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EL MINUTERO POCO PINOLE

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En Francia hay un escándalo político por el suicidio del senador socialista Jean Germain de 67 años quien decidió acabar con su vida porque enfrentaría un juicio por malversar recursos públicos y hacer negocios cuando era alcalde de la
ciudad de Tours. 

 

El político no soportó los señalamientos en su contra plasmados en la prensa y prefirió morir antes de ser punto de escarnio al comparecer ante la justicia para rendir cuentas. 

 

Cosa curiosa, la clase política francesa –de todas las corrientes-  le rinde homenaje a Germain y lo califica como una persona honesta que fue víctima de un acoso mediático sin motivos suficientes porque no se le ha comprobado ningún delito.

 

Vaya caso pero seguramente  los políticos mexicanos  y sobre todo los veracruzanos estarán riéndose a carcajadas del asunto. Dirán que “con que poco pinole les da tos” a los franceses porque  en la aldea hay pillos de siete suelas que despachan como senadores, diputados y gobernantes a quienes nunca les ha pasado por la mente suicidarse. 

 

Roban, estafan y engañan sin que la vergüenza les llegue al rostro. Si no pregúntenle al priísta  Héctor Yunes o al panista  Juan Bueno Torio o al mismo innombrable que en su momento fue integrante del Senado para después saltar a la gubernatura de Veracruz.

 

A Jean Germain lo llevarían a juicio por un posible desfalco de 700 mil euros, unos 12 millones de pesos mexicanos, producto de una presunta estafa por organizar bodas simbólicas a parejas chinas en la ciudad de Tours con un conflicto de intereses porque su compañera sentimental era la organizadora de los viajes que las parejas asiáticas hacían a Francia en un  paquete turístico que incluía esponsales en la alcaldía de Tours. Cada una pagaba 3 mil euros por re-casarse en Tours con toda el glamor francés.

 

Tal monto es una bicoca frente a lo que han transado los políticos veracruzanos. Tan sólo al  exgobernante de Veracruz, aquel que no debe ser nombrado, se le achaca haber desviado  10 mil millones de pesos que le aprobaron antes de terminar su sexenio bajo el pretexto de que serían usados para ayudar a los damnificados por los huracanes y dejó una deuda por 40 mil millones de pesos, y su fortuna personal –la que está sin prestanombres- se calcula en 2 mil millones de pesos. ¿A poco ha pensado el tipo en suicidarse por vergüenza de haberle mentido la mano al cajón?.  Ya ni pensar que la procuraduría de justicia le inicie una investigación por ese y otros latrocinios.

 

Y qué decir de Yunes Landa que fue acusado de haberse apropiado de 300 millones de pesos – veinticinco veces más que el senador francés- de la Caja de Ahorro del ingenio El Modelo en La Antigua allá por  el año 2009 para costear su campaña a la diputación local y aumentar su peculio. 

 

¿A poco a Yunes Landa se arrepintió y  pensó en atentar contra su propia vida?. Para nada, ahí anda vivo y coleando, haciendo negocios en la política y hasta quiere ser gobernador de Veracruz. A eso se llama tener concha dura
y poca vergüenza.

 

¿Y el exsenador y actual diputado federal  Bueno Torio acusado hasta el cansancio de hacer negocios millonarios cuando era director de Pemex-Refinación tuvo ganas de hacerse el harakiri ante el escándalo?. 

 

Claro que no y ahí sigue medrando de la politiquería. Así se podrían dar muchos ejemplos de los políticos veracruzanos que tienen tropelías acumuladas suficientes para llevarlos al cadalso pero continúan haciendo de las suyas sin que nadie les acerque siquiera unas hojas de lechuga para que se corten las venas.

 

En su defensa estos políticos dirán que el suicidio es pecado pero lo es también robar, mentir, codiciar los bienes ajenos y matar al prójimo aprobando leyes nocivas o mal gobernando o entregándole el estado al crimen organizado. ¿Quién los llama a cuentas?.

 

LA OBVIEDAD

 

Siguiendo con un tema similar, en el mundo de la política hay dos tipos de individuos: los obvios y los impredecibles. Los primeros se les consideran como los politiquillos clásicos, burocratizados, burdos y escasos de materia cerebral mientras que los segundos son aquellos que, para bien o para mal, traen la chispa de la audacia y  la inteligencia. 

 

Los franceses les dicen “malin”, es decir, astutos y regularmente se les compara con el zorro, uno de los animales más representativos en el rejuego de la astucia.

 

Pues bien, la mala noticia es que en la política veracruzana abundan los obvios y escasean los impredecibles. Y el tema viene a colación con la maniobra burda  hecha por el alcalde con licencia de Fortín de las Flores, Armel Cid de León, que mandó a personal del ayuntamiento a clausurar el hotel Posada Loma bajo el pretexto que no contaba con un dictamen oficial para el manejo de gas doméstico que se usa en todo negocio de hotelería.

 

Lo anterior fue el pretexto porque el fondo del asunto es que los propietarios del hotel son familiares de su pareja extramarital que lo denunció penalmente por haberle propinado una golpiza en enero pasado.

