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LAS BODAS DEL PASTOR

Superiberia

 Por:Andrés Timoteo / columnista

Al sacerdote Julián Verónica Fernández, responsable de la parroquia de Los Santos Reyes en Amatlán de los Reyes, lo conocí hace más de dos décadas –una disculpa a los lectores por escribir en primera persona,  pero la anécdota no puede contarse de otra forma- cuando él fungía como auxiliar en la catedral de La Inmaculada Concepción en Córdoba. En ese entonces, varios campesinos se encontraban encarcelados en el penal cordobés acusados de invasión de tierras.

Yo acompañaba, en mis días libres de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, a un grupo defensor de Derechos Humanos en la zona Centro que trataba de ayudar a los labriegos apresados  con lujo de violencia durante un operativo policíaco para desalojarlos del terreno en disputa. Sin embargo, no había forma de entablar comunicación con los campesinos, pues eran los tiempos en que las garantías individuales tenían el mismo valor que una cáscara de plátano. Estaban incomunicados y no se sabía su condición física, pues era un hecho que habían sido sometidos a tortura.

¿Cómo ingresar al penal para levantar testimonios que sirvieran para la denuncia pública? El padre Julián Verónica fue la llave.  Él ingresó al reclusorio para “confesar” y dar la comunión a los presos y con él logró introducir a un activista, disfrazado de monaguillo, y de esta forma, un poco novelesca, se logró contactar y saber la situación de los campesinos detenidos. Cabe señalar, para no alargar la historia, que el aparato judicial se cebó sobre los labriegos y varios de ellos pasaron mucho tiempo en prisión.

No obstante, el padre Verónica fue de los pocos integrantes de la Iglesia Católica que se solidarizó con los campesinos encarcelados y ayudó en su situación de precariedad. Desde ese tiempo abrazaba ya el oficio de pastor y no lo ha dejado. Ha cuidado con fervor el rebaño que le fue encomendado. El sacerdote es una perla rara en ese mundillo clerical pues ha sido el soporte y la defensa de labriegos, migrantes, desaparecidos, ecologistas, obreros, estudiantes, ciudadanos por los derechos políticos y sobre todo de los más desprotegidos, tanto de bienes materiales como de los derechos esenciales.

Julián Verónica es ejemplo de que la opción preferencial por los pobres, de la que habla el Concilio Vaticano II –y que la mayor parte del clero católico ha desobedecido-, no es algo utópico sino posible. El viernes pasado, el pastor de Amatlán de los Reyes celebró sus Bodas de Plata, al cumplirse 25 años de su ordenación sacerdotal. Fue festejado por sus feligreses y colegas en su parroquia y en ese contexto anunció un proyecto, que si bien no es nuevo en el ámbito de la iglesia progresista si es pionero en Veracruz: la apertura de un Centro de Escucha, es decir, una oficina para atender  a las víctimas de la violencia y documentar sus casos para hacerlos públicos.

Es una alternativa ante la cerrazón sistémica de las autoridades que se muestran indiferentes y en algunos casos hasta agresivas contra las mismas víctimas –los que reclaman por el asesinato o la desaparición de sus seres queridos-. También, a la distancia y con sus características propias, el Centro de Escucha es un reflejo de la famosa Vicaría de la Solidaridad que obispos y sacerdotes católicos instauraron en Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

La documentación de la Vicaría de la Solidaridad, que eran básicamente registros de denuncias sobre personas desaparecidas con datos personales, fechas, lugares y el seguimiento de su búsqueda, sirvió después para alimentar las comisiones de la verdad, los reportes de desaparecidos y asesinados, y por supuesto, para construir la memoria colectiva sobre aquellos años de plomo.

Hoy y aquí, el padre Julián Verónica -por cierto, originario de Coatepec- anda un camino nuevo en favor de las víctimas de la violencia al impulsar este Centro de Escucha tan urgente en los años de plomo que se ha vivido en Veracruz. Siempre con su cayado para defender a las ovejas de los lobos, ojalá en Veracruz hubiera más pastores como él, cerca del pueblo y alejados del poder. Felicitaciones para el pastor Verónica. Se le reconoce y se le aprecia.

 

ARITMÉTICA ELECTORAL

Finalmente los números se ajustaron un poco en el cómputo oficial de los comicios celebrados hace una semana, y la alianza formada por los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD), nombrada “Contigo el cambio sigue” se quedó con 107 ayuntamientos, los más grandes y poblados, y que representa el 50 por ciento de la geografía política de la Entidad.

La coalición “Que resurja Veracruz” que integraron los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Verde Ecologista de México (PVEM) tiene 48 municipios, 18 más de los 30 que se había pronosticado, pero la mayoría en zonas rurales y con escasa población, siendo Orizaba, Cosoleacaque, Alvarado y Huatusco los tres más destacados. Los partidos Nueva Alianza (PANAL) y Movimiento Regeneración Nacional (Morena) gobernarán 17 alcaldías respectivamente.

