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LA ÚLTIMA BARCA

Superiberia

Por Andrés Timoteo / columnista

LA ÚLTIMA BARCA

En su acceso principal tiene la sentencia grabada en un pergamino de piedra: “El hombre de espíritu elevado obedece y manda con la misma seguridad”, dedicado al máximo dirigente considerado interlocutor directo con Dios. Frente al escrito hay dos alas angelicales bañadas en oro. Tiene doce enormes puertas en honor a cada uno de los apóstoles que acompañaron a Jesús El Nazareno en sus años de enseñanza sobre la tierra.

Al interior, una gran pecera pues el pez es el símbolo primitivo de Jesucristo. Además, en el techo se labraron dos enormes alas custodiando al mundo. Sus ventanales superan los veinte metros de altura y allí hay capacidad para 5 mil personas sentadas cómodamente. Los muros también son colosales, superiores a los 40 metros de altura, están forrados de mármol castaño y son vigilados en el exterior por leones de oro que yacen como esfinges.

La construcción erigida sobre una superficie de 2 mil 800 metros cuadrados tiene forma de barco y la corona una enorme chimenea con una flama de color azul fabricada en policarbonato, aunque el proyecto es sustituirlo por cristal blindado de última generación capaz de resistir vientos huracanados e incluso impactos de proyectiles, pues es parte de un conjunto esencial para el final de los tiempos.

Se trata del templo regional de la iglesia La Luz del Mundo, ubicado en Fortín de las Flores, a un costado de la autopista Córdoba-Orizaba, y representa la gran barca de la salvación para los tiempos de tribulación, una suerte de arca de Noé que el día que Dios decida castigar al mundo con alguna hecatombe resistirá a todo y navegará con su enorme faro encendido hacia la eternidad. Es, pues, la última embarcación que dará refugio a los verdaderos creyentes cuando se desate la ira divina.

Dicho edificio es el recinto religioso más grande de Veracruz, no lo iguala en capacidad ninguna catedral católica. Se construyó en base al proyecto denominado Templo Flama que originalmente iba a ser ocupado para la sede principal de esa iglesia, en Guadalajara, Jalisco, pero finalmente fue elegido el modelo Templo Pirámide y que actualmente es una de las construcciones religiosas más grandes del país, con capacidad para 12 mil feligreses.

El templo en forma de barco se erigió en uno de los Estados más prolíferos en cuanto al número de fieles y, obviamente, en donaciones monetarias. La construcción del templo fortinense duró diez años, se inició en 1999 y se concluyó en el 2009, además de que absorbió muchos millones de pesos. ¿Adivinen quien la inauguró del brazo del pastor mayor de esa iglesia? Acertaron, el innombrable que mal gobernó la entidad.

Bueno, ese impresentable aparece involucrado en todo lo abyecto que va saliendo. Además, lo mismo iba a oír misa católica que acudía -casi en calidad de cocelebrante- a la apertura de templos en honor a la Santa Muerte, muchos de ellos ocupados en ritos para el crimen organizado. Uno de ellos, por cierto, ubicado también en la zona Centro, en un punto serrano, donde el innombrable fue a inaugurarlo y a recitar oraciones de sumisión a la imagen esquelética, según lo relatado por testigos directos.

LOBO DEL MUNDO

Pero regresando al tema de la sede regional de La Luz del Mundo en Fortín de las Flores, la colosal construcción más que un lugar de fe es un adoratorio personal al líder de esa secta, Nassón Joaquín García, quien el martes pasado fue detenido en Estados Unidos acusado de 26 delitos, entre ellos de pederastia, producir y distribuir pornografía infantil y trafico de personas.

Nassón Joaquín se hace llamar “apóstol de Jesucristo por la gracia de Dios”. Representa la tercera generación de jerarcas de esa secta, fundada en 1926 por su abuelo, el militar Eusebio Joaquín González, en pleno conflicto cristero y financiado por el entonces presidente Plutarco Elías Calles para minar el poderío de la Iglesia Católica. Su padre, Samuel Joaquín Flores también fue “apóstol” máximo.

Samuel y Nassón llevan la marca bíblica en sus nombres de pila. El primero fue bautizado en honor al profeta Samuel de la tribu de Leví y el segundo en honor a  Naasón, de la tribu de Judá, de la misma rama genealógica de Jesús y a quien durante el éxodo de Egipto, el liberador Moisés lo nombró jefe militar y que fue el primero en adentrarse al Mar Rojo en cuanto se separaron las aguas.

Naasón, el nombre hebraico significa “iniciador” y el jalisciense a eso estaba destinado en el andamiaje de poder religioso de la dinastía familiar: el aventurado por obra de Dios para guiar al pueblo de creyentes en medio de la turbulencia hacia el edén prometido, ya sea en barco o desde una pirámide. Su símbolo personal son las alas de ángel. Las porta en su sello personal, en el trono donde se sienta, en el pulpito donde se dirige a la feligresía, en su cama y todo objeto o lugar que lo aluda. Las alas angelicales ya sean en oro o plata, pero siempre con sus iniciales NJG.

No obstante, ahora el laureado está preso en California, acusado de violar niños, fotografiarlos o videograbarlos para vender el material además traficar con seres humanos.  Es un ángel caído, pues, que logró engañar a miles y que cohabitó con los grandes del poder político. Vaya, apenas hace menos de un mes, el 16 de mayo, el Gobierno Federal le facilitó el Palacio de Bellas Artes para un homenaje por sus 50 años de vida.

Golpe escandaloso para la llamada “Cuarta Transformación” y su caudillo, Andrés Manuel López Obrador, otro que a veces se comporta como si estuviera tocado por Dios. Por cierto, no hay que pasar por alto un dato, que el tabasqueño profesa una religión cristiana, no católica, de ahí el respaldo al galardón en Bellas Artes de ese pastor errado.

Para vergüenza de México es que es la sede internacional de La Luz del Mundo y su líder está en descredito mundial, exhibido por hacer todo lo contrario de lo que predica. Ya antes se tuvo el escándalo del cura Marcial Maciel de los Legionarios de Cristo, fallecido sin castigo por sus felonías en el 2008 y que es la versión católica -y el antecedente más próximo- de Nassón Joaquín García.

Es el cuento de nunca acabar, la historia del lobo que se viste con la piel de oveja repetida a lo largo de la historia de la humanidad. Es más, sobre esos farsantes la Biblia advierte en muchos de sus pasajes, pero el evangelista Mateo los describe perfectamente: “Cuídense de los falsos profetas: se presentan ante ustedes con piel de ovejas, pero por dentro son lobos feroces”.

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