


Primero que nada quisiera sentenciar lo siguiente: Es de muy mala educación asaltar el mismo Oxxo cuatro veces en menos de 14 meses. Dicho lo anterior me explico.
En la ciudad de Córdoba, Veracruz, frente al instituto de la ESBAO, en avenida 11 —la principal arteria de la ciudad— habita, por así decirlo, un pequeño Oxxo indefenso que incansablemente nos vende un par de pesos más caro todo, pero que siempre tiene aquello que podamos necesitar a la mano. Como en todo Oxxo hay un empleado que sí te cobra y otro que te invita a ir con su compañero, estacionamiento para dos o tres autos y convenientemente una barrita con bancos fijos para comerte algo si vas de rápido y no te alcanza para una comida corrida —aunque terminas pagando más y comiendo menos—. Este triste Oxxito ha sido víctima cuatro veces de asaltos. Y al parecer, las autoridades encargadas de pasear por la ciudad cotidianamente no han podido coincidir con los asaltantes —que no me crean, han de ser los mismos—.
La ubicación de ese establecimiento es privilegiada; cerca de una escuela, me parece que en la Colonia San José, frente a una pequeña área verde y junto a un salón de fiestas. La ubicación no es, definitivamente, un factor a tomar en cuenta en el caso de la seguridad. Te pueden asaltar por La Estación como en la avenida once.
Se había reforzado la seguridad, trayendo al Mando Único, blindando Córdoba, creando la Fuerza Civil, vamos, sólo no trajeron a los Avengers, pero presupuesto hay y más este año porque Veracruz, junto con el DF y EdoMex, tienen el mayor presupuesto para el combate al
crimen en 2015.
Pues ni con eso se pudo salvar al querido Gordo Sáinz. Ni con eso ha bajado el robo de motocicletas en la ciudad, se las roban como si fueran frutsis y pingüinos, asaltan las farmacias, los oxxos, las tienditas, todo. ¿De qué sirve tener entonces cada 17 minutos un par de patrullas de la Estatal gastando gasolina por las principales calles de la ciudad?
A un amigo motociclista que usa una máscara para protegerse el rostro de lluvia, aire y objetos extraños ya que usa casco abierto, lo han detenido unas cinco veces para “una revisión de rutina” porque se ve sospechoso en la madrugada, andando en su moto. Ese mismo colega mío me confió que uno de los que lo han revisado afuera de los autoservicios cuando pasa antes de llegar a casa por algo para cenar o algún ítem para su casa, le dijo: “Mira, no te molestes, esto lo hacemos para que la gente vea que sí estamos haciendo algo, sé que no traes nada, pero coopera”.
¿Cómo puede ser que a un chavo que anda en moto con bolsas de compras en la mano lo detengan y por otra parte, el mismo Oxxo sea atracado cuatro veces de manera impune?
Elemental mis queridos lectores, elemental: la corrupción. El misterio no es por qué si hay más elementos mejor capacitados y armados, la impunidad prevalece. No hay misterio aquí. La corrupción existe en todos los niveles de seguridad. Bastan los testimonios que en el silencio duermen por miedo, de la gente que ha sufrido extorsiones, secuestros, robos y, que afirman —lo cual yo no puedo comprobar— que de todo aquello que ocurre en la ciudad, que alguien de “arriba” recibe
un porcentaje.
Me recuerda el caso de cierto periódico que sufrió un atentado, donde cuatro distintas cámaras filmaron a los agresores y dos años después, con todas las evidencias y data suficiente, se mantiene en el olvido, sin que haya persecución de los delincuentes ni castigo, vamos, ni una disculpa por incompetencia.
Se los dejo de tarea.


