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GATOPARDO: A LA VÍBORA, VÍBORAS DE LA MAR

Superiberia

Aleluya Moreno Lorenses Oropesa
Columnista

Como comer melocotón, es fácil y agradable caer en la finta de Estado que nos endilga pleitos caseros para ocultar el desmonte de la vena socializante de la Carta Magna Constituyente, la vendimia Patria, la transferencia de la renta petrolera a la I.P., el destino extractor y maquilero barato de la planta productiva nacional, así como la vocación chatarra consumista de la mayoría del pueblo; mientras, la Oligarquía y su estatificada comunidad del INE, celebran la consolidación de sus trazas demagógico democratizantes.
Es difícil remar contracorriente, como lo hace el salmón bregando en cada ciclo de vida a sus altas aguas de origen; más cuando, precisado el interés estratégico de los poderosos por sus primicias, captamos el control absoluto de su paradigma, idea, objetivo, estrategia, tácticas, escenarios y personeros.
Legitimidad a huevos de la serpiente. Así, tras del papel parsimonioso del violento Peje domesticado por Canacintra al través de Yeickol Polensky, Romo, Slim, Moctezuma & Ebrard, de los coletazos del viejo PRI para ensalzar “ya sabes cómo se le Mide” y, mientras se estigma en público al en privado reconocido joven Maravilla Anaya, no dejamos de mirar la enésima versión de lo esperado: trotando van al ton y son del tenebroso juego de poder constituido para simular elecciones democráticas legitimadas, gracias al actualizado y magnificado “Pacto por México” en coaliciones de factura socialdemócrata para resarcirse de, que, solitos, no han podido con la encomienda.
Sin importar el precio será renombrado “Gobierno de coalición”, que ahora se propaga como frente electoral ya confabulado en la práctica de miles de saltimbanquis en pos de un hueso, marear a la par al respetable.


