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los excesos de un aprendiz de dictador

Superiberia

por: CATÓN   / columnista

En el vestidor del club de natación declaró el señor Cucoldo: “Estoy orgulloso de mi esposa. No sólo nada muy bien: también hace el amor maravillosamente”.

Acotó el entrenador de la mujer: “En honor a la verdad debo decir que la señora levanta mucha agua al hacer el braceo, pero en lo otro estoy totalmente de acuerdo”…

Un profesor extranjero fue a Venezuela a fin de evaluar la educación que se impartía en ese hermoso País.

Escogió al azar un estudiante de universidad y le preguntó:

“¿Quién escribió el Quijote?”. Respondió el interrogado: “Simón Bolívar”.

Hizo una anotación el visitante y continuó: “¿Quién escribió la Divina Comedia?”.

Contestó el estudiante: “Hugo Chávez”.

Apuntó el profesor en su registro y prosiguió: “¿Quién escribió Hamlet?”.

Repuso el universitario: “Nicolás Maduro”.

Ya no puso nada en su libreta el profesor.

Meneó la cabeza y le dijo al alumno:

“Se ve, muchacho, que no sabes nada de literatura”. “Y se ve, señor –replicó el joven-, que usted no sabe nada de Venezuela”.

Esta historieta, seguramente apócrifa, refleja sin embargo, la opresión bajo la cual viven los venezolanos, víctimas de un régimen dictatorial que ha anulado la libertad, ha clausurado la vida democrática y ha empobrecido a esa nación hermana.

Tratándose de dictaduras nadie puede decir de esta agua no beberé.

Aun los Estados Unidos, País que se precia de ser el más democrático del mundo, sufre ahora los excesos de un aprendiz de dictador que ha implantado un régimen personalista en cuyo centro actúa movido por caprichos, mentiras y prejuicios anacrónicos.

No pensemos, entonces, que México está a salvo de ese mal. Quizá lo tenemos a la vuelta de la esquina.

(El autor suspende la escritura y va a la esquina a ver si en efecto a la vuelta está ese mal.

Esperaremos su regreso y daremos a conocer aquí mismo el resultado de su indagación)…

La exuberante laboratorista atrajo al jefe del laboratorio químico, y juntos llevaron a cabo el consabido rito natural.

Al terminar el trance él le dijo a ella:

“¡Caramba, Curieta! ¡Me habían dicho que eras sosa, pero a mí me pareciste más bien potasa!”…

El doctor Ken Hosanna le informó a su paciente, un hombre de madura edad:

“Lamento decirle que está usted en inminente riesgo de sufrir un accidente cerebral que le quitará toda sensación en el lado izquierdo de su cuerpo”.

El señor se llevó la mano al bolsillo.

Le indicó el facultativo: “No es necesario que me pague ahora”.

“No, doctor –repuso el añoso caballero-.

Me estoy llevando al lado derecho todo lo que puedo”…

Un individuo fue a confesarse con don Arsilio, el cura párroco del pueblo.

Le dijo: “Acúsome, padre, de que anoche estuve con Facilda Lasestas y le hice el amor tres veces seguidas”.

“Hijo –le contestó el buen sacerdote-, lo que me dices me suena un poco a presunción. Debes saber, sin embargo, que ése no es el récord”… FIN.

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