


Agencias
Puebla.- María de Jesús Mundo, conocida cariñosamente como Doña Mary, falleció la noche del jueves 24 de julio en la sala de espera de la Central de Autobuses de Puebla (CAPU), lugar donde durante más de dos años vivió con la esperanza de reencontrarse con su familia.
De acuerdo con la Cruz Roja, fueron ciudadanos quienes alertaron a los cuerpos de emergencia al notar que la mujer de la tercera edad no respondía. Paramédicos llegaron al sitio, pero ya nada pudieron hacer: Doña Mary había muerto. Aunque la causa oficial aún no ha sido confirmada, se presume que falleció por causas naturales.
La historia detrás de su espera
La historia de Doña Mary se hizo conocida en redes sociales y medios locales debido a su conmovedora situación. La mujer, de aproximadamente 80 años, fue desalojada de su vivienda en la Unidad Habitacional San Andrés, en el municipio de Tehuacán, Puebla.
Sin un lugar al que ir, decidió permanecer en la CAPU, convencida de que en algún momento uno de sus tres hijos regresaría por ella. Entre todos, hablaba especialmente de su hija, quien presuntamente había migrado a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades. Lamentablemente, se cree que dicha hija falleció en el extranjero, sin que Doña Mary llegara a saberlo de forma oficial.
Durante su estancia en la terminal, vivió gracias a la solidaridad de ciudadanos y comerciantes que le brindaban alimentos, agua, ropa y palabras de aliento. Su presencia se volvió familiar entre quienes transitaban la central, y su historia conmovía por su mezcla de abandono, esperanza y dignidad.
Su último día en la CAPU
La noche del 24 de julio, Doña Mary fue vista por última vez sentada en su lugar habitual dentro de la sala de espera. Poco después, testigos notaron que no reaccionaba y llamaron a los servicios de emergencia. La zona fue acordonada por varios minutos mientras las autoridades realizaban las diligencias correspondientes.
A pesar de haber sido olvidada por su familia, Doña Mary nunca dejó de esperar. Su historia nos recuerda las miles de vidas invisibles que existen en las grandes ciudades: personas mayores en situación de abandono que, a pesar de todo, siguen creyendo en el reencuentro.
Hoy, Puebla despide a una mujer que esperó hasta el último día.
Que en la eternidad encuentre la paz y el abrazo que tanto anheló.


