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Llegada y presencia del café en México

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Durante el siglo XVIII se expandió de las Antillas a Centro y Sudamérica. La ruta hacia México inició en Jamaica, Haití, Santo Domingo hasta llegar a Cuba. 

Existen varios datos que consignan su presencia en nuestro país. Colonos franceses lo introdujeron a México 40 años después de iniciar el siglo XVIII; sin embargo, hasta 1790 se consideró un cultivo comercial. 

Una Orden Real del gobierno de España, en ese año, exime del pago de impuestos a quien enviara café y azúcar a la gran metrópoli. 

Otro dato proviene de un expediente de la primera década de 1800: el dueño de dos haciendas en Yautepec, Morelos solicitaba quedar exento de las alcabalas. Había hecho cuantiosas inversiones en experimentos para aclimatar el café, sus semilleros llegaban a 400 mil plántulas. 

Ahí mismo se menciona la existencia del cultivo en Xalapa, las costas de Veracruz, Ahualulco y Acayucan Oaxaca en pequeños plantíos. 

En esos años, Humboldt reportaba un promedio de exportaciones de 360 quintales 
anuales de café. 

Debió ser la guerra de independencia la que paralizó la expansión del cultivo; comúnmente se le otorga a Antonio Gómez de Guevara el título de ser el primer introductor de café en la Hacienda Guadalupe de Amatlán, perteneciente al cantón de Córdoba, Veracruz en 1813. 

El café recorrió las tierras tropicales del país y poco a poco se adaptó a sus condiciones climáticas; para conocer el manejo del cultivo algunos rancheros viajaban a Cuba u otros países que tuvieran plantaciones en producción, pero sus fines aún eran de adaptación del cultivo y de consumo local más que comerciales. 

 

PRIMERAS REGIONES

CAFETALERAS 

Durante los primeros sesenta años del siglo XIX el café fue cultivado en haciendas, ranchos o pequeñas propiedades pues daños climáticos en la producción brasileña, mantuvieron elevados los precios del mercado internacional y propiciaron la expansión masiva del cultivo. 

De Veracruz emigró hacia el sur del país: Oaxaca, Puebla, Tabasco, Yucatán. A Michoacán lo llevó el General Michelena desde Moka en uno de sus viajes a los Santos Lugares y de ahí lo sembraron en Jalisco y Colima. 

Se empezó a cultivar en Chiapas hacia 1840, el italiano Manchinelli lo trasladó de Guatemala a su hacienda “La Chácara”. 

Pocos años más tarde los alemanes emigraron de Guatemala hacia el Soconusco en busca de terrenos propicios para el cultivo… traían consigo moderna tecnología. 

A Oaxaca ingresó tardíamente, 7décadas después de comenzar el siglo. El bajo precio de la grana en el mercado hizo que los cultivadores de Miahuatlán, se vieran obligados a abandonarla dedicándose a buscar tierras aptas para el café. 

Fue así como los primeros en salir fundaron, diez años más tarde, “Pluma Hidalgo”, poblado que en unos pocos años ganó el reconocimiento por su excelente calidad, y de donde provenía la producción con los precios mejor cotizados del grano en México, a finales del porfiriato. 

 

PORFIRIATO 

Es justamente la economía del régimen de Porfirio Díaz la que promueve que hacendados e inversionistas extranjeros siembren enormes plantaciones con cultivos de exportación. 

Apoyados en la política de deslinde y colonización de tierras, invirtieron en productos tropicales que les aportaban elevadas tasas de ganancia y al mismo tiempo impulsaban el desarrollo capitalista en las colonias. 

Aumentó el área cultivada, se introdujeron variedades de café de porte más bajo y se puso especial cuidado en cultivarlo y beneficiarlo con la tecnología del momento y los conocimientos agronómicos avanzados. 

Recibieron fuertes apoyos por el gobierno de Díaz, encabezado por el grupo de científicos, quienes participaron activamente en los negocios. 

Les otorgaron apoyos fiscales, y lograron atraer a campesinos europeos progresistas; autorizaron contratos a las compañías trasnacionales; se construyeron vías de comunicación que facilitaban la salida de las mercancías a los principales puertos comerciales del mundo: San Francisco, el Havre, Hamburgo y Bremen. 

