


1) El domingo 7 de septiembre, el Centro Nacional de Huracanes de Miami localizó, al sur de la costa de Oaxaca, una depresión tropical, la décimo quinta de la temporada en el océano Pacífico, a la que, de acuerdo con una costumbre de identificación que remonta a 1953, se le dio el nombre de Odile.
2) Nombre de origen germánico que significa fortuna, Odile era popular para las bautizadas en Francia durante la década de los años 50, pero ha caído en desuso. Odilia de Alsacia fue una religiosa que nació ciega pero, de acuerdo con la tradición católica, comenzó a ver cuando sus ojos fueron tocados por el santo óleo.
3) Convertida en huracán categoría III, con vientos de 200 kilómetros por hora, Odile tocó tierra cerca de Cabo San Lucas, Baja California Sur, poco antes de la medianoche del domingo 14 de septiembre. Antes del impacto, buena parte del estado estaba sin luz, sus aeropuertos cerrados a las operaciones y sus carreteras anegadas.
4) En pocas horas, el huracán arrancó los alfileres de los que estaba agarrada la imagen de Los Cabos como paraíso turístico, uno de los lugares favoritos para vacacionar de estadunidenses y canadienses. La infraestructura no resistió el embate del viento y la lluvia, pero menos aún lo hicieron las instituciones sudcalifornianas.
5) La buena noticia ha sido el bajo número de víctimas, algo que hay que agradecer al mejoramiento de las políticas de protección civil, especialmente en el rubro de la información. Hasta ahora se cuentan cinco muertos por Odile. Cuando el huracán Olivia golpeó el estado en 1967, hubo 61 muertos, a pesar de que la población de Baja California Sur era de 130 mil habitantes, cinco veces menos que hoy.
6) El daño que no hizo a la población el huracán se produjo por la ausencia de la autoridad local. Un simple incidente de imposibilidad de cobro por medio de tarjeta de crédito se convirtió rápidamente en el saqueo del centro comercial donde ocurrieron los hechos, cosa que se reprodujo en diferentes partes de Los Cabos y La Paz sin que la policía hiciera nada.
7) La rapiña, que se extendió a zonas habitacionales, obligó a los ciudadanos a adoptar medidas de autodefensa. La falta de aplicación de la ley que se ha visto en tiempos recientes en lugares como Oaxaca, Michoacán e incluso la Ciudad de México se replicó en el aparente paraíso sudcaliforniano, donde la única esperanza de imponer el orden recayó, como otras veces, en el Ejército y la Armada.
8) Durante los años del PAN en la Presidencia de la República, los gobiernos estatales —surgidos de los tres principales partidos— se fortalecieron políticamente ante la Federación. Sin embargo, está visto que esa fuerza servía sólo para exigir recursos y no para apuntalar a las instituciones locales en favor de la descentralización.
9) Junto con Morelos y Tlaxcala, Baja California Sur es uno de los tres estados del país en haber sido gobernados sucesivamente por el PRI, el PAN y el PRD (sin contar los estados donde han ganado coaliciones entre esos partidos). Es un hecho que, al menos en Baja California Sur, la alternancia múltiple en la gubernatura de nada ha servido para fortalecer las instituciones locales y mejorar la infraestructura, la gobernabilidad y las condiciones de vida de la población.
10) La mayor parte de las entidades sigue dependiendo de la Federación para casi todo. Ver al gobernador sudcaliforniano, el panista Marcos Covarrubias, como un sonriente convidado de piedra al lado del presidente Enrique Peña Nieto, habla de la inoperatividad de los gobiernos estatales ante contingencias como ésta.
11) Es patética la falta de solidaridad que se vio en las horas siguientes del impacto del Odile. Que lo primero que ocurriera fuera el saqueo de comercios en lugar del apoyo de unos ciudadanos a otros —como el que se dio en la Ciudad de México con motivo de los terremotos de hace 29 años— debiera ser un llamado de atención a toda la sociedad.
12) Es necesario llegar a un equilibrio social en las regiones turísticas, para que el turista no sea el único que goce de instalaciones de primer nivel y para que, a la hora de que ocurran desastres como éste, los visitantes y los locales tengan acceso igual al rescate y la ayuda.
13) Por su ubicación geográfica, México es un país sumamente vulnerable a los desastres naturales (terremotos, sequías, inundaciones). Para evitar la suspicacia sobre el uso político o patrimonialista de la atención a los damnificados, y sistematizar las labores de pronóstico y auxilio, ¿no valdría la pena convertir la protección civil en responsabilidad del Estado —asociada a la seguridad nacional—, en la que los titulares del área fueran profesionales en la materia?
14) Los nombres de los ciclones no se castellanizan, especialmente si su pronunciación no genera problema alguno a quienes hablan español. Así como la prensa de los países anglo y francoparlantes no cambió el nombre del huracán Julio, que rozó el lado norte archipiélago de Hawái el mes pasado, no hace falta llamar a Odile de forma distinta.


