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La llorona un alma en pena

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Fortín.- Dicen que entre más lejos se escucha el llanto, más cerca está La Llorona. Y así fue, así escuché ese escalofriante llanto llamando a sus hijos, se oía lejos sobre la avenida principal, relata Beatriz Méndez, habitante de la calzada Tlacotengo.

Entrada ya la madrugada, su esposo aún no llegaba del trabajo y con un bebé inquieto que no la dejaba a dormir optó por salir del cuarto para sentarse en la sala, sobre la silla mecedora en la que le gustaba dormir a su recién nacido, pensando que sería la solución al insomnio del niño.

A oscuras para no alterar el sueño del pequeño, Beatriz decidió mecer al pequeño en medio de la noche, hasta el viento se podía escuchar ante tanto silencio. Sin embargo, el cansancio pesaba cada vez más sobre los hombros de la mujer, mientras el pequeño no dejaba de llorar como si presintiera algo.

Ya por ahí, entrada la madrugada y vencida por el sueño, un grito escalofriante hizo despertar a Beatriz, y recordó esos “rumores” sobre La Llorona que anteriormente había escuchado entre las vecinas.

¡Ay mis hijos! ¡Ay mis hijos! Escuchó Beatriz que gritaban a lo lejos, sobre la calzada principal Tlacotengo, que quedaba sólo a unos cuatro metros de  su casa, pero estaba segura que venían de la calzada.

Ese grito, largo y espeluznante despertó sus sentidos, y aunque no supo si fue un sueño o en verdad lo escuchó, jamás olvidará ese frío que recorrió todo su cuerpo que por inercia la llevó a levantarse de la mecedora, abrazar fuerte a su hijo y encerrarse en el dormitorio mientras llegaba su esposo.

La leyenda de la Llorona se conoce en la calzada en donde se tejen varias versiones sobre la calle oscura que se nota larga para llegar a la carretera principal, por lo que muchos apresuran su paso para evitar un escalofriante encuentro.

 

Celia Díaz García 

El Buen Tono 

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