Cabe destacar un caso que a muchos llenó de regocijo en la zona Centro: el triunfo del candidato del PANAL en Atoyac, Óscar Pimentel Ugarte quien derrotó a Hermelinda Huerta Zurita, abanderada de la alianza PRI-PVEM y esposa del Presidente Agustín Mollinedo, expanista y actualmente rojo fidelista, quien no logró imponer a su cónyugue como sucesora pese a que ocupó todo el dinero y el aparato municipal en comprar votos. En Atoyac se desbarató el reinado de los Mollinedo. ¡Bendita la hora!, dicen los atoyaquenses.

Para Morena, ya se ha dicho, será la capital del estado, Xalapa y los municipios petroleros de Coatzacoalcos, Minatitlán y Poza Rica. No son los 70 municipios que anunciaban los líderes morenistas que ganarían, pero sí llevan algunos que tienen un presupuesto anual millonario. De la zona Centro, Morena encabezará los ayuntamientos de Atlahuilco, Huiloapan, Mixtla de Altamirano, Rafael Delgado y Río Blanco. Y se confirmó lo pronosticado, los 17 ayuntamientos en Veracruz fueron los únicos triunfos de Morena en todo el País durante este año, pues perdió los comicios por las gubernaturas en el Estado de México, Coahuila y Nayarit.

El Partido Movimiento Ciudadano (PMC) del exgobernador Dante Delgado será gobierno en diez municipios, entre ellos Tezonapa, mientras que el Partido Encuentro Social (PES) tendrá 7 alcaldías, dos de ellas -Acultzingo y San Andrés Tenejapan- en la zona Centro. El PT gobernará en cuatro municipios y en otros tres -Coahuitlán, Tlacotalpan y San Andrés Tuxtla- habrá alcaldes sin partido político, es decir, los candidatos “independientes” que obtuvieron la victoria por primera vez en la historia de la Entidad.

Según las cuentas del árbitro electoral, la participación ciudadana fue de un 59 por ciento, cifra que algunos usan para pregonar un “triunfo del abstencionismo”, algo que es erróneo. El abstencionismo mayoritario -que no triunfante- hubiera sido si la participación de los electores hubiera sido inferior al 50 por ciento y en segundo lugar, las comunas fueron electas, votadas, no importa si con menor o mayor asistencia de ciudadanos en las urnas. Eso es parte de la democracia imperfecta. Si hubo ciudadanos que no salieron a votar, eso no significa que no funcione el sistema electoral.

Y claro, la aritmética electoral de ahora servirá para prever escenarios a corto plazo, es decir rumbo a los comicios del 2018 que serán cuatro veces complicados pues el año próximo se renovarán la Gubernatura, los 50 escaños del Congreso Local, 21 diputaciones federales y tres senadurías. Es decir, habrá elecciones Federales y Estatales al mismo tiempo. El elector veracruzano votará en una sola ocasión por un Diputado Federal, uno Local, un Senador y un Gobernador.

Para esa disputa ya está perfilado el piso de sufragios. La alianza PAN-PRD en estos comicios obtuvo poco más de un millón de votos. La coalición PRI-PVEM, 650 mil votos y Morena alrededor de 500 mil votos. Estas tres últimas fuerzas políticas -PRI, PVEM y Morena- descendieron su votación en comparación a las elecciones de 2016 mientras que el PAN-PRD conservó la cuota de sufragios que ha acumulado desde los comicios de 2010. Esos cinco partidos serán los protagonistas de la votación en 2018.

¿Cuál es el rejuego que se espera? Hay varios asuntos que se tendrán que resolver antes del mes de noviembre. Uno es que se mantenga la alianza PAN-PRD en Veracruz sobre todo en el tenor de que a nivel Federal se buscará llegar a un acuerdo entre las dirigencias del Sol Azteca y Morena para ir juntos en la disputa presidencial, algo que se ve complicado pero no imposible.

Dos, lo que resulte de los escándalos en Morena por el caso de la diputada Eva Cadena, el manejo de los dineros en la bancada del Congreso Local y los videos y audios que se espera salgan a relucir próximamente y en los que se involucrará directamente a los interesados en disputar los cargos de elección popular, así como a su dirigente nacional, Andrés Manuel López Obrador, a quien intentarán manchar su blanco plumaje que presume. En este punto entrará en escena el exgobernador Javier Duarte, quien para ese entonces ya estará extraditado de Guatemala.

En el caso del PAN, influirá el desempeño del Gobernador, de los diputados locales del blanquiazul –hoy envueltos en un escándalo por la utilización de los bonos parlamentarios para costear fiestas, droga y prostitutas, según denunció la legisladora xalapeña, Cinthya Lobato- y claro, la evolución de los procesos judiciales contra los exfuncionarios ladrones. Entre más rateros caigan en la cárcel, más votos significará para la causa panista, de eso no hay duda. No hay que olvidar que en 2016, los veracruzanos votaron por un gobernante justiciero.

