in

Hartos de gobiernos mediocres que sólo hacen talachas

Superiberia

Ahora que estamos discutiendo si hacer o no una reforma energética de fondo, aparece una noticia que no está relacionada directamente con el tema, pero que da cuenta de cómo los parches no resuelven los problemas. Me refiero a la saturación de la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Se trata de un ejemplo típico de cuando el gobierno opta por un paliativo para ganar tiempo “pateando” el problema hacia delante.

Por mi trabajo, viajo mucho por el país. Todavía recuerdo aquellas épocas en que el AICM era una verdadera pesadilla. Larguísimas colas para pasar la seguridad, continuos retrasos por falta de salas de abordaje, eternas esperas en los aviones y espeluznantes líneas para conseguir un taxi. Pero lo que en particular me desesperaba más era cuando en el avión se anunciaban dos palabras malditas: “sala móvil”. Esto significaba que había que esperar en un lugar remoto del aeropuerto a que llegara alguno de esos espantosos camiones donde empacaban a los pasajeros como sardinas para llevarlos, a paso de tortuga, a la terminal principal. No exagero cuando digo que el traslado por “sala móvil” podía durar más tiempo que el vuelo hacia el Distrito Federal.

Por eso fui muy feliz cuando el gobierno de Fox anunció que finalmente construiría otro aeropuerto para la capital. Pero ya sabemos la historia: la ineptitud gubernamental hizo que se malograra este proyecto. Para salvar algo de cara, el entonces Presidente anunció un parchecito: la construcción de una nueva terminal en el antiquérrimo AICM. Se tardaron muchos años en construirla. De hecho, le tocó inaugurarla aCalderón hasta marzo de 2008. Por fin, los viajeros capitalinos pudimos ahorrarnos las colas, las esperas en las pistas y las malditas salas móviles.

Hace unos cuantos meses, sin embargo, comencé a notar que otra vez se estaba saturando el AICM. Los aviones se retrasaban por “tráfico en el destino”, es decir, en el DF. Una vez que se arribaba a esta ciudad, se incrementaban las esperas de los aviones en las calles de rodaje porque no había salas en la T2. Más aún, en un par de ocasiones, como de plano no había lugar, enviaron mi avión a una posición remota cerca de la Terminal Uno y nos trasladaron en camiones a la Dos (al parecer las viejas “salas móviles” que parecían un pan Bimbo gigante ya no están en servicio).

Mi sospecha de la saturación de la T2 del AICM ayer quedó confirmada en una nota de Excélsior precisamente sobre este tema. Un experto en aeronáutica “explicó que la construcción de la T2 se realizó con el objetivo de desahogar las operaciones de la T1, pero sólo en cuanto a posiciones para las aeronaves y el embarque y desembarque de pasajeros, pues el problema de fondo de la terminal sigue siendo la cercanía de sus pistas que impiden operaciones simultáneas. Dijo que el AICM no sólo sufre saturación, sino también congestionamiento, debido a que hacen falta calles de rodaje, es decir, que existe poco espacio de maniobra para las aeronaves en tierra”. No hay duda: el parche de la T2 ya dio lo que pudo.

Ante la imposibilidad de nuestro Gobierno de construir un nuevo aeropuerto de la calidad que se merece esta capital, el paliativo duró unos cinco añitos. Típica solución de gobiernos que sólo piensan en cómo salir del paso en el corto plazo. Fox no pudo construir un nuevo aeropuerto, pero sí un parche llamado T2. Ahora el problema va a volver a aterrizar en el escritorio presidencial. La mala noticia para el nuevo Presidente es que ya no podrá parchar más el AICM porque no hay lugar para más pistas ni calles de rodaje. Ojalá, entonces, que Peña se anime a la solución de fondo: construir un nuevo aeropuerto. Pero, aunque lo haga, me temo que tardará muchos años en construirse, lo cual significará el regreso a las viejas pesadillas de la saturación del AICM que por desgracia nos son tan familiares.

Regreso al punto de partida. Ahora que se está discutiendo la posibilidad de una reforma energética de fondo, valdría la pena tener en claro que los parches no resuelven los problemas de verdad. Si en algo coincidimos los ciudadanos de este país —seamos de izquierda, derecha, centro, liberales, conservadores, católicos, judíos, mestizos, indígenas o de la denominación que usted quiera— es que estamos hartos de gobiernos mediocres que parecen vulcanizadora de carretera: sólo le hacen talacha a la vieja llanta del viejo coche para que pueda andar unos kilometritos más.

CANAL OFICIAL

“La ley, sin la fuerza, es impotente.”

Olla de grillos