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LA POLTRONA: La importancia histórica de la fábrica Santa Rosa

Superiberia

Verónica Carbajal García
Columnista

El pasado jueves la región despertó con la incógnita sobre si el desalojo, del que se empezó a hablar en redes sociales, en la exfábrica textil Santa Rosa, en Ciudad Mendoza, era cierto o se trataba de una “inocentada” de 28 de diciembre.
Parecía que se iba a repetir la historia, como en el 91, cuando la fuerza pública desalojó a los trabajadores despedidos (en huelga) que entonces tenían en su poder la fábrica.

Un poco de historia
Se terminó de construir en 1898 en los llanos de Santa Rosa, del entonces municipio de Necoxtla, y dio origen al pueblo fabril que hoy conocemos con Camerino Z. Mendoza. Ya entonces pasaba la vía del ferrocarril, pero no había nada más, sino hasta la llegada de la fábrica, a partir de la cual se hizo todo lo que un pueblo necesitaba, una iglesia, escuelas, viviendas para los obreros, negocios, servicios, incluso un Palacio Municipal para cuando lograron se nombrara a este sitio cabecera municipal.
Así lo me lo platica el cronista y miembro de la Academia Nacional de Historia y Geografía de México, Armando López Macip, quien los últimos años se ha dedicado a investigar y sumar datos para su libro La Manchester Mexicana, en el que sigue trabajando.
Esta fábrica, más las que en aquella época se asentaron, como la Cervecería Moctezuma en 1896, y la fábrica textil de Río Blanco en 1892, formaron parte de ese corredor industrial que estuvo considerado como el más importante de México, no sólo de Veracruz, “en la última década del Siglo XIX llega a su esplendor el desarrollo de la región”, me dijo el conocedor.
El número de trabajadores que llegó a tener fue de varios miles, distribuidos hasta en cuatro turnos, pues la demanda de sus productos, considerados de gran calidad, requería de jornadas laborales extenuantes.
Señala, por otro lado, el doctor Bernardo García Díaz, “Premio al Decano 2016” otorgado por la Universidad Veracruzana, autor de Un pueblo fabril del Porfiriato: Santa Rosa (1997), fundador del Museo histórico de Santa Rosa, e investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana, en su texto sobre la construcción de la fábrica, que ésta fue inaugurada oficialmente por el entonces presidente de México, el general José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, el 15 de mayo de 1899, y en cuya comitiva le acompañaron el gobernador del estado, Teodoro A. Dehesa, y un representante de la Compañía Industrial Veracruzana, SA (CIVSA), integrada por inversores franceses en su mayoría.
En aquella época, había un grupo de inversores franceses, conocidos como los “Barcelonnettes”, que eran habitantes del Valle del Ubaye, cuya ciudad principal era Barcelonnette y, por extensión todos los habitantes de la región del Sureste de Francia, especialmente los de los Alpes de la Alta Provenza y de los Altos Alpes.
Ellos formaron parte de un gran movimiento migratorio hacia México, donde descubrieron la posibilidad de instalar negocios y empresas que les redituaron grandes dividendos, fue casi un movimiento que a través de los años logró una fortuna diversa.
A lo largo de 118 años, desde su inauguración, la fábrica y sus trabajadores, después organizados en un sindicato, vivieron bonanza y crisis hasta desfallecer. Muchas historias pueden contarse desde entonces. Todavía en 1980 había casi mil obreros, y producía más de 1 millón de metros de tela cada semana, que eran enviados a Italia, Canadá, Francia y otros países europeos. En 1991, se vivió ese desalojo violento, escandaloso, que marcó la memoria de varias generaciones de extextileros y ciudadanos de todo el valle. Ese año egresé de la Universidad, pero ya trabajaba entonces en El Sol de Orizaba, de modo que lo recuerdo muy bien.
En 2006 la fábrica Santa Rosa de la CIVSA, entró en su peor crisis, con una huelga en que las propiedades terminaron pasando a manos de los obreros.

Los del Valle
En mayo de hace dos años tuve oportunidad de volver a entrar a la fábrica, ver sus telares, sus naves aún conservaban ese olor como de algodón, tela y polvo. Vi a los extextileros dar mantenimiento a las máquinas, y a sus jardines inmensos y bien cuidados, para tenerla casi intacta. Subí a lo alto de su tanque de agua, desde donde uno puede tener mejores vistas de todo el casco textil, e incluso de una buena parte de la ciudad.
El entonces comisionado especial del Sindicato CIVSA, José Torres Serrano, me explicó cómo todos estos años habían trabajado en conservarlo todo y en buscar la venta y reactivación.
La mañana de este jueves 28 de “Santos Inocentes”, la Fuerza Pública arribó. Un episodio más para la historia de esta factoría, y exobreros.
Hay que recordar que en algún momento, la familia del Valle se hizo dueña mayoritaria de la empresa y la tuvo que ceder a los obreros. Hoy, nuevamente la tiene en sus manos. En octubre en la ciudad de Puebla, se hizo el anuncio, de la representación jurídica de Antonio del Valle Ruiz (quien por cierto, recibió el premio a la Excelencia Empresarial Forbes 2017, en septiembre de este año), de la compra. Ahí se explicó en qué punto iban lo términos legales para tener posesión de la propiedad. Es conocido que Don Antonio, mexicano de nacimiento, puso a sus hijos a cargo de las empresas, como lo ha relatado la Revista Forbes, por lo que sería uno de ellos el que esté al frente de la antigua textil Santa Rosa.
La esperanza es la reactivación, la generación de empleo, el impulso a la economía de esta ciudad. Ya lo dijo este jueves Luis Alfonso Cervantes Muñiz, apoderado legal del propietario del 75%, “nos queremos sentir aceptados, queremos ser parte de la comunidad”. Sólo queda una incógnita, ¿quiénes son los dueños del 25 por ciento restante?
El 2018 traerá la respuesta.
Tuiter: @VeroCarbajal
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