


México.- A la lista de situaciones que pueden provocar una guerra en el mundo hay que agregar la escasez de agua, pues según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para el año 2025 habrá 2.8 mil millones de personas que enfrentarán complicaciones relacionadas con el líquido más valioso para los seres vivos.
La revista estadounidense Foreign Policy menciona que conflictos, como los generados por el Estado Islámico (EI), podrían ser olvidados en el futuro, ya que según el informe “Estrategia Nacional de Inteligencia”, del Gobierno estadounidense, “muchos gobiernos afrontarán retos para satisfacer las necesidades básicas de su población, ya que se enfrentan a los cambios demográficos, la escasez de recursos, los efectos del cambio climático y los riesgos de brotes mundiales de enfermedades infecciosas”.
La escasez del agua ha sido causa de tensiones políticas entre Estados Unidos y México, así como entre Argentina, Brasil y Paraguay. Para Brasil, los recursos hídricos y ecológicos de la Amazonia son un tema de seguridad nacional.
Para Dolores Barrientos Alemán, representante de México en el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), “no se puede afirmar si habrá o no guerras, lo que sí es cierto y los pronósticos, al menos climáticos, nos dicen es que el estrés hídrico va a provocar
fricciones importantes”.
Dado que habrá zonas del mundo que cuenten con recursos hídricos, mientras en otras será limitado, es posible augurar un escenario óptimo para conflictos.
Además, Barrientos expresó que ante la escasez, en algunas regiones “se esperarán grandes migraciones dentro de un país, o de un país a otro”.
Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), el estrés hídrico es un concepto que describe en qué medida está expuesta la población al riesgo de falta de agua. Al respecto, Barrientos dice que los países deben tomar iniciativa para revisar y gestionar sus políticas públicas con la idea de que el recurso hídrico es limitado, y a partir de ello, deberán dirigirse hacia la reforestación de los bosques, porque es en este punto donde se genera
el agua.
Con relación a las políticas de los Estados, Barrientos explicó que “los países deben tomar medidas como el reconocimiento del estrés hídrico en su toma de decisiones, la eliminación de políticas públicas como los subsidios del agua, que implican un derroche excesivo o el uso poco racional del recurso, y la promoción de una mayor tecnificación en el sector agrícola”.
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