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MIRADOR

Superiberia

por: Armando FUENTES AGUIRRE   / columnista

John Dee tenía razones para suponer que la Tierra era redonda, y no una gran piedra plana sostenida por cuatro tortugas, como afirmaban los sabios de su tiempo.

A nadie, sin embargo, comunicó su pensamiento. No quería turbar la paz y tranquilidad de sus vecinos, que de seguro, si les decía que el mundo era redondo, vivirían en adelante con el temor de resbalar y caer en el vacío.

Lo que hizo fue ausentarse de su pueblo. Quería probar su teoría. Caminó leguas y leguas, siempre en la misma dirección. Atravesó los mares sin nunca cambiar de rumbo.

Una mañana, después de muchos años, los habitantes de la aldea vieron llegar a un anciano al que no reconocieron. Era John Dee, que le había dado la vuelta al mundo.

Tiempo después publicó un libro con sus observaciones. Nadie le creyó. Lo consideraron loco. La gente reía de aquel extraño viejo que andaba por las calles agarrándose de donde podía para no resbalar y caer en el vacío.

¡Hasta mañana!…

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