 

El juicio abierto en su contra por lesiones y sobre todo el escándalo generado,  lo obligó a separarse de la presidencia municipal. Ahora, usar el aparato municipal contra el negocio familiar de su denunciante es algo demasiado obvio y tonto porque usa la administración pública para una venganza personal. 

 

¿No es eso desvío de  recursos públicos?. La Dirección de Desarrollo Económico que en este caso fue la ejecutora de la clausura del hotel, se entromete en cuestiones privadas que sólo competen a Cid de León.

 

Caen en delito tanto el alcalde con licencia como el presidente municipal interino y el titular de dicha dirección municipal al hostigar a personas contra las que el exedil tiene un conflicto legal pero de carácter privado. ¿Qué ganan?. 

Además de hacer el ridículo que los denuncien por el uso indebido de bienes públicos para tratar de resolver asuntos de índole particular. Son muy obvios, muy predecibles y muy tontos. La obviedad es el mal de los políticos veracruzanos y de esa enfermedad se está muriendo Armel Cid de León.

 

RADIO CORRUPCI”N

Y continuando en otro tema parecido: lo que se rumoraba se cumplió. La errática exvocera del gobierno estatal , María Gina Domínguez está estrenando un consorcio mediático que tiene como punta de lanza concesiones radiofónicas en varios puntos de la entidad  y como escaparate de ellos,  un noticiero llamado “Corrupción Veracruz”….digo.. “Conexión Veracruz”. Los eslóganes  ideales para esos mismos serían algo así como “La voz del priísmo” o el clásico: “La verdad… si no te mochas”, según se burlan los cibernautas.

 

Es en pocas palabras director de Agua la secuela de la  vocería oficial malograda que hoy es  llevada a las ondas hertzianas. Claro, no tiene nada de malo que alguien  monte un negocio radiofónico, lo descarado es que se levante sobre fondos públicos. 

 

Todo está pagado con el erario, afirman los bien enterados. Una buena parte del desfalcó que hay en la Coordinación de Comunicación Social fue a parar en esos noticieros. Otro lema bien aplicado a esos programas sería “la radio de los veracruzanos” porque literalmente se adquirieron con dinero del pueblo.

 

También la obviedad  envenena a la errática Domínguez porque ni siquiera guarda las formas. Así, la conductora estelar es la presidenta de la elefantina Comisión Estatal de Periodistas, Benita González, experta en callar y mentir para no disgustar a los funcionarios estatales . 

 

Vaya que el tiempo gira en espiral y pone en ridículo a los seres humanos pues  hace unos años la misma Gina Domínguez acusaba a Benita González de ser una “dinerera y chayotera” cuando la despidió como corresponsal del periódico jalapeño donde laboraba y ahora la sienta con un micrófono de oro en su negocio oscuro. Dios las hace y ellas se juntan.

 

TEMPORADA DE CAZA

 

El dato para el árbitro electoral, las autoridades judiciales y los partidos de oposición: el gobierno estatal tiene distribuidas varias bodegas –se habla de más de cincuenta- repletas de despensas, materiales de construcción, fertilizantes agrícolas,  enseres de labranza y otras chácharas a lo largo y ancho del estado para ser distribuidas en los siguientes dos meses a cambio del voto popular. Los que saben de las de las mismas son, obviamente, los funcionarios de la prosperidad. 

 

No es que las arcas estatales estén rebozando de dinero para hacerse de esos bienes sino que son parte de las ayudas que en los últimos dos años debieron entregarse en programas sociales y a damnificados por los meteoros pero que se retuvieron para los tiempos comiciales. 

 

Los responsables de tal recaudo mapachil son,  entre otros, la exsecretaria de Protección Civil, Nohemí Guzmán Lagunes, hoy candidata del Revolucionario Institucional en el distrito de Coatepec, el actual subsecretario de Gobierno, Marlon Ramírez y el secretario duartista de Desarrollo Social, Ranulfo Márquez Hernández.

 

Este último personaje no escarmienta ni porque  en el 2013 lo corrieron de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) porque fue partícipe de la conspiración para usar dinero público, estatal y federal, en la compra de votos para el tricolor. Márquez Hernández es como las gallinas mal acostumbradas en comer huevo pues lo vuelven a hacer aunque les rosticen el pico.  

 

Y es tan  sinvergüenza que en días pasados el funcionario fidelista se jactaba ante la prensa que habrá cárcel para los servidores públicos que hagan uso de programas y recursos destinados al desarrollo social para cuestiones electorales. La declaración aquella es como el ladrón gritando: agarren al ladrón.

 

Lo importante del dato es que ahora que comenzó oficialmente el proselitismo electoral también se abrió la temporada de caza de mapaches que no son difíciles de hallar, solo ay que seguirles la pista a los mencionados. Son alimañas de cola larga que dejan rastro y como ya lo establece la ley pueden terminar en la cárcel si los atrapan en flagrancia. Lo único que falta es que los vigilen.  

 

Ahí entra el papel de los ciudadanos. Hoy con las cámaras de video y fotografía en teléfonos celulares y las redes sociales los veracruzanos pueden convertirse en reales contralores electorales. La cosa es fácil, seguir el rastro
de los mapaches.

 

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