 

LAS MISMAS SOPAS

En el caso del PRI, la situación es más lastimera. Si bien el partido no fue aniquilado en este 2017, sí es un sobreviviente con oxigenación asistida. Se logró mantener como segunda fuerza política, pero es un hecho que no lo será por mucho tiempo y en 2018 se jugará su supervivencia. Corre un alto riesgo, más aún cuando hay personajes que se empecinan con mantener secuestrada la nominación a la gubernatura. Ellos son los senadores rojos José Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa.

Si bien, ahora ambos aseguran -en voz del primero- que no se sienten dueños del partido y que en “el PRI hay más de dos nombres”, también han asumido la misma actitud que en 2016 cuando afirmaban que el tricolor  sólo “había dos sopas”. El año pasado, los dos tomaron por asalto el proceso interno del PRI y obligaron a órganos directivos, militantes y hasta, en ese entonces, al gobernante en turno a reducir  la selección del candidato a una lista de dos: ellos.

En la práctica, ambos se convirtieron en dueños del priismo y declararon propiedad privada a la postulación gubernamental. No les funcionó. Resultaron ser una formula perdedora. No pudieron unificar ni a directivos ni a sectores del partido ni a la militancia y el resultado de esas “sopas” fue la derrota histórica del PRI. Ahora vuelven a las mismas andadas, aunque ya muchos los ven con desconfianza y hay otros actores que saltaron a la palestra, entre ellos, como ya se ha dicho, el Presidente de Orizaba, Juan Manuel Diez Francos, de los pocos que rindieron cuentas aceptables en los comicios municipales pasados.

Otros han volteado a ver a los hermanos Ponciano y Cirilo Vázquez Parisi, los nuevos caciques de Cosoleacaque, al Sur del Estado. Ellos conservaron la Presidencia municipal pese a la inercia del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en la zona que en 2016 ganó la Diputación Local con Rocío Pérez. En el tricolor hay quienes opinan que Cirilo Vázquez podría ser un retador aceptable, por su juventud y currícula -ya sido Diputado Local y Federal, además de que ya fue Edil- de quien seguramente será el abanderado de Acción Nacional, el alcalde de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez.

Una postulación de Vázquez Parisi rompería el corsé de los candidatos de la tercera edad como son Héctor Yunes Landa y Juan Manuel del Castillo -muchos opinan que ya es tiempo de que se jubilen y se vayan a cuidar a sus nietos-. A su vez, el senador José Yunes si bien es más joven que ellos,  su discurso e ideas son de mediaos del siglo pasado. No conecta con el electorado joven ni convence a los votantes viejos. Está en el limbo, pues.

Además, en los merenderos políticos se habla de que algunos priístas que en el altiplano ha pedido buscar opciones fuera de la Entidad, y se insiste en un nombre: José Antonio González Anaya, actual director de la paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex), originario de Coatzacoalcos y quien es relativamente joven y traería el apoyo -y el dinero suficiente- desde Los Pinos, sobre todo porque es el concuño del expresidente Carlos Salinas de Gortari.

Sería una designación desde el centro ante las barajas con pronóstico perdedor que hay en la aldea. Y vaya que  la desesperación entre los priístas es tanta que hay también quienes proponen revivir al pozarricense Ignacio Morales Lechuga, viejo enemigo de Yunes Linares para hacerlo candidato o irle a rogar a Miguel Alemán Magnani, el hijo del exgobernador Miguel Alemán Velasco, para que le haga el favor del tricolor y acepte una participar en la contienda del año venidero.

Todos los que elucubran con estas posibilidades no están errados aunque parezcan extremistas porque saben que las “sopas” de los Yunes rojos son insípidas, están desgastadas y auguran derrotas más dramáticas que las de 2016 y 2017. Sí el PRI quiere sobrevivir que no se trague ninguna de las mismas “sopas”.

Ah, y desde el fin de semana comenzó a circular un audio en las redes sociales en el que se escucha al exsecretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez, preso en Pacho Viejo, revelar que Javier Duarte le entregó mil 300 millones de pesos a una de las “sopas”, a Héctor Yunes, (https://www.youtube.com/watch?v=o373Mn-DgFk).

¿Dónde quedó el dinero pues no se reflejó en la votación? 500 millones se fueron para el bolsillo de Manlio Fabio Beltrones, dirigente nacional del PRI y padrino político de Héctor Yunes y el resto se lo habría quedado el candidato y su gente de campaña. Por eso Yunes Landa quiere volver a ser candidato, es un negocio redondo, aunque pierda las elecciones.

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