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LOS LUNARES DE RÍOS

Superiberia

POR: Andrés Timoteo

En Córdoba se tuvo un fin de semana de incertidumbre pues a la zona Centro llegó la “ola” de rumores sobre saqueos de tiendas y plazas comerciales, lo que hizo que muchos locales cerrarán por temor a que fueran vandalizados como sucedió en el puerto de Veracruz y otros 14 Municipios desde el miércoles pasado. Según las crónicas periodísticas, solo una zapatería fue atacada en un intento de penetrar con el fin de robar la mercancía pero la intentona no prosperó.

 Sin embargo, eso no conjuró el pánico entre comerciantes y lugareños que, obviamente, temían que se repitieran las escenas de pillaje y rapiña que se dieron en otros puntos de la entidad. Curioso asunto, lo sucedido en Córdoba  no es algo aislado sino parte de una situación general de descomposición que se alimenta de enojo popular y oportunismo de algunas fuerzas fácticas –se habla de partidos políticos y de la delincuencia organizada- para azuzar al caos.

 Aun así, el alcalde Tomás Ríos Bernal prefiere cerrar los ojos y evocar esa frase del fidelismo que tanta indignación ocasionaba: Aquí no pasa nada. Para el edil panista, el intento de allanar una negociación solo fue uno de esos  “lunares de grupos de muchachos que ya fueron diluidos (sic)”. ¿Qué habrá querido decir? Peor aún, Ríos Bernal pregonó que “la ciudad está viva y caminando” (re sic). Vaya que el munícipe miente con facilidad y de colofón intenta desligar el asunto de  la “ola” de furia popular del llamado mega-gasolinazo que fue uno de sus detonantes.

 El ‘aquí no pasa nada’ de Tomás Ríos es un “aquí pasa de todo” para  la población cordobesa que sufre el autismo de su autoridad municipal. Es verdad que  no  hubo saqueo de negocios en la ciudad pero eso es lo que menos afecta a los cordobeses que todos los días están a merced del crimen organizado. Los robos, los asaltos, los secuestros, las ejecuciones y la extorsión –o ‘cobro de piso’ como se le conoce- es lo que sufren cotidianamente los comerciantes de todos los niveles y claro, también los ciudadanos de a pie.

 La furia popular de saquear un negocio no es nada comparado con lo que se ha vivido en los últimos cinco o seis años pues hay que recordar que Córdoba fue seleccionada como una de las sedes de los carteles del crimen organizado y su población fue  -y es sometida- a una violencia inaudita. Es cierto, el romper las puertas de una plaza comercial y que la turbamulta se lleve la mercancía es una noticia espectacular pero aun así es menos sangrienta frente a los acontecimientos acumulados desde hace años.

 Y ante ello, Ríos Bernal siempre ha permanecido callado, siempre indiferente, siempre autista, Hoy dice que los delincuentes “son lunares” porque es tan indolente que no sabe que esos “lunares” son tumores cancerígenos para la mayoría de los cordobeses. ¿Córdoba se merece un alcalde tan blandengue? Por supuesto que no. Al señor le queda un año en la alcaldía y la ciudad parece seguir sin alcalde, tres años se la ha pasado en la comodidad de no meterse en problemas, sobre todo en materia de Seguridad Pública.

EL GRINCH

Y LOS REPORTEROS

 Abriendo un paréntesis, es importante resaltar que al menos en el tema del trato con la prensa, el alcalde cordobés dejó un rato el disfraz de Grinch y por vez primera, después de tres años, se dignó a reunirse con los compañeros reporteros, fotógrafos y camarógrafos que cubren la fuente del ayuntamiento. Lo hizo el fin de semana aprovechando la festividad del Día del Reyes.

