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MARICRUZ JAIMES

Superiberia

Por Andrés Timoteo /  columnista

Una noticia totalmente justa: la Red de Mujeres Feministas de Veracruz postuló a la activista orizabeña María de la Cruz Jaimes García para el Premio Estatal de la Mujer que será entregado por el Congreso Local el próximo 8 de marzo en el contexto del Día Internacional de la Mujer. El galardón pretende reconocer a quienes han luchado a favor de la igualdad de género, promoción, impulso o defensa de los derechos humanos de las mujeres.

 Eso y más ha hecho la socióloga Maricruz Jaimes desde hace muchos años. Su quehacer en defensa de las mujeres es probado y conocido por amplios sectores de la zona Centro. A Maricruz la recuerdo -y se ofrece una disculpa a los lectores por escribir en primera persona, pero la ocasión lo amerita- remando contracorriente en aquellos años en que la labor por la causa de las trabajadoras sexuales que era un tabú. No solo se despreciaba esa lucha sino los activistas eran blancos de burlas y ofensas.

 Fue de las primeras en Veracruz y en el País de voltear a ver a las mujeres sin derecho a nada, incluida la dignidad, que eran las que se dedicaban al llamado ‘sexoservicio’. Esa lucha la llevó a involucrarse en la defensa de las mujeres en general, pero con énfasis especial en las indígenas y las trabajadoras a través del Colectivo Cihuatlahtolli fundado hace más de dos décadas. Hoy por hoy, ese colectivo es una de las organizaciones más serias y respetadas a nivel estatal.

Maricruz Jaimes también fue de las primeras en lanzar la voz de alerta sobre la “ola” de feminicidios en la zona centro, en esos tiempos en que todavía no estaban calificados como tal, pero que en el pulso de la organización que encabezaba se tenían muy identificados como crímenes de odio y de género. En medio de una soledad casi absoluta, el Colectivo Cihuatlahtolli documentó decenas de casos de homicidios de mujeres que tenían rasgos de asesinatos en serie.

Dos de los comunes denominadores eran que la mayoría de las víctimas se dedicaban al trabajo sexual y que sus cadáveres aparecían en una zona focalizada: a orillas de la autopista Orizaba-Puebla donde eran arrojados por sus verdugos. Desde aquellos años -finales de los noventa y el primer decenio del este siglo- se especulaba de una red de tratantes de blancas que operaba en Veracruz, Puebla, Oaxaca y se extendía hasta la Ciudad de México. La carretera se había convertido en un tiradero de cadáveres.

Obviamente las denuncias del Colectivo Cihuatlahtolli caían en la nada, era la voz que gritaba en el desierto. Las autoridades estatales ni municipales prestaban oídos a los casos documentados por los activistas. Hoy al parecer es algo distinto pues el activismo feminista está de moda, por decirlo de alguna manera, y de ahí los premios, reconocimientos y atención mediática a los defensores de los derechos de las mujeres.

No obstante, reconocer esa labor es bueno a pesar de la dosis de esnobismo que se percibe porque los feminicidios que Maricruz Jaimes lleva años denunciando siguen cometiéndose y son un aguijón que infecta a la sociedad. Más aún cuando el homicidio de mujeres en Veracruz se disparó hasta en 150 por ciento en el último par de meses de acuerdo con la estadística del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

El 8 de marzo próximo, Día Internacional de la Mujer, es la fecha idónea para que la voz de Jaimes García se escuche en el recinto parlamentario y le sea reconocido su activismo real y desinteresado en favor de las mujeres. Enhorabuena por la merecida postulación de Maricruz, una orizabeña ilustre.

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