


SE DESINFLA EL MUÑECO
El muñeco de Sololoy se desinfló apenas al segundo año.
La inercia puso en su lugar al copetón Enrique Peña Nieto y demostró que tenían razón todos aquellos que lo vapulearon porque no había leído un solo libro en su vida, porque no podría hilar una frase coherente sin ayuda de apuntador –audífonos disimulados en la oreja— o teleprompter, y por ser un mero producto para el mercado electoral creado por los hombres del dinero que se lo encargaron a Televisa.
Ahora, a 24 meses de imponerlo en la Presidencia de la Republica a través de una elección fraudulenta, el cuento de hadas se hizo humo.
El galán mexiquense y su esposa –hasta eso consiguieron con el afán de dar la apariencia de un matrimonio de ensueño—, la actriz Angélica Rivera, conocida como La Gaviota, son actualmente los personajes más impopulares del país por su corrupción, frivolidad y cinismo.
Hoy, lunes primero de diciembre, se cumplen dos años de que Peña Nieto llegó al poder y el país está en desastre total.
Deshilachada está también esa imagen del “nuevo PRI” que vendieron en la campaña electoral para poder regresar a la Presidencia y las famosas reformas constitucionales con las que presumieron que México ingresaría al primer mundo –como hace dos décadas lo decía también Carlos Salinas de Gortari, el poder tras el trono del peñismo— no son más que la vendimia de la soberanía nacional y
el despojo al pueblo.
Todos los mexicanos lo saben y ninguno le cree al mexiquense ni a su partido.
Vaya, hasta la prensa extranjera que en un primer momento le dedicó portadas enteras para desatacarlo como un modernizador de México ahora lo hace polvo.
Los medios internacionales cuestionan su liderazgo y la capacidad de su gobierno para enfrentar los problemas de la nación, señalando también la corrupción imperante en el mismo seno de la “pareja presidencial” tras el escándalo de la residencia de lujo en Las Lomas, conocida como la “Casa Blanca” producto de un soborno de Televisa y el Grupo Higa, contratista consentido del gobierno peñista.
Ningún otro presidente en la historia del país ha sido tan impopular como Peña Nieto, que está en el sótano según las encuestas –solo el 12 por ciento de los mexicanos le otorgan credibilidad y casi el 60 por ciento lo repudia como mandatario—.
Ese es el resultado de robarse la presidencia con un producto chafa que
no llegó ni a los seis años.
Ahora sí, que los adinerados que compraron esa mercancía dañada, que acudan a la Profeco y exijan que les hagan válida la garantía porque el muñeco de Sololoy salió defectuoso.
Lo malo es que los mexicanos tienen que sufrir ese artificio que comete pifia tras pifia y claro, un tonto –por decirlo de manera suave— en el poder se convierte en un peligro potente pues tiene el aparato represor en sus manos.
ESCUADRONES DE LA MUERTE
La consecuencia de tener un presidente de celofán es que el país se cae a pedazos: la narco-política está en su apogeo al igual que la ola de violencia generada por el crimen organizado.
¿Cuál es la respuesta del gobierno federal?.
Represión contra el pueblo
que reclama.
Hoy los estudiantes están en la mira, son los enemigos del régimen y ellos tienen razón en haber acuñado esa frase que hoy se exhibe en las marchas y va dirigida a los policías y militares:
“Soy estudiante, no me dispares,
no me desaparezcas”.
A los jóvenes no solo los “levantan” para desaparecerlos los carteles de la mafia, sino también el Estado se volvió contra ellos: todo joven o estudiante que protesta por lo injusto es un terrorista y criminal en potencia que merece la
cárcel o la desaparición.
En la era peñista la policía y el
Ejército están para eso.
En lugar de ir a desmantelar campos de narco-entrenamiento van a las universidades a detener a jóvenes y a
sembrar el terror.
En vez de perseguir criminales,
encarcelan a los estudiantes.
El caso de los 11 jóvenes detenidos por participar en las protestas del pasado 20 de noviembre así como el plagio hecho por policías vestidos de civil del estudiante Sandino Bucio de la Facultad de Filosofía de la UNAM, son la prueba más reciente de la política represora y criminal de Peña Nieto y del “nuevo PRI” que regresó a la Presidencia.
Nada debe extrañar, ese partido lleva la impunidad y la represión como sello de casa.
Ya lo dijo alguna vez la senadora campechana Layda Sansores al describir al tricolor cuando comenzaba este sexenio: “chango viejo no aprende
maroma nueva”.
Así, el gorila tricolor está desatado contra el estudiantado.
