


Sin irnos hasta el inicio de la consolidación de todas las corrientes que surgieron después de la Revolución mexicana, sino a partir del Gobierno Federal que encabezó Miguel Alemán Valdés, quien llegó al poder habiendo sido impuesto, nos encontramos que en ese sexenio se inician grandes obras materiales, donde hubo ríos de recursos, y por consiguiente supuestos malos manejos financieros que se desviaron a cuentas bancarias de la clase política, surgiendo así nuevos ricos que se subieron al tren de la abundancia y del desorden económico, y desde entonces con un aparente auge en todos sentidos, empieza la debacle del país.
Si es verdad que todas esas obras materiales sirvieron a los mexicanos, también debe decirse que se inicia en gran escala la época de la corrupción e impunidad, pues todos los desvíos que hubo, ninguno fue delatado y menos haber efectuado medidas que frenaran esa situación, y mucho menos que alguien fuera enjuiciado para devolver lo tomado en forma irregular e inapropiada.
Lo anterior se corrobora, cuando en el siguiente sexenio en el que estuvo al frente el más honrado de los presidentes, don Adolfo Ruiz Cortines, y al darse cuenta de todos los desmanes cometidos por el Gobierno Federal anterior, inicia la caza de los presuntos delincuentes de todas las dependencias que existían en aquella época, recordando como ejemplo el Banco Ejidal, donde hubo grandes irregularidades, al grado que dinero que era destinado para los ejidos, fue dado a personas que no tenían nada que ver con esos importantes núcleos campesinos.
A través de la historia en que recordáramos que alguno de esos presuntos delincuentes pertenecientes a la clase política haya sido enjuiciado, habiendo ido a parar a la cárcel, parece que no lo hay.
La corrupción y la impunidad continuaron avanzando, al grado que llegamos al Siglo XXI, con enormes deficiencias en todos los renglones y de ahí el atraso que vivimos.
Durante todos los gobiernos priistas y panistas, han cometido grandes y presuntas atrocidades económicas y de toda índole, que siempre han lesionado al pueblo mexicano, pues en los sexenios se han anunciado millonarias partidas para todos los renglones, pero desafortunadamente nunca son verdaderamente invertidas en esos renglones, sino que son desviadas para otros lados y caminos inconfesables.
Ahí está la República mexicana, ahí están las entidades federativas mexiquense, veracruzana, municipios como el cosamaloapeño, donde ha habido grandes y presuntas irregularidades financieras, y los protagonistas de esas situaciones siguen siendo premiados por el sistema político mexicano.
El pueblo guatemalteco ha dado un ejemplo de que cuando el pueblo se propone, logra lo que desea, destituyendo al gobernante y enviándolo a la cárcel para que pague los presuntos ilícitos que cometió, nombrando de inmediato un interino, y convocando a elecciones donde se elegirá al nuevo titular, pero no en una sola vuelta, sino para que quede bien definido, son dos vueltas electorales.
En cambio en México, con una sola vuelta, con caída del sistema, con boletas falsas, con mapaches expertos en lograr los grandes fraudes, con despensas, con camisetas, con gorras, con televisores, y lo que es peor, con el hambre y la miseria de los mexicanos, la clase política logra sus triunfos.
Así han ganado los priistas, los panistas, quienes hacen promesas y las firman ante notarios, pero nunca han cumplido, ni cumplirán, pues siempre lo que les interesa es satisfacer las ambiciones personales, de grupo, de partido, y nada más.
Pero lo peor y más denigrante es seguir obedeciendo las indicaciones del vecino país del Norte, y si no que se lo pregunten a Vicente Fox Quezada.

