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No sirven para nada

Superiberia

Dos chicas fueron al lobby bar de un hotel, ocuparon sendos asientos en la barra y pidieron una bebida. “Tomémosla de pie –sugirió una-. Así sentadas ocultamos la mercancía”…

“Su señora está embarazada”. Tal noticia le dio al joven marido el ginecólogo de la feliz esposa. “No me sorprende –manifestó el muchacho, imperturbable-. Desde que nos casamos le he dado dos oportunidades diarias para estar así”…

Aquel señor le comentó a su amigo: “Mi hijo, el que conociste en el seminario, ya tomó las órdenes”. Preguntó el otro: “¿Ahora es sacerdote?”. “No -replicó el señor-. Se casó”… Los papás de Pepito lo llevaron a la Montaña del Eco. El niño gritó su nombre y el eco repitió: “Pepito, Pepito, Pepito”. Gritó luego: “¡Mamá!”. Y se oyó el eco: “Mamá, mamá, mamá”. Gritó a continuación: “¡Papá!”. Y el eco: “No está, no está, no está”… La hija de don Poseidón contrajo matrimonio. Al volver los recién casados de la luna de miel la mamá de la muchacha le dijo a su yerno: “¡Qué feliz  estaba Glafira cuando se puso el vestido de novia!”. “¡Uh! –replicó él-. ¡Y la hubiera visto cuando se lo quitó!”…

Don Chinguetas le contó a doña Macalota, su mujer: “Fui a una conferencia sobre eyaculación prematura, pero llegué 10 segundos tarde y ya había terminado”… Todos los días López Obrador se las arregla para decir algo. De ese modo se las arregla para no hacer nada. En efecto, el Presidente es pródigo en palabras y exiguo en obras. Aumenta el número de muertos por efecto de la criminalidad; sube el desempleo al tiempo que baja la inversión; la tasa de crecimiento desciende a la altura del betún (expresión tabasqueña que hace alusión al que se usa para lustrar zapatos), y AMLO se la pasa en su principal realización, las conferencias mañaneras, y en viajes semanales de los que no resulta beneficio alguno para quienes reciben al viajero.

En esta última ocasión su cortina de humo fue la homilía o sermón que predicó en Etchojoa, Sonora. Es una parajoda –cosa más paradójica aún que una simple paradoja- que quien repetidas veces ha manifestado su admiración por Juárez, artífice de la separación de la Iglesia y el Estado, haga alusión constante a temas religiosos, y en vez de aplicar la Ley para frenar la inseguridad reinante proclame un piadoso humanismo que de seguro tranquilizará a los delincuentes por la promesa de impunidad que las palabras del Presidente implican.

Yo pienso que las cosas de Tejas arriba no se deben mezclar con las de Texas abajo, y que los Evangelios y la Constitución no han de juntarse, pues pertenecen a diferentes ámbitos. Eso creo. Pero aquí me tienen, metido yo también en la cortina de humo y sin espacio ya para decir que nuestro Mandatario, con todo respeto -una de sus frases más usadas-, está hablando mucho y está haciendo muy poco, por no decir que nada. Como reza la fábula infantil sobre la ardilla: “Tantas idas y venidas, / tantas vueltas y revueltas, / quiero, amiga, que me digas / ¿son de alguna utilidad?”… Ya conocemos a doña Frigidia: es la mujer más fría del planeta. En cierta ocasión fue al cine a ver el film “La noche del Titanic”.

La película había empezado ya. Desde la pantalla el capitán Smith la vio entrar en la sala y le dijo a su piloto: “Cuidado. Ahí viene el iceberg”. Don Frustracio, el marido de la gélida señora, les contó a sus amigos: “Anoche tuve sexo con mi esposa. ¡Y qué sexo! Durante más de una hora le hice el amor en varias posiciones: la tradicional del misionero, de perrito, de tijera, de cuchara, armas al hombro, de chivito en precipicio… ¡Ah, cómo disfruté! Y seguramente ella también habría disfrutado si no hubiera estado dormida todo el tiempo”… FIN.

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