


National Geographyc (NG) del mes de julio de 2015 pronostica el despeje de muchas dudas sobre Plutón, el ex planeta que hasta hace poco más de una década se consideraba el noveno planeta del sistema solar. Lejano, helado, pequeño y oscuro, fue descubierto en 1930 en el Observatorio Lowell en Flagstaff, Arizona, por Clyde Williams Tombaugh, un granjero criado en Kansas que solía experimentar con telescopios y hasta crear rudimentarios modelos propios.
Plutón, cuyo tamaño es menor a la luna, fue considerado un planeta del sistema solar hasta 2006, cuando la Unión Astronómica Internacional lo degradó a la categoría de planeta enano, sacándolo de la lista de los nueve planetas que integraban el Sistema Solar al que pertenecemos. En enero, apenas un medio año antes, la NASA envió un vehículo espacial para investigar al pequeño planeta y la periferia del sistema solar.
Hasta la semana pasada, la sonda espacial New Horizons viajó alrededor de 5 mil millones de kilómetros y pasó a una distancia de 12 mil 500 kilómetros de Plutón, después de nueve años y medio de vuelo. La gesta científica está cargada de un significado simbólico enorme, al suponer una exploración sin precedentes de las fronteras del sistema solar. Sus primeras transmisiones, hace unos días, revelan que encontró grandes valles congelados que la NASA estimó no sobrepasan los 100 millones de años.
A contrario de lo que los expertos esperaban, en una primera ojeada no se observan cráteres, a pesar de que Plutón reside en el Cinturón de Kuiper, una zona caótica del sistema solar descrita por los científicos como un amplio anillo de desechos cósmicos más allá de Neptuno, y hogar de innumerables cometas, rocas gigantes y enanos helados que se desplazan desordenadamente.
Los científicos no saben que más van a encontrar, o si la velocidad de la sonda espacial la llevará de manera segura a través del “sistema” de Plutón, donde podría ser destruida por cuerpos celestes o partículas de polvo. Cualquier cosa, a decir de Mark Showalter, del equipo que evalúa los peligros de la misión espacial, es potencialmente peligrosa para la sonda. “Si algo corta una conexión eléctrica o golpea una unidad de procesamiento de alguna computadora, podría dañar la nave de manera irreparable”, concluye (NG).
Ha sido una gran tarea para el hombre cubrir la enorme distancia que durante más de nueve años sorteó la nave en el espacio. Sin contratiempos graves, desde el 19 de enero de 2006 hasta el pasado 14 de julio, la viajera incansable atisbó, por fin, al planeta buscado. Con paciencia, monitoreada día a día, minuto a minuto, la sonda espacial comenzó su misión sobre Plutón y los confines ignorados del sistema solar, gracias a la inteligencia humana que ha sabido aplicar las ciencias exactas en el desarrollo de la más avanzada tecnología.
Aprovechando el acontecimiento, esa misma inteligencia, trasladada la experiencia al universo interno del hombre, poco ha logrado para atisbar con precisión en el espacio íntimo de la psique humana que, parecida al Cinturón de Kuiper, es vista imprevisible en sus reacciones, inestable en sus emociones, incoherente en las acciones que produce. Se asemeja, para la ciencia, al sistema impredecible de Plutón.
Las ciencias exactas, junto a las biológicas, aplican en la medicina, en el mundo neurofisiológico en que interactúan las reacciones químicas que producen la chispa del pensamiento, que ajustan las tendencias de la reacción, que registran la frecuencia del hábito, que estimulan el estado de ánimo, que hacen al ser humano diferente y, a la vez, tan parecido. La diversidad biológica resulta asombrosa, pues cada individuo parece ser una creación única e irrepetible.
La aplicación de la tecnología, las ciencias exactas y biológicas, y la posibilidad de una intervención de monitoreo inductivo externo, pertenecen al mundo de la fantasía y la ciencia ficción, porque tocan un prohibido campo de la bioética. Son la filosofía y la psicología las que tradicionalmente incursionan desentrañando el universo infinito de la mente humana, y con su diversidad metodológica, perciben el mundo genial y a veces flexible o inflexible de la mente humana.
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