En las postrimerías del siglo XIX los principales países consumidores de café eran Estados Unidos, Alemania, Francia, España, Austria – Hungría. 

Solo las grandes fincas beneficiaban su café, los pequeños productores estaban obligados a venderlo en cereza o bien beneficiaban su café en seco para venderlo poco a poco. 

En las haciendas se producían y explotaban miles de hectáreas con diversos productos: café, maderas preciosas, caña de azúcar, tabaco, hule, cítricos, maíz, frijol, ganado, todos con un mercado seguro. 

Veracruz tenía la ventaja de contar con el puerto comercial más importante del país. El muelle fiscal “Porfirio Díaz” controlaba el comercio internacional del Atlántico.  El trabajo barato de peones acasillados, sostenía las necesidades de la hacienda durante todo el año, otros campesinos sólo eran contratados en épocas de corte, algunos más arrendaban tierras obligados a pagar en especie y entregar el grano para procesarlo en el beneficio del hacendado. 

Los estados del sur aún tenían tierras vírgenes, en las que habitaban etnias que convivían con la naturaleza y producían para el autoconsumo. 

Las empresas transnacionales eligieron por excelencia a Chiapas, Tabasco y la parte sur de Veracruz para establecer enormes plantaciones. 

En corto tiempo los grandes consorcios subordinaron con su capacidad financiera y comercial a los pocos productores que existían en pequeña escala. 

En Oaxaca cafetales en producción fueron adquiridos por medio de hipotecas y los sobrevivientes solo enfrentaban las imposiciones de la inversión extranjera. 

En medio de la selva… exóticos administradores extranjeros cuidaban personalmente las inversiones de estas empresas sin renunciar a las costumbres y hábitos de sus países
de origen. 

Del Soconusco se exportaba directamente a Hamburgo e importaban la mayoría de los artículos de consumo propio. 

¡Se vivió una nueva conquista con la venia del gobierno! 

En haciendas y plantaciones el café convivía con otros cultivos de exportación, llama la atención el caso de Córdoba, Veracruz que de las 22 haciendas reportadas el café fue el único producto de exportación. 

A finales del porfiriato los principales cantones que producían café fueron: Córdoba, Coatepec, Huatusco, Jalacingo y Orizaba. 

Veamos como inició la cafeticultura en la Hacienda “El Mirador” en Huatusco, Veracruz. 

Los primeros dueños de la hacienda fueron dos alemanes: Carl Stein y Carl Christian Sartorius, llegaron al país en 1824. Sartorius fue ser asesor de Maximiliano de Habsburgo y reconocido botánico por la sociedad científica internacional de la época. 

Al principio adquirieron, 4,500 hectáreas de las cuales estaban cultivadas 25, con café, piña, azúcar y tabaco. 

Veinte años más tarde exportaban pequeñas cantidades de café desde Veracruz; en el boom cafetalero decidieron modernizarse e introdujeron nuevas variedades de café, compraron máquinas de vapor, despulpadoras y descascaradoras, producían abono orgánico, evitaron el deslave de tierras y construyeron presas y canales. 

A principios de los años setenta su producción se estimó en 1,400 quintales al año. 

Por las necesidades que les impuso el capital y porque además no podían cultivar ellos mismos todas sus tierras, se vieron obligados a arrendarlas; a cambio recibían una cantidad considerable de café: ¡600 quintales al año como pago en especie! 

De esta forma ingresaron a la cafeticultura trabajadores libres de la hacienda que no podían sostenerse con el cultivo de pequeñas parcelas. 

El contrato de arrendamiento establecía que podían sembrar cualquier otro cultivo siempre y cuando cuidaran las tareas de café que les asignaban. 

En los años post-revolucionarios, el reparto agrario legitimará el uso de tierras rentadas creándose los actuales ejidos cafetaleros. 

Durante los primeros años de la revolución los dueños de “El Mirador” habían diversificado su finca; redujeron la producción de café porque exportaban aguardiente de excelente calidad a Missouri, en donde fueron premiados. 

Actualmente sus dueños cultivan café y caña .

 

de la redacción

 

 

 

 

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