


Laura A. García
El Buen Tono
Amatlán.- El río que serpentea por el vivero de anturios, en el camino Río Seco, lleva consigo más que agua: arrastra desechos, contaminación y el temor de una comunidad que ve cómo su principal fuente de vida se convierte en una amenaza.
Vecinos de la congregación de Paraje Nuevo denuncian que personas sin identificar echan desechos en el caudal, el cual desemboca en el río Jabalí —que atraviesa la comunidad— y finalmente llega al Atoyac, donde familias locales acostumbran nadar, pescar y recolectar alimento. Hoy, el miedo a contraer infecciones por aguas contaminadas ha cambiado su forma de vida.
El problema inicia aguas arriba, donde vecinos tiran desechos de animales y basura el río alterando la composición natural del agua. “El agua era clara, aún se pueden observar bolsas de basura, las heces de animales, misma que vierten vecinos que no dan un trato adecuado a los desechos y que genera que niños que no sabe naden en aguas negras”.
El impacto es claro: el Jabalí, que alimenta al Atoyac, arrastra la contaminación hasta sitios recreativos. Niños que aún nadan en pozas del Jabalí ahora presentan irritaciones en la piel, debido a la contaminación.
Los vecinos del Jabalí hacen un llamado a lo de colonias arriba como el vivero no viertan desechos pues dañan no sólo un pequeño arroyo, sino al mismo Atoyac pues los arroyos y ríos de la zona de unen y varios los utilizan para nadar e incluso pescar algunas especies que deberían estar en condiciones para alimentarse.

