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Entre podemos y cómo lo hacemos

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Cuando el poder y los recursos se han agotado, se arruina el propio país. Sun Tzu (¿544-496 A. C?) en “El arte de

la guerra”.

 

Dice el recién desaparecido Eduardo Galeano, con el humor que le caracterizó en sus libros y sus conferencias, que «la división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta.»  (“Las venas abiertas de América Latina”, Siglo XXI, México, 2009, revisada y corregida en 2004, de la primera edición en 1971). 

 

Asegura Galeano que la región sigue trabajando de sirvienta, al servicio de las necesidades ajenas. Agotados los yacimientos de oro y las montañas de plata, sigue siendo «fuente y reserva del petróleo y el hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las materias primas y los alimentos con destino a los países ricos que ganan, consumiéndolos, mucho más de lo que América Latina gana produciéndolos». Y nos recuerda que allá por 1913, el presidente estadounidense Woodrow Wilson decía: «Un país es poseído y dominado por el capital que en él se haya invertido». 

 

Esa política anunciada por Wilson, con el paso del tiempo se recrudeció. Hoy la conveniencia es que la dominación tiende a disimularse, justificarse y hasta mantenerse oculta bajo procesos y encomiendas económicas que condicionan a un país, en una estrategia que los poderosos utilizan para disimular los atropellos fingiendo respeto a las autonomías nacionales. Es la economía capitalista sin rienda y sin rival que sobrevivió al bloque socialista que naufragó a principio de los noventa, dejando abierto El Capital de Marx para una nueva revisión y nuevos aspirantes, y como una interpretación de la realidad social y económica. 

 

México necesita luchar por resolver el conflicto interno relativo a los derechos políticos en posesión de élites restringidas, invertirlos para cambiar a un país que no ofrece oportunidades de desarrollo personal y económico para todos, incentivar la cultura de una nación que necesita educarse desde los niños hasta los ciudadanos de mayor edad, y pensar, para actuar, sobre qué futuro aguarda al país y qué podemos hacer por él. Hay que hacer de lado los modelos de Moctezuma y la Malinche, dejar de rasgarnos las vestiduras pletóricas de humillación, explotación y subordinación para ver el futuro de frente. El pasado es un lastre cuando tiene más recuerdos ingratos que placenteros. 

 

México vive un presente complicado. La ciudadanía requiere una mayor consciencia del mundo en que vivimos, comprender que la realidad no es tan simple, buscar un pensamiento como ciudadano, político, trabajador, padre de familia… Hay mexicanos que toda la culpa la vuelcan sobre nuestro pasado: los atavismos, dicen, son los culpables de la deshonestidad, la dejadez, la permisividad y la falta de solidaridad que nos heredó la Colonia. Otros expresan que el único causante de la sempiterna crisis de nuestra nación es el gobierno. 

 

Ambas son visiones en extremo reducidas de la situación de estancamiento que vivimos. Muchos, por ejemplo, no sienten un interés activo por esforzarse, solidarse, hacerse parte de esta adversa situación, y con esa mentalidad, jamás saldremos de donde estamos. Otros no valoran las diversas circunstancias que provocaron y alientan la continuidad del sistema. 

 

Para muestra, observen qué tanto hay de verdad en este cuadro: Si a un profesionista, comerciante, empleado o artesano se le pide que toque la guitarra o el piano, o ejecute alguna danza de ballet, contestará nervioso que no tiene la habilidad o los conocimientos necesarios para hacerlo. Pero si a esos mismos individuos se les dice que serán propuestos para senador, diputado, secretario de hacienda, gobernación o cualquier otro cargo del gabinete, todos dirán que sí. ¿Encuentra usted algunas explicaciones para esta conducta? 

 

gilnieto2012@gmail.com

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