
AGENCIA
Nacional.- La tensión crece conforme se acerca el 20 de enero, día en que Donald Trump asumirá la presidencia de Estados Unidos. A la inquietud se suma la confirmación de que la presidenta mexicana no fue invitada a la ceremonia de investidura, lo que ha desatado especulaciones en torno a las relaciones bilaterales.
Una de las mayores preocupaciones en México es la posible declaración de los cárteles criminales mexicanos como “organizaciones terroristas” mediante una orden ejecutiva, acción que Trump podría anunciar en los días cercanos a su toma de posesión. De concretarse, este hecho generaría una crisis política, económica y diplomática sin precedentes entre ambas naciones.
El gobierno mexicano, encabezado por Claudia Sheinbaum, ya enfrenta señalamientos por la creciente violencia atribuida a grupos criminales, cuyas actividades incluyen el uso de coches bomba, drones con explosivos, minas antipersona, y ataques a civiles y autoridades, actos que expertos clasifican como terrorismo.
Ejemplos recientes incluyen el asesinato de Ramón Paz Salinas, maestro de Telesecundaria en Apatzingán, Michoacán, quien murió al detonar una mina terrestre el 13 de enero. En la última semana, otros ataques similares han cobrado más vidas, mientras comunidades afectadas exigen la intervención gubernamental para frenar estos actos de barbarie.
La presión sobre México aumenta con la agenda del próximo presidente estadounidense, que contempla la firma de órdenes ejecutivas, posiblemente incluyendo la clasificación de los cárteles como terroristas. Aunque el gobierno mexicano ha intentado minimizar estos escenarios, los hechos violentos recientes subrayan la gravedad de la situación.
Analistas advierten que esta medida podría tener implicaciones profundas, desde el incremento de la intervención estadounidense en México hasta el endurecimiento de políticas migratorias y de seguridad.
Mientras tanto, el debate sobre cómo debería reaccionar México sigue abierto, y la incertidumbre alimenta la tensión entre ambos países.
