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El Buen Tono
Cuando el sol se oculta y la oscuridad comienza a envolver los caminos, muchos aseguran escuchar el trote de un caballo que rompe el silencio de la noche. Es el Charro Negro, un espectro condenado a vagar por la eternidad, cobrando las deudas que los hombres han hecho con el mismísimo diablo.
La leyenda cuenta que este misterioso jinete alguna vez fue un hombre común, pero su ambición lo llevó a pactar con Lucifer a cambio de riquezas. Vestido con un traje de charro negro adornado con oro y plata, y montado sobre un caballo cuyos ojos son bolas de fuego, el Charro recorre los senderos solitarios buscando nuevas víctimas.
Según el relato, el Charro provenía de una familia humilde y cansado de la pobreza decidió invocar al diablo para pedirle fortuna. Lucifer accedió, entregándole más dinero del que jamás podría gastar, pero a cambio de su alma. El hombre disfrutó de la riqueza y los placeres, hasta que la soledad y la culpa comenzaron a atormentarlo.
Cuando el diablo regresó para cobrar la deuda, el Charro intentó huir, pero fue inútil. El castigo fue inmediato: su cuerpo se secó hasta quedar en huesos, y su alma fue condenada al infierno junto con su fiel caballo. Desde entonces, sale en las noches para cobrar las cuentas pendientes del diablo, ofreciendo su bolsa de monedas de oro a los viajeros solitarios.
Se dice que quien tome esa bolsa tomará también la maldición, convirtiéndose en el nuevo Charro Negro.
Aunque la historia tiene su origen en Jalisco, hay quienes afirman haberlo visto en los caminos rurales de distintas partes de México. Nadie sabe cuándo ni dónde aparecerá, pero todos coinciden en algo: si viajas de noche y ves un jinete vestido de negro, no aceptes su oro… o tu alma pagará el precio.
 
 
 
					 
				

