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Intentó robarse un libro

Superiberia

Por: Catón  / columnista

Nadie debería leer este chiste liminar. Pertenece a la plebea especie de los que en México se llaman colorados, en España verdes y en los países anglosajones blue, o sea azules. Con esas tonalidades se tiñen los cuentos de alto contenido sicalíptico, y éste lo tiene elevadísimo. Sugiero a mis cuatro lectores omitir su lectura y empezarla desde donde dice: “Un gran escándalo se ha hecho con el caso del embajador de México que en una librería de Buenos Aires intentó robarse un libro. Hay otro robo, sin embargo…”, etcétera… He aquí la vitanda historieta mencionada… Después de varios años de navegar por los siete mares un capitán de barco regresó por fin a su puerto nativo. Lo primero que hizo fue… Pero, a propósito: ¿cuáles son esos famosos siete mares? La opinión moderna los enlista así: Océano Pacífico, Océano Atlántico, Océano Índico, Océano Ártico, Mar Mediterráneo, Mar Caribe y Golfo de México. Hay, claro, otras versiones, pero ésta es la más generalizada. Vuelvo a mi narración.

Lo primero que hizo aquel marino fue ir a una casa de trato, pues desde hacía muchos meses no lo había tenido con mujer, y se alejaba de otras variaciones a pesar de la dura continencia que impone la soledad del mar. Contrató, pues, los servicios de una de las señoras que ahí sedaban los rijos de la marinería andante, y fue con ella al lecho del placer. Placer para él; para ella era sitio de trabajo, como la fragua para los herreros, el taller para los mecánicos o las mesas de restorán para los diputados. Desnudo ya el marino la daifa se percató de que su cliente se había hecho tatuar una palabra en la parte más necesaria para la tarea que con ella iba a llevar a cabo, quiero decir en su atributo varonil. Le preguntó, curiosa: “¿Qué significa esa palabra que tienes ahí tatuada, ‘renoaría’?”. “No es palabra –repuso el marinero–. Es una frase que en unos momentos más podrás leer completa: ‘Recuerdo de una noche de amor en Alejandría’”… Un gran escándalo se ha hecho con el caso del embajador de México que en una librería de Buenos Aires intentó robarse un libro. Hay otro hurto, sin embargo, que para muchos pasa inadvertido, pero que está causando daño a muchas comunidades del País.

Es el manejo que la 4T hace de los fondos públicos que antes se destinaban a los presupuestos de los estados y municipios, y que ahora, bajo el pretexto de la austeridad republicana, se han recortado drásticamente hasta el punto de hacer difícil en muchos casos el cumplimiento de las obligaciones que esas entidades deben cumplir con sus gobernados. Todo indica que tales recursos, y otros que han sido quitados a universidades, centros de investigación, instituciones culturales, etcétera, se destinan actualmente a dar dinero a quienes forman la clientela política del Presidente y su principal base de apoyo, lo cual impide que los dichos estados y municipios hagan obras de infraestructura muy necesarios en sus localidades.

Quizá sea extremado llamar hurto a ese manejo que se hace del erario, con tan claros tintes políticos, pero en todo caso constituye una acción que no se condice con la decantada moralidad del régimen… Se llamaba Claraliza, pero su marido le decía Liza. Se levantaba siempre tarde, a la hora en que había ya caldo en las fondas, o sea al mediodía. Alguien le preguntó al marido la razón de la pereza de su esposa. Respondió: “¿Qué no han oído hablar de la hueva de Liza?”… “Tengo frías las manos” –le dijo el galán a su dulcinea. “Ponlas entre mis muslos –ofreció ella-. Así se te calentarán”. No pasó mucho rato sin que el novio le dijera a la muchacha: “Tengo frías las orejas”… FIN.

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