


De la redacción
El Buen Tono
Washington, D.C.– El gobierno de Estados Unidos ha encendido las alarmas sobre un nuevo riesgo en la lucha contra la trata de personas: la Inteligencia Artificial (IA). Según el “Informe sobre la trata de personas 2025” del Departamento de Estado (DOS), los delincuentes han comenzado a utilizar herramientas tecnológicas como deepfakes, chatbots y generación de voz e imágenes para ampliar sus redes de explotación.
La trata de personas se define como un delito de explotación en el que alguien usa fuerza, fraude o coerción para engañar a otra persona con fines sexuales, laborales o violentos. A diferencia de lo que muchos creen, no es necesario trasladar a la víctima; el delito puede cometerse incluso si la persona nunca sale de su lugar de residencia.
Entre los propósitos más frecuentes de la trata se encuentran el tráfico sexual, incluyendo el tráfico sexual infantil, el trabajo forzoso en sectores como agricultura, hotelería, minería y operaciones del crimen organizado, así como la servidumbre doméstica, donde las víctimas laboran aisladas bajo control total de sus empleadores.
El informe destaca cómo los tratantes han incorporado la IA para automatizar el reclutamiento. Entre sus métodos están el uso de chatbots para simular conversaciones naturales y manipular a menores y adultos vulnerables, herramientas de traducción que adaptan los mensajes a diferentes culturas, y análisis de datos personales para identificar debilidades y crear estrategias de captación personalizadas. Además, con deepfakes y generación de imágenes y voz, los delincuentes pueden enmascarar identidades o hacerse pasar por menores para ganarse la confianza de sus víctimas.
Pero la misma tecnología también ofrece soluciones para combatir este delito. La IA puede marcar contenido dañino, analizar patrones de lenguaje sospechosos y apoyar campañas de concientización, lo que permite prevenir, detectar y enfrentar la trata de personas de manera más efectiva.
Este avance subraya la doble cara de la Inteligencia Artificial: mientras potencia la explotación, también puede convertirse en una herramienta clave para proteger a quienes más lo necesitan.