 En ese encuentro todos los colegas cordobeses le aclararon que durante estos  tres años los trató con la punta del pie. Pero lo mejor de la reunión fue que no estuvieron el jefe de prensa municipal, el guanajuatense Jair Osvaldo Carballo ni el secretario del ayuntamiento, Rodolfo de Gasperín, que son una verdadera pesadilla para la comunidad periodística de Córdoba. Los dos son personajes déspotas y prepotentes que ven en la prensa un enemigo a dominar.

 Ambos, Carballo y De Gasperín, han construido una especie de red mafiosa con algunos empresarios periodísticos y hacen negocios fabulosos con  los convenios publicitarios. Ahora que llegue la oposición al gobierno municipal, en el 2018, bastará con revisar los archivos contables para descubrir los chanchullos que ese par de individuos ha hecho con el dinero público destinado a la difusión de las actividades municipales.

 No obstante,  de los dos, el vocero Jair Osvaldo Carballo es un  “higadito”, ineficiente en la encomienda –hay que ver el nivel de impopularidad que tiene Ríos Bernal para confirmarlo- y siempre usando la oficina de Comunicación Social con fines político-partidistas. Prueba de ello es que  en días pasados despidió  vergonzosamente al coordinador de eventos, Fernando Joseph Escodrillas, porque lo acusa de ser allegado a la exdiputada federal, Leticia López Landero, aspirante a la candidatura panista a la alcaldía.

 Es decir, el vocero municipal orquesta campañas contra todo funcionario que no apoya al grupo político del edil, Ríos Bernal –léase, por ende, al de los exdiputados Juan Bueno Torio y Víctor Serralde, o como se llame en realidad ese señor- y el mismo trato le da a los reporteros  pues en su pequeño cerebro construye conjuras y lealtades, mezclando el tema político con el periodístico.

 Tal es el grado de repudio de la flota reporteril hacia este señor que todos vieron como un buen gesto de Ríos Bernal no haberlo llevado a la convivencia de Día de Reyes y hasta el mismo edil lo reconoció ante los compañeros: “Que bueno que no vino Jair”. Y si, que bueno que no fue, pero la pregunta es ¿por qué diantres sigue sosteniendo a tan nefasto personaje en la nómina municipal?

LOS NARCO- TAXIS

 En temas estatales, el Gobernador se anotó un hit al resolver por la vía del dialogo y no por la represión el conflicto en la presa Yuribia, ubicada en el municipio de Tatahuicapan y cuyas válvulas fueron cerradas hace días por los lugareños, dejando sin líquido a los municipios de Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque. Hay que recordar que el Gobernador había prometido una embestida  policíaca para obligar a los manifestantes a liberar dicho complejo.

 Ya se  había dicho, al gobernador nunca le asistirá la razón jurídica ni política y ni siquiera mediática contra los pueblos indígenas, en este caso los chinantecos y popolucas del sur del Estado que tienen que recurrir a esas medidas de presión ante el olvido y el retraso al que los han condenado por siglos. Ahora, a diferencia de otros tiempos, el mandatario fue prudente y privilegió la negociación a la macana  y la cárcel. Fue un acierto porque el gobernante debe dirigir  la “mano dura” que presume hacia los delincuentes, nunca contra  los indígenas.

 El caso de la presa Yuribia, que fue puesta nuevamente en operación ayer domingo, se sumó al caos generado desde el miércoles pasado por el saqueo de supermercados y tiendas de conveniencia.  Y aquí hay tres puntos a destacar. Uno, que el gobernador no corrió a esconderse del conflicto como lo habrían hecho sus cuatro antecesores. No hay que olvidar que Flavino Ríos salió corriendo perseguido por la turbamulta en un hotel de Xalapa.

 El ex gobernador se refugiaba en sus mansiones de El Faunito o el rancho Las Mesas de Valle de Bravo y desde el Twitter lanzaba su tradicional “aquí no pasa nada”. El innombrable hubiera salido corriendo para refugiarse  en el primer escondite que encontrara en su camino, gritándoles “¡no tienen llenadera!”, como lo hizo cuando los tlacotalpeños lo corretearon en las inundaciones de octubre del 2010, y Miguel Alemán no se hubiera dignado a regresar de sus vacaciones en el extranjero aun cuando el Estado se deshaciera.

