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Nace el primer yak clonado en el Tíbet

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Un avance que parece sacado de la ciencia ficción ya es una realidad: científicos chinos anunciaron con éxito el nacimiento del primer yak clonado del mundo, marcando un antes y un después en la biotecnología aplicada a la ganadería de gran altitud.

El ternero, un macho de pelaje negro que pesó 33.5 kilogramos al nacer, llegó al mundo el pasado 11 de julio mediante cesárea en una base de cría en el condado de Damxung, en el Tíbet. Lo sorprendente no fue solo su peso superior al promedio, sino que pudo levantarse y caminar poco después de nacer, señal de una excelente salud y desarrollo.

🔬 Un proyecto de ciencia, genética y futuro

Este logro es el resultado de dos años de investigación en un ambicioso proyecto conjunto entre la Universidad de Zhejiang, el gobierno del condado de Damxung y el Instituto de Biología de la Meseta del Tíbet.

Usando la misma técnica que dio vida a la famosa oveja Dolly —la clonación de células somáticas— los científicos seleccionaron genéticamente rasgos clave como mayor tamaño, mejor producción de leche y resistencia a enfermedades. Todo, con el objetivo de crear animales más fuertes y adaptables al duro clima tibetano.

El líder del proyecto, Fang Shengguo, aseguró que este avance será clave para establecer un sistema moderno de cría de yaks adaptado a regiones de gran altitud como Xizang (nombre oficial del Tíbet en China).

🐂 El yak: más que un animal, una base de vida

Conocido como el “barco de la meseta”, el yak es fundamental para las comunidades tibetanas. Su resistencia al frío, la altitud y la escasez de oxígeno lo convierten en un aliado irremplazable para sobrevivir a más de 5,000 metros sobre el nivel del mar.

Los yaks no solo ofrecen leche, carne y mantequilla, sino también piel para ropa, fibra para tiendas tradicionales y estiércol que sirve como combustible esencial en zonas sin madera. Además, son parte central de las tradiciones religiosas y culturales del Tíbet.

🌱 ¿Qué sigue?

La clonación de este primer ejemplar abre la puerta a una revolución ganadera en las alturas, con animales más fuertes, productivos y mejor adaptados a un entorno extremo. De concretarse, esta tecnología mejoraría la seguridad alimentaria, la economía y el estilo de vida de miles de familias que dependen del yak en la meseta Qinghai-Tíbet.

Este ternero clonado no solo representa un éxito científico, sino también la esperanza de un futuro más sostenible para las regiones más elevadas del planeta.

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