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KAT BROWN: CÉSAR YÁÑEZ Y EL TALÓN DEL PEJE

Superiberia
  • Mientras no se toque ni con el rosado pétalo de una rosa, las comparsas podrán hacer lo que les venga en gana, con tal de distraer al respetable sobre lo imposible de pretender cambiar de piel al gato.Alejandro Solís
    Columnista

Mientras no se toque la mente y el corazón del monstruo, cualquier cosa lo desternilla en medio del desconcierto de sus adversarios y solaz de su creador. Con tal de ocultar lo trascendente, sus agoreros pueden decir misa mientras hagan lo contrario a cambio de ensartarnos cuentas de cristal.
Entre fat y fit. ¿Cuál es el rasgo que hace la diferencia? Encandilados pensamientos retorcidos dictan valores humanistas a la mayoría ingenua, aplicando buenas intenciones al parejo; mientras, otros apuestan al exterminio de sus adversarios, muchos alimentan mediaciones pactando expectativas con realidades para continuar controlando contradicciones de clase.
A setenta años de manipulación nacionalista conducida por el viejo PRI, sucedieron cinco sexenios de neoliberalismo fallido, incluidos doce años de transición panprista, sin lograr que la legitimidad coronara al festín financiero de todo un siglo. En gran parte, por deslices de sus escuderos.
Infieles pajes. Al casarse con Dulce María Silva, un dilema tlaxcalteca tan complicado como la ancestral Malinche, César Yáñez Sancho, fiel de AMLO, involuntaria, cándida o perversamente, reluce el cobre de la nueva coraza gubernamental, abollándola sin más necesidad que por las propias de infantes estrenando calzoncitos.
Como fi fis de la mafia del poder. El dislate de esposarse en la reservada Capilla del Rosario poblana, entre calles obstruidas para facilitar su posterior alegre tránsito al caro salón de Convenciones poblado con regalos de lujo contraviniendo los preceptos de la Constitución Moral del nuevo Hidalgo, equivale a jugar a la ruleta rusa montado en Rocinante; y, en la primera, atinarle.
Aborto acelerado. Con estos amigos, ¿quién necesita chivos para expiar sus culpas? Sobre todo, sin omitir que para nada se parecen las pálidas fortunas de familias adineradas de la periferia del capital a las de la protegida Oligarquía.
Si un chairo gasta sin reparos en una publicitada fiestecita privada, mientras nos invoca -por el bien de todos- a asumir la austeridad impuesta exigida por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para garantizar el pago de los servicios de la deuda pública acumulada de doce mil millones de millones de pesos, más dos mil doscientos cincuenta y siete millones de creciente deuda diaria, ¿cuánto derrocha la mera patronal, esos sí, educados con la prosapia típica de quienes nacen poderosos y discretos?
La raíz del problema es la prima de la segunda D. Podrán decir misa los encantadores de serpientes, pero, sobre petulancias y poquedades culturales distractoras, la expropiación económica del trabajo a favor del capital es el quid del dilema.


Mientras no se toque ni con el rosado pétalo de una rosa, las comparsas podrán hacer lo que les venga en gana, con tal de distraer al respetable sobre lo imposible de pretender cambiar de piel al gato, sin rasgar la desechada, ni encabronarlo. Observemos.
Vicios ocultos. Hemos sido testigos de la destrucción y reconstrucción de cosas y casos, como cuando se destrozó Guernica para volverla a levantar sobre sus ruinas.
Semejante injusticia se hizo con Tenochtitlán, destruyendo una cultura para resarcir a la quebrada Europa con riqueza expropiada; dando pie al tránsito del mercado feudal, al capitalizado.
Es el caso de las corrompidas autopistas creadas en su momento con todo y socavones para destrozar localismos, a favor del tránsito de mercancías y productos con destino al Cosmopolitan usufructo.
Hoy nos chivatean. Con desvíos millonarios del compadre de Peña Nieto sembrado en CAPUFE, omiten la injusta carga económica y fiscal del usuario cautivo, implicada en el pago obligado al concesionado impuesto por transitar sobre nuestros suelos. Además, refaccionado quincenalmente con fondos públicos para el pago de nóminas de personal utilizado en el mantenimiento de casetas y carreteras, podría ser un servicio ficticio para despistar recursos.
Chivos protegidos. Si de por sí Meade, el autor del gasolinazo y otras tranzas de Estado ha sido olvidado en aras de la transición de terciopelo pactada, ¿qué podemos reclamar al Congreso cuando aceptó de Videgaray deslices, para darle salida al trámite de protección a toda costa de los operadores de las empeñadas contra-reformas?