 En el 2002, cuando ocurrió la explosión del mercado Miguel Hidalgo del puerto de Veracruz, Alemán no quiso interrumpir su asueto para atender el siniestro alegado que “no era bombero”. No, al actual Mandatario le hizo frente al conflicto e incluso encaró a los saqueadores en un centro comercial. A la par, y ese es el segundo punto,  el gobernante  puso el ejemplo a los tres alcaldes fidelistas que hace algunos meses se negaban a recibirlo: el xalapeño Américo Zuñiga, el porteño Ramón Poo Gil y el de Coatzacoalcos, Joaquín Caballero Rosiñol.

 A los dos primeros les fue a arreglar el desorden de los desalojos mientras ellos permanecían agazapados. Es más, Ramón Poo incluso salió corriendo del palacio municipal cuando se propagó el rumor de que la turba se dirigía allí para saquear el edificio. En el puerto de Veracruz y en Xalapa se distribuyeron los agentes de la Gendarmería Nacional que el Ejecutivo Estatal solicitó para ayudar a apaciguar la furia colectiva. Les hizo el trabajo a ese par de munícipes priistas mientras que a Caballero Rosiñol, también del tricolor, le resolvió el conflicto de la presa Yuribia.

 Tampoco hay que olvidar  que cuando el ejecutivo era gobernador electo, Caballero Rosiñol se negó a recibirlo en el Ayuntamiento, siguiendo instrucciones del ex mandatario y el innombrable para repudiarlo y ayer, el edil, con ‘la cola entre las patas’ hasta tomó el micrófono para agradecerle su intervención y facilitar que al municipio retornara el suministro de agua potable.

 Por cierto, llama la atención de que el Gobierno Federal accedió a enviar a la Gendarmería Nacional para combatir a la población enardecida que saqueaba negocios pero nunca quiso hacerlo cuando todos rogaban que llegaran a enfrentar a los cárteles del narcotráfico que, esos sí, ocasionan más daños que los saqueadores de centros comerciales. Durante los últimos dos años a diario se pedía a la Gendarmería Nacional en Veracruz para frenar los secuestros, las ejecuciones y las extorsiones y nunca llegó. Moraleja: mano dura contra el pueblo y mano blanda contra el crimen organizado.

 El tercer punto a destacar es la decisión del gobernante en turno frente al caso de los saqueos a comercios para cancelar  las concesiones a los taxis que participaron en el pillaje. El mismo mandatario dijo lo que todos saben: muchos de esos automóviles están en manos de las células delictivas y los usan para el espionaje –les llaman “halcones”- para secuestrar, para el narcomenudeo, asaltar y movilizar a los sicarios. El Gobierno Estatal hará una depuración y se van a cancelar las placas de circulación a esos que han sido identificados como participantes en el saqueo.

 Durante los dos sexenios anteriores, el innombrable y el ex Gobernador, les entregaron cientos de concesiones de taxis al crimen organizado, al grado que la misma gente en Xalapa, en Poza Rica, en la conurbación Veracruz-Boca del Río o del corredor Coatzacoalcos-Minatitlán se alertaba de boca en boca de no tomar los automóviles con ciertos números que estaban identificados como propiedad de los narcotraficantes.

 Por eso también se saluda el anuncio del Gobernador para revisar las miles de concesiones que la fidelidad le dio al crimen organizado como parte de ese pacto que suscribió y sostuvo durante doce años. Y la cancelación de placas no solo debe hacerse en los municipios donde hubo disturbios sino en toda la entidad pues en todos deambulan los “narco-taxis” ya que es un secreto a voces que los malhechores operan en ese tipo de transporte público.

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