Tinta Ácida
El Buen Tono
El uso de juegos digitales que abordan temas delicados como la vida y la muerte está generando una preocupación creciente entre padres de familia y especialistas. Ante el lamentable aumento de casos de autolesiones y suicidio en la población infantil y adolescente, la difusión de ciertos contenidos interactivos se convierte en un foco de alerta. Uno de estos ejemplos es el llamado “Misión Encuesta”, un supuesto juego o desafío que, bajo una fachada de curiosidad, formula preguntas profundamente intrusivas que pueden minar la estabilidad emocional de los menores y exponerlos a ideas autodestructivas.
La dinámica de “Misión Encuesta” se centra en una serie de preguntas polarizadas de ‘Sí’ o ‘No’, diseñadas para explorar la desesperanza y la ideación suicida de los participantes.Este formato no es nuevo en el contexto de retos virales peligrosos, y aunque podría parecer una simple encuesta, las interrogantes están formuladas para impactar directamente en la percepción de seguridad y valor de la vida de un niño. Preguntas como: “¿Alguna vez has sentido que alguien te está observando en tu propia casa?”, “¿Si gritas alguien te escuchará?” y la inquietante “¿Aceptas que te vigile mientras respondes a nuestras preguntas?” no solo buscan una respuesta, sino que instalan una sensación de vulnerabilidad, paranoia y un control externo potencialmente dañino. Otras preguntas, como “¿Hay un significado para la vida?” o “¿Lloraste ayer?”, se adentran en la esfera emocional más profunda sin el acompañamiento psicológico adecuado.
El mayor riesgo de estos juegos reside en la normalización de pensamientos oscuros y la falta de un filtro emocional profesional. Cuando un niño contesta preguntas como “¿Alguna vez sientes que quieres hacer algo malo a pesar de que sabes que está mal?” en un entorno no supervisado, el juego puede funcionar como una caja de resonancia para sentimientos de culpa, rabia o desesperación. La naturaleza de estas interacciones, a menudo anónimas o bajo la guía de un presunto “administrador”, puede llevar a los menores a un aislamiento y a la escalada de comportamientos de riesgo, en un camino que, en casos extremos, ha terminado en tragedia.
Es fundamental que los padres de familia tomen medidas de precaución activas y urgentes. La mejor defensa es el diálogo abierto y la supervisión responsable. Se recomienda encarecidamente revisar las aplicaciones y el historial de navegación de sus hijos, y prestar especial atención a cualquier cambio en su comportamiento, patrones de sueño o alimentación, y a la aparición de marcas o cortes inexplicables en la piel. La presencia en la vida digital del menor no es una violación de la privacidad, sino un acto de protección ante peligros que la propia naturaleza de la web ha magnificado.
Ante esta amenaza, la comunidad de padres debe externar una advertencia unificada: Eviten, prohíban y denuncien la existencia de juegos como “Misión Encuesta” que pongan en entredicho el valor de la vida. La prevención se basa en fortalecer los lazos de confianza y en buscar ayuda profesional inmediata si detectan que su hijo está inmerso en este tipo de desafíos o muestra signos de ideación suicida. Proteger a la infancia de los riesgos digitales con contenidos tan sensibles es una responsabilidad que compete a toda la sociedad.


