


AGENCIA
Alemania.- El aeropuerto de Colonia/Bonn, en Alemania, fue escenario de un insólito hallazgo que sorprendió incluso a los agentes aduanales más veteranos: Un paquete declarado como una “entrega de galletas” resultó contener cerca de mil 500 crías de tarántula provenientes de Vietnam.
El engaño fue descubierto gracias al fuerte olor inusual que emanaba del paquete, muy diferente al esperado aroma dulce de productos de panadería. Al revisar el contenido, los inspectores encontraron los arácnidos escondidos en pequeños contenedores plásticos con ventilación, camuflados dentro de envoltorios de galletas.
Lamentablemente, las condiciones del transporte eran inadecuadas, lo que provocó la muerte de muchas de las tarántulas. Las sobrevivientes fueron entregadas a centros especializados en vida silvestre.
El destinatario del paquete era un hombre residente en Sauerland, al oeste de Alemania, y ya se ha iniciado un proceso penal en su contra. Las autoridades creen que se trata de una operación de contrabando profesional motivada por fines económicos, ya que ciertas especies de tarántulas pueden alcanzar precios de varios cientos de euros en el mercado negro.
Este incidente pone de relieve el creciente tráfico ilegal de animales, considerado la tercera actividad delictiva más lucrativa del mundo, solo detrás del narcotráfico y el comercio de armas. Además del maltrato animal, esta práctica representa un riesgo grave para la biodiversidad y la salud pública, ya que las especies exóticas pueden introducir parásitos o enfermedades desconocidas en los ecosistemas locales.
La Unión Europea exige permisos especiales para la importación de flora y fauna, y las violaciones a esta normativa pueden implicar multas severas o penas de prisión.
Aunque las tarántulas no son letales para los humanos -su veneno es menos tóxico que el de una abeja-, pueden causar reacciones alérgicas y tienen una alta tasa reproductiva, con hembras capaces de producir hasta mil crías por temporada. Estos factores agravan el impacto de su tráfico no regulado.
El caso reafirma la importancia de mantener controles aduaneros rigurosos y bien equipados para frenar el comercio ilegal de especies y proteger tanto al medio ambiente como a la sociedad.



