -¿alguien recordó a los héroes de ese 1907 que sacrificaron su vida por mejores condiciones laborales de los obreros de todo el país? ¿se oyeron los nombres de Manuel Ávila Rocha, José Neira Gómez, Porfirio Meneses Córdoba, Juan Cabrera Lira, José Rumbia Guzmán, Melitón Martínez, Juan Paz Luna?, ¿alguien destacó, para que lo sepan las nuevas generaciones, que hubo mujeres heroínas tan valientes como sus colegas varones? 

Ellas fueron Lucrecia Toriz, Margarita Jiménez, Filomena Pliego, Isabel Díaz, Carmen Cruz y Dolores Larios. Por cierto, la primera, Lucrecia Toriz, es quien más destacó por su capacidad de liderazgo entre los textileros, la organización de contingentes para enfrentar las fuerzas porfiristas y el ánimo a los obreros varones que fueron martirizados por militares. La orizabeña pasó a la historia popular más no a la oficial y demostró que las mujeres tuvieron una participación vital en este acontecimiento histórico.

 Pero todo el bagaje cultural e histórico de la gesta heroica de Río Blanco ya no es motivo ni de homenaje ni de recuerdo. Ahora su aniversario sirve para el enfrentamiento entre los facinerosos líderes sindicales, el jaloneo por retazos de poder priista, la presencia de insulsos funcionarios, la ausencia de los  ignorantes de la administración pública y para que quede demostrado que en Veracruz todo deviene en bajo nivel y eso mismo es un espejo de quienes ejercen el poder.

 

LOS ATREVIDOS

 

Por cierto, en un acto similar, el conmemorativo a la promulgación de la primera ley agraria del país, la de 1915, celebrado el lunes 6 de enero en la conurbación Veracruz-Boca del Río, también se dio la ratificación de que nada ha cambiado en la ortodoxia oficial. Algunos dicen que son “nuevos tiempos” pero lo que se percibió fueron los viejos discursos, las prácticas vetustas y la tradicional simulación. El evento encabezado por el copetón Enrique Peña Nieto no despertó ni las esperanzas ni las satisfacciones de nadie, ni siquiera de los campesinos acarreados a las instalaciones del WTC de Boca del Río. 

Peña Nieto aseguró que en este año se apuntalará una “reforma profunda” y presumió una inyección presupuestal de 338 mil millones de pesos para cambiar al agrosector. Ni para creerle pues apenas hace un año, el 6 de enero del 2013, el mexiquense prometía “cambiarle el rostro al campo” y hacía referencia a la llamada reforma laboral -aprobada en noviembre del 2012- la cual permitiría fortalecer el nivel de vida de los campesinos que tendrían remuneraciones justas y seguridad productiva.

Es más, anticipó que habría un clima de paz y certeza jurídica en el campo, llegarían inversiones a borbotones con la transformación de la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA) a la Secretaría de Desarrollo Agrícola, Territorial y Urbano (Sedatu) y así, su gobierno “movería a México con los pies bien plantados sobre la tierra”. Pura demagogia, de lo nuevo a lo profundo nada se ha obtenido.  A un año de distancia ni hay inversiones ni hay paz.

Ahí está el surgimiento de los grupos de autodefensa en zonas rurales y los enfrentamientos armados diarios en las comunidades de casi todo el país. Tampoco hay certeza ni mucho menos el campesino gana lo justo por sus productos ni en sus jornales, al contrario tan sólo en Veracruz  hay cultivos en severa crisis como la caña de azúcar, los cítricos, el café, el arroz y la piña pese a las mentiras oficiales que pregonan bonanza.

 El viejo y falaz discurso también se repitió en el gobernante en turno de Veracruz con frases tan gastadas que no generan ni bostezos: “el campo no está solo”, “se alcanzará un verdadero cambio”, “mover al campo y a México”, “inversiones sin precedentes” y lo peor fue la comparación que hizo de Peña y  sus reformas de felonía con el presidente Venustiano Carranza y la Ley Agraria de 1915. ¿Qué decir ante esto? Casi nada, sólo recordar lo certera que es aquella frase de que “la ignorancia es atrevida”.

 Respecto a la antigua tradición de encontrar mensajes ocultos y señales políticas en cada visita presidencial se puede afirmar que hasta eso se ha desgastado. Más allá de estirar palabras y alusiones para dar la ilusión de preferencias por los veracruzanos o adulterar interpretaciones para difundir “amistades profundas” entre el cordobés y el mexiquense, la realidad es que todo fue inocuo. Claro, tampoco hubo réplica de lo ocurrido hace un año cuando Peña Nieto se negó a saludar de mano a la entonces presidenta municipal de Veracruz, Carolina Gudiño y entonces ni siquiera hubo sainete ayer para alimentar el morbo político. 

En resumen: fue un acto flojo, mensajes inexistentes, discursos arcaicos, alusiones recicladas y hasta las protestas de siempre -en este año fueron trabajadores de la empresa Tubos de Acero de México (TAMSA) que protestaron contra el líder charro Pascual Lagunes así como maestros que siguen repudiando la reforma educativa-, y como siempre, los manifestantes no fueron escuchados. 

Por cierto, a un año se confirma que el desaire del mexiquense Peña Nieto a la oaxaqueña Gudiño Corro, no fue involuntario sino adrede, premeditado y con el mensaje del repudio a lo que ella representaba -y lo sigue haciendo-: la fidelidad. Su cercanía con el innombrable fue el motivo por el cual el Presidente de la República no la quiso saludar, aseguran los allegados a Los Pinos. Y aún más, sostienen que ella no tendrá espacio en ningún cargo federal pese a que sus biógrafos la han promocionado para alguno.

 La oaxaqueña no es aceptada en la corte del copetón porque ella es sinónimo de lo indeseado, los suyos están apestados ante el ocupante de Palacio Nacional y claro, fue también falso eso de que Peña la buscó posteriormente para disculparse. Esto confirma que el tiempo pone a todos en su lugar y a las versiones las acomoda justo enfrente a la verdad. Y el colofón es que, de acuerdo a los allegados, el ánimo presidencial tampoco está del lado del cordobés Javier Duarte pese a todos los boletines y los dictados de la “prensa aliada”.

 

COMO LOS ABARROTEROS

 

Signo de los tiempos actuales en el duartismo también es lo sucedido ayer en Xalapa pues cientos de maestros protestaron porque no les han pagado ni sueldos ni aguinaldos. Bajo el pretexto de que participaron en marchas por la reforma energética, el gobierno estatal les negó el pago de sus salarios y prestaciones pero la realidad fue  porque no hay dinero estatal para cubrir tales adeudos. Y mientras el magisterio se levanta y amaga con reactivar las movilizaciones por el incumplimiento de los compromisos firmados por el secretario de Gobierno, Erick Lagos Hernández, la respuesta oficial es desastrosa.

Se optó por suspender labores en la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV) para evitar ser cercados por la turba de docentes. Nada de negociación, nada de respuesta a los maestros que no pudieron cobrar, nada de nada, sólo tierra de por medio. El titular del área, Adolfo Mota permaneció escondido al igual que Fernando Charleston Hernández, de la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan). Ambos aplicaron el método de los abarroteros cuando hay problemas: bajaron la cortina y cerraron el changarro. ¡Valientes tipos! Claro, con todo respeto y una disculpa anticipada a los abarroteros pues la mayoría de ellos son gente honesta, no como los funcionarios duartistas.

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