Miren cómo mercenarios de siempre corren de agujero en agujero buscando los mejores acuerdos para acomodar sus cartas ofreciendo cacería de votos y porciones del “tigre López” desconocerse su triunfo, mientras consolida su poderoso control, el verdadero ganador de la con-­tienda.
El Imperio cumple un siglo de poder en México. Oculto el festín por los desplantes derecho-­populista-­provocadores de Andrés Manuelsostenidos durante la 81 Convención Bancaria, a quienes les ofreció no confiscarle bienes, ni expropiaciones, ni nacionalizaciones, ni anular las reformas del 2013/2018 inclusive, para anular o cambiar la política pública ya Constituida (tanto como cuando se congració con la mafia del poder incrustando sus alfiles en morena), más las aparentes irreverencias de Ricardo contra el Gobierno saliente y los esfuerzos de Miade para borrar su estigma priista.
Mares de células de la piel de serpiente saltando de tinglado en tinglado, adelantan lo que esperan al final de la marea del próximo primero de Julio para completar los festejos del primer centenario de poder financiero en México.
Compartir la antesala administrativa de los negocios comunes de la inversión financiera. Pastorear la crisis terminal del neoliberalismo, así como servir de cancerberos ejecutores del pro-­activo Programa Nacional de Seguridad Pública para continuar conteniendo el pesar de las masas, ahora mediante la cobertura del programa socialdemócrata.
Si desea conocer detalles descriptivos de abusos de políticos de oficio, como Cuevas, Martínez, Beltrones, Bartlett, Barbosa, De la Huerta, Zenzayen, así como de tantos miles dispersados por la República, lean a Julio Hernández, Andrés Timoteo, Loret de Mola, Riva Palacios, meticulosos cronistas de lo infecto; cuidando no confundir la magnesia, con la gimnasia.
O, mírese Usted en el espejo. Fátima Carrizales Simondini, es una joven de buena familia cristiana creyente a más no poder en la buena voluntad del Señor, representado terrenalmente por alguno de sus demasiados ministros caseros o autodenominados apóstoles, los más exitosos en eso de adormecer conciencias.
Próxima a egresar del Bachillerato de financiamiento público, Fátima siente que su vocación de vida y trabajo es estudiar enfermería para dedicarse a cuidar enfermos, ayudando a médicos generales y especialistas en el arte de curarlos y procurarlos. Como millones de jóvenes escolapios, es su derecho humano hacerse de una profesión y ejercerla, con apoyo de la insustituible ayuda económica paterna.
Con el actual marco jurídico, nos la llevaremos en paz y tranquilamente (AMLO). Así lo expresa con emoción a quienes la conocen; aún más: aspira a instruirse con ahínco y lo mejor portada posible para irse haciendo de una pléyade gracias a sus propios méritos; pues espera, como es deseable, vivir honesta y satisfactoriamente de su futuro trabajo.
Con más ánimos didácticos, que de psicológicos vocativos, hemos procurado acercarle información sobre la realidad nacional educativa: esa que augura, por general, todo lo contrario: empleo a sueldos de miseria, o desempleo.
Marichuy López Pérez, es otra vecina graduada por la UV de Enfermera. A duras penas consiguió trabajo en una clínica particular, donde le pagan 88.04 pesos diarios por jornada de 8 horas diarias, o más, cuando la ayuda a sus jefes médicos impera hasta terminar la operación en turno.
México 2018, es una especie de cementerio de las ilusiones de la comunidad en todos sus aspectos de vida y trabajo. El 60% de los licenciados titulados no tienen empleo y, la mayoría se dedica a actividades informales, o en lo que pueda. El 48% de mexicanos con estudios de licenciatura y bachillerato, no tienen empleo.
Laura Buendía, entrevistada por “Sin Embargo”, vive la terrible realidad de tener estudios de licenciatura, especialidad, maestría, doctorado, post-­doctorados, ganando miserables 3 mil pesos semanales.
Promesas de campaña. Achacando los males del sistema escolar básico y medio superior al destrozado SNTE y su rama del CNTE por líderes calamitosos como la señora Gordillo y su cohorte, la reforma educativa, desmontó su aparato con la promesa gubernamental de hacer de la educación el pilar del desarrollo.
Pretexto para privatizar la oferta escolar, la reforma fue una maniobra laboral para desmontar privilegios del magisterio con nóminas infladas, partidas dinerarias a discreción, controladas por familias coludidas, gestadas y utilizadas durante décadas por el Estado, a fin de procurar al capital fuerza de trabajo simple.
Más inversión pública capitalizable. La política de masas descrita incentiva mediante salarios mínimos impuestos la capitalización del comercio, el transporte, la manufactura y la industria extractiva agrícola, minera y energética.
Ésta la asegura en tres vertientes: educación básica de la mayoría de las nuevas generaciones, para ocupar puestos de afanadores, ayudantes, labriegos, empleados domésticos, practicantes; ganan uno o dos salarios mínimos, por jornal diario.
Con estudios preparatorios, empleados medios, supervisores, jefes de departamento, habilitados, técnicos, aspiran a ubicarse en el mercado de trabajo. La generalidad gana de dos a tres salarios mínimos.
Mexicanos con estudios universitarios en todas las profesiones, devengan de 4 a 6 salarios mínimos; unos 14/15 mil pesos mensuales.
Hasta el año del 2012, este sector social ganaba un promedio de 28 mil pesos mensuales.
Pocos paisanos profesionistas ganan arriba de 10/12 salarios mínimos, unos treinta mil pesos mensuales, lo que en los países desarrollados equivale al ingreso mínimo.
Los caminos de la vida, no son como yo soñaba. El dolor de las familias de Fátima, Maruchuy y Laura, de ellas mismas sin saberlo, es que para su proyecto de vida y trabajo el país no les ofrece un plan y programa de desarrollo favorable, sino todo lo contrario: la tendencia internacional de la crisis del capital, augura peores condiciones de existencia precaria.
La proletarización de las profesiones sirve de llamada de atención para calibrar las posibilidades reales de crecimiento de nuestros hijos, inscritos en la escuela pública o privada, pues, a menos de la mitad de quienes demandan trabajo se les deparan sueldos miserables y, al resto, desempleo o vivir de lo que puedan, menos de lo aspiran.
El apoyo total prometió a la causa bancaria, la tercia de tres.
Estadísticamente, la mayoría de los egresados -incluso con estudios de posgrado en el extranjero-­ viven y trabajan en condiciones que ofenden legítimos sueños juveniles. Donde, si en la economía de mercado capitalista, todo es mercancía, es justo preguntarse: ¿vale la pena invertir en la educación de los hijos en las condiciones de futuro ofrecida por los políticos en campaña en turno, donde no se cansan de ofrecernos más de lo mismo, a cambio de sentarse un rato en la silla gobernante?

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