
Córdoba.- Hace apenas unos meses, Tomás Ríos Bernal pedía el voto para ser alcalde de esta ciudad. En el camino hacia la presidencia municipal, Ríos Bernal saludaba y sonreía efusivamente a dirigentes y miembros de todas las organizaciones, incluido a los vendedores ambulantes y sus representantes. A todos ellos les invitó a votar por el Partido Acción Nacional.
En ese entonces, el actual alcalde mostraba su mejor cara, aunque el tiempo finalmente reveló que se trataba también de su gesto más falso: accesible, sencillo y carismático con la ciudadanía, principalmente con los adultos mayores, con quienes frecuentemente se tomaba fotografías.
Cuando Ríos Bernal confirmó su triunfo en las elecciones del pasado 7 de julio, su aparente sencillez dio paso a una persona inclinada al ostracismo, a la política ineficaz y, sobre todo, a una persona que da la espalda a los sectores más vulnerables de la sociedad. El alcalde panista se encumbró en apenas un mes de gestión al altar de los munícipes mejor pagados de México con un salario de 110 mil pesos mensuales. A ese altar se llevó a sus familiares y amigos, que absorben con sus ganancias una gran parte del dinero que los cordobeses pagan con su sudor.
Desde su llegada al poder, las prácticas de nepotismo y la subida de salarios injustificados y sin autorización del Cabildo, ha sido tristemente la práctica más conocida del Ayuntamiento entre la ciudadanía. Mientras Ríos Bernal y sus empleados de confianza se recrean entre números, sectores como el de los vendedores ambulantes son ignorados y reprimidos por la dependencia de Comercio. Los mismos que hace unos meses pedían su voto.
En su afán por favorecer a la “élite panista”, Ríos ha criminalizado a los vendedores ambulantes interponiendo una denuncia en contra de la Unión de Vendedores Ambulantes adherida al FPR.
Lo peor de todo es que, mientras tanto, la inmensa mayoría de la población cordobesa continúa conviviendo con la pobreza mientras los gobernantes se jactan de aplicar normativas a su gusto y practicar la política más extendida en Córdoba: no hacer absolutamente nada.
De la redacción
El Buen Tono
