


LOS PROFETAS
La palabra profeta significa “el que dice con anticipo”, es decir, el que advierte el devenir. Este tipo de sabios han existido desde hace milenios y con su mente pre-clara ven más allá de la razón ordinaria y sus palabras obligan a los demás a reflexionar sobre su entorno y su futuro. Incluso, esa capacidad de discernir el presente y anticipar el futuro hizo que se les considere desde los albores de la humanidad como intermediarios entre lo divino y lo humano.
Una antigua alabanza dedicada al profeta judío Amós, dice que el mundo actual pide a gritos profetas que cuestionen la vida de los hombres y les marquen nuevas metas.
Y así es, un profeta no solo prevé lo que vendrá sino también denuncia lo que está mal en el presente y llama a recomponerlo aunque, como siempre ocurre, esos profetas terminan siendo “voces que gritan en el desierto” pues nadie quiere escucharlos, más por conveniencia que por
no comprenderlos.
Muchos de ellos son perseguidos, difamados y exterminados. Los profetas no solo están en la religión sino en todas partes: en el mundo intelectual, en las letras, en el activismo social y vaya, hasta en la política aunque sean los
casos más raros.
Pero hablando de la Iglesia Católica, el pasado fin de semana estuvieron en Veracruz dos de esos profetas de la actualidad, Alejandro Solalinde y Raúl Vera, invitados para la celebración de los veinte años de activismo del grupo de mujeres conocido como Las Patronas que en Amatlán de los Reyes se distinguen por su ayuda para con los migrantes indocumentados que transitan por territorio Veracruz, generalmente viajando “de moscas”, es decir, sobre los vagones del tren que llaman “La Bestia”. Ellos son los pobres entre los pobres, los desamparados entre los desamparados.
Ellas, Las Patronas deben su nombre a la comunidad de Guadalupe en dicho municipio aunque nadie le llama así pues todos conocen el poblado como La Patrona.
El padre Alejandro Solalinde es dirigente del albergue “Hermanos en el Camino” localizado en Ixtepec, Oaxaca y hoy en día es una de las voces con mayor autoridad moral que se alza para defender a los migrantes extranjeros que padecen toda clase de vejaciones e incluso asesinatos en México.
A su vez, Raúl Vera, obispo de Saltillo, Coahuila, heredero de la palabra de denuncia y del activismo del finando Tatic, Samuel Ruiz, obispo de San Cristóbal de las Casas de quien fue coadjutor en aquellos años convulsos del surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Desde Amatlán de los Reyes los dos profetas modernos denunciaron que entre los territorios más peligrosos y mortíferos para los migrantes centro y sudamericanos, Veracruz es el peor porque aquí con la posible anuencia de las autoridades se les caza, se les golpea, se les viola sexualmente, se les secuestra, se les extorsiona, se les obliga a trabajar como esclavos para los carteles de la droga y se les asesina, ya sea arrojándolos del tren en movimiento, porque su familia no puede pagar el “rescate” exigido o simplemente porque no les sirven a los criminales cuando dejan de ocuparlos para el cultivo, procesamiento y traslado de droga.
Lacerante como un buen profeta, Solalinde acusó que en esa cadena de maldad contra los migrantes no solo están involucrados policías, alcaldes y autoridades veracruzanas sino también la propia iglesia local que se ha hecho cómplice al callar ante tales atrocidades.
Efectivamente, solo un puñado de sacerdotes son los que dan la cara en las diócesis locales a favor de los llamados “ilegales”.
A excepción de los religiosos que manejan refugios en Coatzacoalcos, la parroquia María Auxiliadora de Río Blanco que en algún tiempo se convirtió en un faro en la oscuridad para los migrantes, el apoyo de la parroquia de los Santos Reyes de Amatlán con el sacerdote Julián Verónica y algunos otros curas que aisladamente hacen esfuerzos en el sur y el centro de la entidad para defender a los migrantes, el resto de la iglesia católica veracruzana, principalmente sus jerarcas, han guardado silencio total frente a los ataques que
sufren estas personas.
Esa denuncia emitida por el profeta Solalinde pesa como un fardo en las espaldas de los encumbrados en la Arquidiócesis de Jalapa, responsable del trabajo de las ocho diócesis veracruzanas y por ello, el propio vocero de la institución, Manuel Suazo, salió ¡¡a refutar las palabras de Solalinde!!. El portavoz de la jerarquía aldeana se quejó de que viniera a exhibir al arzobispo Hipólito Reyes Larios en su propio reino.
Le dijo que “desconoce el trabajo local” y lo fustigó por “llegar a la casa de otra persona y hacer afirmaciones sin conocerla”. El argumento tan obtuso del portavoz diocesano solo confirma que la verdad expresada por Solalinde es un hierro ardiente en sus caras.
Las palabras proféticas de Solalinde también rebotaron en el rostro del gobernante en turno que apabullado, solo atinó a decir que eran “ocurrencias” hablar de la desatención al problema de la violencia contra los
migrantes en Veracruz.
