
AGENCIA
CDMX.- Mucho antes de llegar a la torre de control, la jornada de un controlador aéreo ya ha comenzado. Desde que despierta, su mente trabaja: analiza el clima, anticipa el tipo de tráfico, repasa las condiciones de las pistas. Aunque cada día parece igual, no hay rutina posible en una profesión marcada por la tensión y la responsabilidad de mantener el cielo en orden.
“Uno desde que se despierta está pensando en cómo va a ser el día de hoy… aunque pareciera que es la misma actividad, todos los días son diferentes”, relata José Alfredo Covarrubias, secretario general del Sindicato Nacional de Controladores de Tránsito Aéreo (Sinacta), quien acumula más de tres décadas de experiencia. Ya alejado de las frecuencias, recuerda con precisión los hábitos que forjó en años de servicio. “Era elemental llevarme comida desde casa, porque conseguir algo en la torre no es sencillo”.
Sin embargo, preparar el “lunch” es apenas una parte mínima de un trabajo que hoy enfrenta una crisis estructural. México tiene un déficit de entre 350 y 500 controladores, según estimaciones de asociaciones del sector. La escasez ha obligado a quienes sí están en funciones a cubrir turnos extenuantes, sin pausas adecuadas, con consecuencias que podrían poner en riesgo la seguridad aérea.
Turnos sin margen de error
Actualmente operan alrededor de mil controladores en todo el país, cifra insuficiente para atender las necesidades de los 62 aeropuertos que requieren servicios de navegación. De esos, 30 operan con un solo controlador por turno. “En casi la mitad de los aeropuertos está un solo controlador, entonces en esas siete horas tiene que estar trabajando sin poder retirarse de esa posición… Es natural que después de dos o tres horas comience la fatiga”, afirma Covarrubias.
Los turnos se dividen en tres bloques: de 7:00 a 14:00, de 14:00 a 21:00 y de 21:00 a 7:00 horas. En terminales con alto tráfico, como el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), existen pausas programadas: Una hora de comida y dos descansos de 40 minutos. Pero en los aeropuertos pequeños y medianos, esta dinámica es inviable.
Una profesión de alto riesgo
La presión es constante. El error no es opción. “Son operaciones de las que dependen muchas vidas. No podemos estar soñolientos, ni distraídos, porque esto genera más estrés”, señala el líder sindical. La gravedad de esta crisis ha quedado expuesta a nivel internacional. El 29 de enero pasado, un accidente entre un avión de American Airlines y un helicóptero militar en Washington dejó 67 muertos. La causa: un solo controlador hacía el trabajo de dos.
En México, aunque no se han registrado tragedias similares, los incidentes preocupan. El 7 de mayo de 2022, un avión de Volaris estuvo a punto de aterrizar sobre otro que ya se encontraba en pista en el AICM. Son señales de alerta sobre una industria que requiere más personal calificado para operar con seguridad.
Formar a un controlador aéreo no es tarea rápida. Se requieren al menos 13.7 años de escolaridad promedio para ocupar el cargo, según datos de la Secretaría de Economía. Y aunque el salario ronda los 34 mil 400 pesos mensuales, la retribución no siempre compensa el desgaste físico, emocional y mental que implica el trabajo.
La llegada del Mundial de Futbol de 2026 y el consecuente aumento del tráfico aéreo colocan aún más presión sobre el sistema. “El hecho de que aumente el número de operaciones va de la mano de contar con personal calificado… será importante hacer el análisis entre el número de operaciones pronosticadas versus el número de controladores actuales”, advierte Julio Zugasti, experto en aviación del despacho Hogan Lovells.
Sinacta ha sostenido reuniones con Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam) para exigir medidas concretas. “Ellos también están viendo que deben tomar medidas, porque se va a incrementar el número de vuelos… El espacio aéreo no crece, entonces debemos administrarlo de la mejor manera”, afirma Covarrubias.
Por su parte, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) ha comenzado a promover carreras relacionadas con la aviación. “Efectivamente no es un tema solo de México… sí estamos procurando promover todos los beneficios que tiene estudiar carreras relacionadas con esto”, indica Cintya Martínez, country manager de la IATA en México.
Más allá de números, salarios o estadísticas, el reto es humano. El controlador aéreo no solo guía aviones. Está atento a emergencias, fallas técnicas, condiciones meteorológicas adversas y errores humanos que pueden desencadenar catástrofes. “Cualquier falla, por pequeña que parezca, puede escalar rápidamente”, advierte Covarrubias.
Con un cielo cada vez más saturado, el país enfrenta una urgencia ineludible: Formar más controladores, mejorar sus condiciones laborales y garantizar la seguridad de millones de pasajeros. En la torre de control, no hay lugar para la improvisación.
