De la redacción
EL Buen Tono
Orizaba.-  En Orizaba los “hechos aislados” parecen estar de moda. Cada quince días hay uno nuevo, tan aislado como el anterior y tan poco preocupante como el que sigue. O al menos esa es la narrativa oficial del alcalde Juan Manuel Diez Francos y de su coordinador de la Policía Municipal, Mauricio Rafael Sosa García, quienes insisten en minimizar lo evidente: que la ciudad ya no es tan “segura” como presumen.
Durante el desfile cívico-militar por el 215 aniversario de la Independencia, se registró un nuevo episodio de violencia en el mercado Emiliano Zapata. Según Sosa García, “un sujeto como parte de rencillas personales dejó una bolsa que después detonó, una femenina lesionada sin mayores daños a su persona”. Una explicación tan técnica como tranquilizadora, es decir, un artefacto explotó, hubo heridos, pero tranquilos, fue “aislado”.
La versión oficial aseguró que todo se trató de “pirotecnia”, aunque los testigos cuentan otra cosa: un encapuchado entró a una cremería, pidió queso, dejó dos bolsas con pólvora y huyó antes de que se produjera la detonación. El resultado: una mujer herida, un hombre con lesiones en la espalda y clientes corriendo despavoridos.
Al parecer, la memoria institucional es tan frágil como el queso fresco que se vendía en la cremería. Porque entre las explicaciones oficiales nadie recordó la ejecución reciente de un comerciante de comida oriental, ni mucho menos la acusación contra el propio Sosa García por el robo de 80 mil pesos. Todo eso, dicen, son “hechos aislados”, casi anecdóticos.
Lo cierto es que en Orizaba la violencia dejó de ser un accidente y se convirtió en parte de la rutina. Aunque para el gobierno municipal, cada bomba, cada ejecución y cada señalamiento contra la corporación siguen siendo apenas eso: incidentes menores, hechos aislados… que casualmente se repiten una y otra vez.
 
					
				

