


Arabia Saudita despidió a uno de sus personajes más enigmáticos y trágicos. Al-Waleed bin Khalid Al Saud, conocido durante casi dos décadas como el Príncipe Durmiente, falleció a los 36 años tras permanecer en estado de coma desde 2005.
La noticia fue confirmada el pasado 19 de julio por su padre, el príncipe Khalid bin Talal, a través de un emotivo mensaje en la red social X (antes Twitter):
“Con corazones creyendo en la voluntad y el decreto de Alá, y con profundo dolor y tristeza, lloramos a nuestro amado hijo…”
¿Quién fue el Príncipe Durmiente?
Al-Waleed bin Khalid nació el 18 de abril de 1989 y era miembro de la familia real saudí, bisnieto del rey Abdulaziz —fundador del reino—, e hijo del príncipe Khalid bin Talal. Su tío, Al-Waleed bin Talal, es un reconocido empresario entre los más influyentes del mundo árabe.
Desde joven mostró vocación militar, y en 2005 ingresó a una academia en el Reino Unido. Pero su destino cambió radicalmente tras un grave accidente automovilístico que le causó hemorragias cerebrales e internas, dejándolo en coma a los 15 años.
Dos décadas entre la fe y la medicina
Durante 19 años, Al-Waleed permaneció en estado vegetativo en la Ciudad Médica Rey Abdulaziz, en Riad, bajo cuidados intensivos. Su caso generó gran atención médica, mediática y social, no solo por su linaje, sino por la decisión de su familia de nunca desconectarlo del soporte vital.
El príncipe Khalid fue firme:
“No perderé la fe en el poder de Alá”, expresó en más de una ocasión, convencido de que su hijo algún día despertaría.
A lo largo de los años, videos que mostraban mínimos movimientos del joven —como parpadeos o el leve alzar de una mano— avivaron las esperanzas de recuperación. Para muchos, esos gestos fueron vistos como milagros.
Un final que conmueve
La historia del Príncipe Durmiente se convirtió en símbolo de amor incondicional, fe profunda y debate ético. Hoy, su partida deja un vacío en miles que siguieron su historia en silencio, desde los hospitales de Riad hasta las redes sociales de todo el mundo.
Al-Waleed bin Khalid Al Saud no despertó, pero su historia nunca durmió.


