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Hallan la flor más grande preservada en ámbar, tiene millones de años

Superiberia

AGENCIA

EEUU.- El pasado jueves 12 de enero apareció publicada en Scientific Reports de la revista Nature, una investigación firmada por científicas de origen alemán y austriaco en torno a la flor preservada en ámbar más grande que hasta ahora se conoce.

Esta flor data de hace millones de años, quizá de 38 millones. Y, pese a que ya se han encontrado flores preservadas en ámbar en otras ocasiones, éstas no llegan a exceder los 10 milímetros de diámetro, por el contrario, la flor que se reseña en Scientific Reports mide unos 28 milímetros.

El ámbar, por sí mismo, resulta de la fosilización de una resina, por lo que su origen es puramente orgánico y no se trata de un mineral. De hecho, algunas plantas producen resina con la finalidad de protegerse de los ataques de otros organismos como microbios e insectos.

En esta resina (que tiene una capacidad de conservación excepcional por sus propiedades químicas, haciendo que el tiempo literalmente se detenga para lo que está en su interior) pueden quedar atrapados todo tipo de organismos (la mayoría invertebrados, pero también algunos vertebrados), que van desde insectos hasta plantas con semillas, hojas, flores, amentos y polen.

En el caso particular del fósil que reseña Scientifc Reports, éste corresponde a una flor la cual fue por primera vez descrita hace 150 años llamada Stewartia kowalewskii. Kowalwskii es el apellido de un farmacéutico de origen prusiano quien por mera casualidad encontró esta flor atrapada en ámbar en la laguna del Vístula, una región en el Mar Báltico entre Polonia y Rusia.

Años después, Robert Caspary, un explorador, paleontólogo y botánico alemán, estudió sus propiedades y la introdujo en el género Stewartia, que incluye 22 especies de plantas tipo fanerógamas (aquellas que son capaces de producir semillas).

Durante varias décadas, el fósil (del cual se preservan intactos su corola, estambres y pétalos) estuvo almacenado junto con otros fósiles en el Instituto Federal de Geociencias y Recursos Naturales de Berlín.

No obstante, gracias a la curiosidad de dos mujeres investigadoras (la curiosidad es generalmente lo que mueve a la ciencia y logra su avance), Eva-Maria Sadowski y Christa-Charlotte Hofmann, la flor fue rescatada de los fríos anaqueles del Instituto y estudiada a detalle.

Para llevar a cabo su investigación, Sadowski y Hofmann se dieron a la tarea de extraer polen del fósil. Ello las llevó a concluir que la flor está relacionada con unas plantas de origen asiático del género Symplocos (también llamadas Symplocaceae). Por lo que proponen que a partir de ahora el fósil lleve el nombre de Symplocos kowalewskii en lugar de su nombre actual: Stewartia kowalewskii.

Las investigadoras mencionaron que el gran tamaño de la flor “probablemente se deba a la gran efusión de resina que en su día la recubrió”. Por lo que “las propiedades de esta sustancia habrían ayudado a evitar que los organismos crecieran dentro y le causaran daño”.

Por otro lado, algo que no ha quedado muy claro en la investigación es cómo se originó el ámbar que mantiene a la flor prácticamente intacta, ya que en la región en donde se encontró existen muy pocas especies de plantas y otros vegetales capaces de producir resina que cristalice de esta forma.

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