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México es uno de los países con mayor número de especies endémicas del planeta, lo que lo convierte en una de las naciones megadiversas más importantes del mundo. Entre los muchos tesoros naturales que alberga su territorio destaca un pequeño y enigmático reptil: el Abronia graminea, conocido comúnmente como el dragoncito del sur de la Sierra Madre Oriental.
Este singular saurópsido escamoso, perteneciente a la familia Anguidae, se encuentra exclusivamente en las montañas de la Sierra Madre Oriental, particularmente en zonas boscosas de los estados de Veracruz, Puebla y Oaxaca. Su aspecto llamativo y exótico ha capturado la atención de científicos desde 1864, año en que fue descrito por primera vez.
El dragoncito del sur, también llamado escorpión arborícola de Tehuacán, posee un cuerpo aplanado, cabeza triangular, cola prensil y una coloración uniforme que varía entre el verde y el azul, sin las típicas bandas que presentan otros lagartos en su dorso o cola. Según información de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), su estructura corporal incluye escamas particulares en el cuello y fusionadas en la zona nasal, rasgos que lo distinguen dentro de su género.
Pese a su belleza y particularidad, esta especie enfrenta un riesgo crítico: se encuentra en peligro de extinción. De acuerdo con el Instituto Mexicano de Fauna, Flora y Sustentabilidad Social A.C., su principal amenaza es el comercio ilegal y la percepción errónea que tienen muchas personas, quienes suelen considerarlo venenoso o peligroso. Si bien cuenta con glándulas mandibulares que secretan proteínas tóxicas, estas no representan ningún riesgo para la salud humana.
La pérdida de esta especie podría afectar de manera significativa el equilibrio ecológico de su entorno, donde cumple una función esencial en la cadena alimenticia. En libertad, estos lagartos suelen medir hasta 16 centímetros y pesar apenas 21 gramos. En condiciones de cautiverio, pueden vivir cerca de 10 años.
