
“¡No llegamos todas, nos falta Sandra!”, gritaban al unísono familiares, amigos y compañeros de lucha de Sandra Domínguez, la abogada y activista mixe que, después de casi siete meses de angustiosa desaparición, fue localizada sin vida junto a su esposo, Alexander Hernández, en un rancho llamado “La Ceiba”, en el estado de Veracruz. Ambos cuerpos presentaban disparos de arma de fuego, según la Fiscalía del Estado.
Sandra, conocida por su valiente trabajo en defensa de los derechos de las mujeres y su lucha contra la violencia de género, dejó un legado de incansable activismo. Su nombre resonó fuertemente cuando denunció la existencia de chats con contenido sexual, en los cuales funcionarios de alto rango denigraban el cuerpo de las mujeres indígenas de Oaxaca. Su valentía para destapar estas situaciones de abuso le valió tanto admiración como amenazas, pero nunca dejó de luchar por las mujeres de su comunidad.
El cortejo fúnebre que acompañaba el féretro de Sandra, cubierto con una manta morada en homenaje a las víctimas de feminicidio, se dirigió hacia el municipio de San Pedro Ixtlahuaca, en las cercanías de la capital oaxaqueña. En el trayecto, familiares, defensores de los derechos humanos y compañeras de lucha exigieron justicia. Entre consignas y llantos, la comunidad le rindió el último adiós, reafirmando su compromiso de continuar la lucha que Sandra inició.
Durante la velación, la abogada Yésica Sánchez destacó el dinamismo y la entrega de Sandra por la defensa de las mujeres. La hermana de Sandra, Kenia Domínguez, leyó una semblanza escrita por la periodista Soledad Jarquín, mientras que su madre, Aracely Martínez, no dejó de resaltar el arduo trabajo de su hija en la protección de los derechos de las mujeres indígenas.
El dolor de la familia y los amigos se convirtió en un grito de justicia. En la salida de la funeraria, ubicada en la Avenida Independencia, Naomi, hija de Sandra, encendió una bengala morada y levantó una pancarta con la foto de su madre. En la calle, una manta con las palabras “Oaxaca Feminicida” dejó claro el mensaje: la lucha por justicia no ha terminado.
Sandra Domínguez no fue solo una víctima más de feminicidio, sino una mujer que dejó huella en la historia de Oaxaca y en la lucha por los derechos humanos. Su muerte exige que la violencia de género en el estado sea erradicada y que su memoria se transforme en un símbolo de resistencia. La lucha sigue, y Sandra sigue siendo un faro para todas aquellas que siguen luchando por un Oaxaca libre de feminicidios.