Mientras el aerotransporte no deje de ser negocio, ¿qué importa si la terminal de una urbe cosmopolita sea una con varias pistas de aterrizaje, o varias con una sola? Igual podrán integrar la red de terminales conurbadas de una macrourbe de crecimiento exponencial, como ya lo es la zona central de México, incorporando aeropuertos cercanos interconectados por trenes y helicópteros. Total. Todo es vendible.
Más se impone la visión conjunta de las cosas cuando incluyen variables relacionadas con el control policial y militar de contingencias esperadas, pues aparte de por sus funciones comerciales los aeropuertos han de servir, en su momento, como pistas de aterrizaje de transportes, tropas y equipos destinados para sofocar radicales que traten de rebasar a ya sabes quién, por la izquierda.
Se quejan afectados por el desplazamiento del negocio que implica detener la construcción del NAICM, para remozar el AICM, habilitando el de Santa Lucía, omitiendo que, éste, durante 66 años ha servido como tal sin mayores conflictos de tránsito aéreo: sólo registra una docena de accidentes originados en desperfectos de aviones y operaciones fallidas de pilotos; pero ninguno por la propia pista, que resulta ser la más larga, ancha, estable y segura de la República. Pues si no, ¿cómo sería de usos militares insignes?
Si la neta así es, ¿de dónde tanta flatulencia? Mientras el dominio del mercado acompañe al logro mayor de la prima de la segunda “D”, hágasele como se le haga, la burguesía no puede evitar la incruenta competencia inter oligarca para hacerse de los principales negocios.
Desatada la grilla por el cetro del poder económico, pasa a segundo término la pausa cedida por el Estado a la nueva administración pública federal como táctica de control político en tiempos de grave recesión económica y crisis general del Imperio.
En ese entorno, Peña Nieto & Carlos Slim apostaron a hacer del NAICM su obra pública/negocio privado emblemático; tanto como de los terrenos del actual aeropuerto de la Ciudad de México, destinado a bienes y raíces ya posicionados. O, ¿acaso creen que acabarán de meaderas?
Por lo cual, suspender su cara construcción a cambio de otro proyecto, sea cual fuere, afecta a unos, beneficiando a otros; especialmente a los actuales propietarios de las concesiones cedidas en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez remozado, y, a dueños de terrenos aledaños.
Cambiado el perro, de todos modos, la rabia sigue como bien sabe cualquier veterinario de generación cuarta.
Pero lo que está remal, tanto como el desliz de Yáñez, es la falsa facilidad con que AMLO está dispuesto a permitir la continuidad del aeropuerto en el vaso de Texcoco, a pesar de la protesta de los pobladores de Atenco y millones que han de votar a su favor: “NAICM podría salvarse si Carlos Slim y socios asumen la inversión”.
El error implícito, o manipulación de marras estriba en que no es lo mismo arrebatarse negocios entre parientes, que atentar contra la fórmula sistémica del argot mercante: utilizar recursos Hacendarios para financiar negocios privados, ya sea pagando pocos intereses y a largo plazo.
O, mejor, usufructuarlos a fondo perdido, lo que incluye desde la posibilidad de cargar pérdidas al Fobaproa/IPAB, hasta simple y llanamente robárselos, como en la Estafa Maestra; sin omitir otras formas, como son: subsidios a fondos de inversión, regalo de terrenos, exención del pago de impuestos, compras aseguradas mediante licitaciones amañadas, concesiones de minas y subsidio a cultivos y transportes garantes de materia prima barata para los grandes monopolios.

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