El funcionario estatal dio una lista de supuestas acciones que se han realizado a favor de los extranjeros indocumentados que transitan por Veracruz y destacó que hasta pusieron una denuncia penal contra las empresas ferroviarias para que ya no se permita que los migrantes usen a los trenes como vía de transporte porque allí los extorsionan y agreden.
Lo que no dijo el despachante de palacio de gobierno es que ha incumplido con el compromiso que hizo con el propio sacerdote Alejandro Solalinde en julio del 2011 para depurar las corporaciones policiacas de elementos que están involucrados con las bandas que atacan a los migrantes e impulsar políticas que salvaguarden sus derechos humanos.
No ha cumplido nada, ni siquiera con lo básico que es proteger a sus propios ciudadanos, aseveró el religioso pues el abandono de los propios veracruzanos se ve diariamente en las calles, en los pueblos y en todos los rincones donde lloran por las víctimas de la violencia.
No se necesitan denuncias penales ni garitas ni centros de salud como lo presume el mandatario estatal sino retirar del ejercicio público a los policías, ediles y funcionarios públicos que están metidos en el negocio de la extorsión y
secuestro de migrantes.
Investigar, destituir y castigar a todos eso que están coludidos con las organizaciones criminales y que son corresponsables de que el estado se encuentre plagado de fosas clandestinas en las que no solo yacen veracruzanos sino esas víctimas anónimas que nadie reclamará: los migrantes.
Por cierto, el que no estuvo físicamente la celebración de los veinte años del activismo de Las Patronas pero si en el recuerdo de quienes lo conocieron, fue el sacerdote Rafael Santos, fallecido en septiembre del 2013, que cuando estuvo a cargo de la parroquia Cristo Rey de la Paz en Peñuela, impulsó y caminó junto a Las Patronas en su defensa y atención de migrantes. El padre Santos fue un profeta de su tiempo que dio testimonio de buen pastor hasta el fin de
sus días terrenales.
EL ETERNO VIVIDOR
Hablando de otro tipo de gente, la que solo hace daño a Veracruz, el terrablanquense Francisco Portilla Bonilla tomó posesión la semana pasada como nuevo titular de la secretaría general del congreso local tras la muerte del sureño Francisco Loyo Ramos, ocurrida el 8 de febrero pasado.
El notario público y dos veces alcalde de Córdoba –para infortunio de los cordobeses- es el ejemplo vivo de lo que decía el priísta Cesar Garizurieta, conocido con el apodo de El Tlacuacle: “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.
Desde 1972, es decir ¡¡desde hace 43 años!!, Bonilla Portilla ha vivido del erario. No se le conoce un trabajo en el que obtenga un salario por su profesión –la notaría pública también fue un regalo político, no se olviden-.
Toda su vida se la ha pasado dentro de la nómina pública desde diferentes cargos ya sea de representación popular – alcalde y legislador- o en espacios del gobierno estatal.
Ahora con su llegada al congreso local tiene asegurada una larga estancia en la nomina legislativa, quizás hasta su muerte como sucedió con Loyo Ramos que solo la tumba lo separó del cargo donde se instaló
desde el año 2000.
Portilla Bonilla también es la muestra inequívoca de que la impartición de justicia en Veracruz esta pervertida pues en lugar de que esté ocupando una celda o por lo menos inhabilitado para ejercer cargos públicos por todo lo que hizo en el ayuntamiento cordobés, lo instalan en la casa donde se hacen las leyes como vigilante de los acuerdos y actas. El eterno vividor ya encontró donde envejecer sin dejar de sangrar a los veracruzanos.
NO ME AYUDES COMPADRE…
Envalentonado, el todavía alcalde de Fortín de las Flores, Armel Cid de León presentó al chiapaneco Mariano Francisco Herrán Salvatti –paisano de su suegro- como su abogado defensor para que lo ayude con la demanda que tiene por haber golpeado salvajemente a su
pareja sentimental.
Quiere apantallar con la contratación de Herrán Salvatti, exprocurador en Chiapas y también extitular de la desaparecida Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos contra la Salud (FEADS) en el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León, pero solo trata de espantar con el petate del muerto.
El litigante Herrán es tan chafa que ni siquiera logró evitar su propia detención ocurrida el 25 de enero del 2009 y pasó tres años en una prisión por los delitos de peculado, ejercicio ilegal del servicio público, abuso de confianza y asociación delictuosa.
Todavía más, Herrán Salvatti carga sobre sus espaldas varios señalamientos de testigos protegidos, según la investigación judicial PGR/SIEDO/UEIDCS/0241/2008, por haberse coludido con los hermanos Rey e Ismael Zambada, capos del llamado Cartel de Sinaloa.
Tal es la fama de Herrán Salvatti que en una investigación realizada por el semanario Proceso fue calificado como “El narco-fiscal” (http://www.proceso.com.mx/?p=112285). Entonces traer como defensor a un personaje tan desprestigiado es una verdadera ocurrencia y quien se lo recomendó, de plano no lo quiere. Ahora sí hay que recordar el clásico: “no me
ayudes compadre…”.