Y claro la ignominia es que no aparecen los 43 estudiantes de la Escuela Normal “Raúl Isidro Burgo”, detenidos por policías municipales de Iguala, Guerrero el 26 de septiembre para entregarlos al crimen organizado.
Esa es la mecha que encendió la movilización nacional y que debe seguir ardiendo hasta que no aparezcan los jóvenes o se castigue a los responsables, incluyendo los narcopolíticos y los funcionarios de los tres niveles de gobierno que supieron lo que pasaba en Guerrero y no hicieron nada por evitar la tragedia.
Por cierto, en un portal alternativo de internet se exhibe una información interesante sobre el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa con la hipótesis –manejada desde hace tiempo por organizaciones civiles e incluso por el mismo EPR– de la operación de policías y militares como “escuadrones de la muerte -como en los años sesenta y setenta de la llamada “guerra sucia”- y señalan concretamente que en Guerrero las fuerzas militares tienen la orden de exterminar a “grupos subversivos” y para eso interactúan con los narcotraficantes.
Ellos estarían detrás de la desaparición de los normalistas.
(http://hugosadh.com/2014/11/15/video-censurado-asi-desaparecieron-a-estudiantes-de-ayotzinapa/).
También documenta la supuesta complicidad del coronel Juan Antonio Aranda Flores, comandante del 27 Batallón de Infantería con sede en Iguala y por eso el Ejército fue omiso y pasivo en brindar ayuda a los estudiantes entre la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre cuando los estudiantes fueron prácticamente cazados por los policías municipales.
Los testimonios de los estudiantes que lograron escapar lo acreditan. Otra sospecha más, el alcalde perredista de Iguala, José Luis Abarca, quien dio la orden de desaparecer a los normalistas, construyó una plaza comercial frente a la sede del 27 Batallón de Infantería e incluso se presume que fue el Ejército el que le “vendió” el terreno para su negocio. Así, Abarca tenía protección militar de su plaza comercial pese a que todos sabían de sus nexos con el
crimen organizado.
El video-documental es crudo pero vale la pena echarle un vistazo pues
la ilación se impone.
LOS ENTREGUISTAS
La crisis presidencial y del priismo alcanzó también a sus cómplices del Partido de la Revolución Democrática (PRD) administrado por la corriente denominada Los Chuchos, que protegió al narco-alcalde de Iguala, José Luis Abarca y a su esposa María de los Ángeles Pineda.
El Sol Azteca no es más que un cascaron y su declive se aceleró con la renuncia de su fundador Cuauhtémoc Cárdenas la semana pasada, lo que invariablemente provoca la desbandada de otros destacados militantes.
Ya lo dijo el mismo Alejandro Guerrero, dirigente de la corriente Movimiento Progresista de ese partido durante el consejo nacional celebrado el fin de semana en la Ciudad de México: el PRD pasó de ser el partido que ponía los muertos en la lucha democrática al que pone las fosas clandestinas en un régimen gubernamental de impunidad.
Aliarse con el tricolor y el gobierno peñista ocasionó el desmoronamiento del partido que alguna vez aglutino a la izquierda mexicana y condujo la esperanza de millones de mexicanos pero también en el afán de llegar al poder, se vendió con el diablo:
los narcotraficantes.
Hoy solo es una cueva de ladrones, ya se dijo. Y otra prueba de su decadencia y entreguismo es precisamente lo aprobado en dicho consejo dominical pues Los Chuchos le quitaron a la ciudadanía y a los propios militantes de seleccionar a los candidatos a las diputaciones
federales del 2015.
Es decir, eliminó las elecciones abiertas para elegir abanderados como ya se había ensayado antes para democratizar el proceso interno y ahora serán los consejeros perredistas los grandes electores.
Es un dedazo amarillo para que solo los cuates, compadres, recomendados y los que compren la nominación se conviertan en candidatos.
Lo peor es que en un intento para lavarse la cara luego de postular a narcopolíticos como el igualteco José Luis Abarca ahora turna al gobierno federal la decisión quién puede y quien no ser el abanderado perredista.
Según lo decidido en el consejo serán el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la PGR y el CISEN, los que califiquen a los
candidatos del Sol Azteca.
En lugar de hacer una limpieza interior y regresar a sus valores iniciales, seleccionando democráticamente a candidatos honorables que defiendan los postulados originales, Los Chuchos optaron por que el rival a vencer -el PRI y el copetón Peña Nieto- sea el que pongan y quite a los candidatos del PRD en los
comicios del año que viene.
Así que todo el que quiera ser abanderado perredista debe hacer sus trámites en Los Pinos no ante el partido.
Es el entreguismo puro: Peña Nieto será el gran elector de lo que alguna vez fue la izquierda. En eso acabó la
Revolución Democrática.


