Cuentan que en 1668, Francisco de Solís donó su terreno y apoyó económicamente para poder arrancar los trabajos de construcción y poder iniciar la obra de este convento. Al fallecer, su sobrino Gregorio Martínez dio continuidad a la obra, quién puso de su capital, pues las cooperaciones del pueblo no alcanzaban para cubrir los gastos.
La obra se terminó de construir en 1710 y fueron los religiosos de la compañía de Jesús quienes se hicieron cargo del inmueble. En 1922 luego de la revolución, la capilla era utilizada como cuartel militar por órdenes de Adalberto Tejeda, gobernador del estado, mismo que mando a clausurar los templos de la ciudad.
Al salir los soldados, el convento era utilizado por los Bomberos como estación, entre 1936 y 1973. Luego del temblor ocurrido ese mismo año, se dañó la estructura y se vieron obligados a abandonarla. Fue hasta 1997 que el convento fue restaurado debido al terremoto ocurrido en 1973.
El sacerdote Antonio Huerta y Huerta, se le dio la encomienda del templo, años más tarde, ya que era muy querido, hizo que este cobrara fuerza entre los cordobeses en la segunda mitad del siglo XX. La capilla anexa, consagrada a la Virgen de Lourdes, posee tres bóvedas de distinto diseño y únicos en la zona.
Fue así que en la segunda mitad del siglo XIX el convento de San Antonio de Padua, comenzó a ser reconocido como el templo de Nuestra Señora de Lourdes.
Edificaciones con historia, que enriquecen nuestra ciudad. Pronto conocerás más de ellas…
