


Alejandro Aguilar
El Buen Tono
Córdoba.- Un intento de sustracción de una alumna en la primaria Venustiano Carranza ha encendido las alarmas sobre la aplicación de los protocolos de seguridad durante la entrega de estudiantes. Las instituciones no estarían aplicando las normas de entrega.
El pasado lunes 8 de septiembre, un sujeto desconocido se presentó a la hora de la salida pretendiendo llevarse a una niña de quinto grado. Afortunadamente, en este caso particular, el docente involucrado siguió el procedimiento correcto al negarse a entregar a la menor al no ser reconocido por ella y al no contar con una autorización expresa. Ante la pregunta del maestro y la llegada de más padres, el individuo huyó. Sin embargo, este incidente afortunado parece ser la excepción y no la regla. Una investigación periodística, corroborada con testimonios de padres de familia, revela que en numerosas escuelas los protocolos establecidos en el documento “Entornos Escolares Seguros en Escuelas de Educación Básica” de la Secretaría de Educación Pública (SEP) son ignorados de manera habitual y peligrosa.
Un dato aportado por una madre de la misma escuela Venustiano Carranza resulta revelador: “En la inscripción pidieron copias de credencial de elector de quienes están autorizados a recoger (a los niños), entonces para qué las piden si ni siquiera las checan”.
Esta queja evidencia una brecha preocupante entre la teoría burocrática y la práctica diaria, donde los documentos solicitados se archivan sin utilidad aparente, dejando la seguridad al arbitrio de la memoria visual de los docentes. El protocolo de la SEP en sus apartados IV.9 y IV.12 estipula que “Las madres y/o padres de familia o tutores deberán notificar a la Dirección de la escuela, cuando menos 30 minutos antes de la hora de salida… indicar el nombre de la persona responsable a quien autoriza para ello, la cual deberá identificarse plenamente con su identificación oficial”.
Asimismo, decreta que “La entrega de las y los alumnos no se llevará a cabo cuando las personas que los recojan no porten credencial debidamente acreditada”. No obstante, la realidad operativa en muchos planteles dista mucho de este mandato. La práctica común se reduce a un simple “reconocimiento facial” por parte de los docentes, quienes entregan a los alumnos basándose únicamente en si recuerdan haber visto antes al adulto que los reclama. Peor aún, existen casos documentados donde, si el niño reconoce al familiar (aunque este no se identifique formalmente), la entrega se concreta sin más trámites, vulnerando por completo las medidas de seguridad y haciendo inútil la recolección previa de documentos. Esta negligencia en la aplicación del protocolo crea una brecha de seguridad crítica. El documento de la SEP prevé esta situación y, para evitarla, ordena en el punto IV.3 la formación de un “Comité de Vigilancia”, integrado por padres y la autoridad escolar, cuya función es supervisar que la salida se realice de manera segura y reportar cualquier situación anómala.

